Hay una escena en The queen, la película que retrata mejor que cualquier Netflix la soledad, es decir, la vida condensada de Isabel II de Inglaterra, de cuya muerte se cumple hoy un año, en la que aparece un ciervo enorme, majestuoso, palabra que aquí no se escribe al azar, porque refleja la majestad de la soberana. La reina busca en la campiña escocesa una salida a la situación creada por la muerte de lady Di, cuando se ve sorprendida por la presencia del magnífico animal. El rostro se le ilumina mientras articula un emocionado “qué belleza”.
Pero el ciervo es el objeto de una batida de caza, por esa belleza, y en un rapto de amor la reina le susurra al aire “Vete, vete”. Luego se oyen disparos.
Twitter sorprendió ayer a quienes buscaban los habituales nombres e insultos, porque de pronto apareció una tendencia inesperada: “ Salvemos a Carlitos”. Carlitos es un ciervo de ocho años, ocho años durante los que ha convivido con los diez vecinos de Linarejos, una aldea remota de Zamora, en la sierra de la Culebra. Los vecinos lo han visto crecer, han visto como el delicado cervatillo se desarrollaba hasta convertirse en un ejemplar tan magnífico como el de la película.
Porque eso es lo que han pensado muchos al ver su fotografía. Tan hermoso, tan amenazado. Su belleza, su cornamenta de catorce puntos, lo ha puesto en el punto de mira de los cazadores. Eso es lo que temen los vecinos, quienes denuncian que la Junta de Castilla y León ha autorizado que se le mate. Dicen que lo consideran un peligro porque se acerca a la aldea, tal es la confianza que ha desarrollado con los pobladores, quienes ahora han iniciado una campaña de recogida de firmas para salvarlo. Pocas horas después de que se lanzara la petición, en la mañana de ayer, ya se habían obtenido cerca de 16.000 firmas, y subiendo.
Las redes se llenaron de fotografías del animal y de declaraciones de los vecinos. Quieren que se siga acercando a sus casas, que siga comiendo las manzanas que le dejan, que, definitivamente, siga siendo una presencia en un lugar donde no hay tantas. La España vaciada, la España que tantos se empeñan en vaciar. Aquí los animales, los ciervos que frecuentan una sierra ya maltratada por los incendios, son unos habitantes más. Quizás con los años sean los últimos. Quizás, si no se hace nada, ni siquiera queden ellos.
Quizás el “Vete, vete” que gritan las redes salve a Carlitos. Quizás las redes sean por una vez lo que esperábamos.