Los progresos de EE.UU. y China

Los progresos de EE.UU. y China

China y Estados Unidos han hecho progresos. Lo dijo Xi Jinping el pasado lunes durante su conversación de 35 minutos con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, quien compartió la opinión. Después de dos días de encuentros y con más de ocho horas de reuniones repartidas entre el jefe de la comisión de Asuntos Exteriores del Partido Comunista, Wang Yi, y su ministro de Exteriores, Qin Gang, Blinken se despedía del primer viaje de un secretario de Estado a China en cinco años (el anterior lo efectuó Mike Pompeo en el 2018 bajo la presidencia de Trump) con un deseado por él pero no programado encuentro con Xi Jinping, quien le recibió en el último momento en el Gran Palacio del Pueblo. El anfitrión le saludó con un “esto es muy bueno”, en alusión al contenido de las reuniones que había celebrado con los miembros de su Gobierno.

Antes del viaje, el diagnóstico era compartido por los dos gobiernos: los lazos entre Washington y Pekín se encontraban en su punto más bajo desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1979, como le dijo Qin a Blinken. Y Wang, que le recriminó la guerra comercial y arancelaria, sentenció: “Hay que optar entre el diálogo y la confrontación, la cooperación y el conflicto”. “Estaba claro que la relación se encontraba en un punto de inestabilidad y ambas partes reconocían que había que estabilizarla”, respondió Blinken, que dijo haber cumplido “todos los objetivos” de su viaje. Era evidente que la situación estaba muy mal y que sólo hablar ya suponía un gran logro. Y así ha sido.

Washington y Pekín abren vías de diálogo para restablecer sus maltrechas relaciones

No se han solucionado los problemas ni arreglado los desacuerdos, pero se ha detenido la caída libre en la que se encontraban las relaciones entre las dos potencias. Ambas mantienen posiciones opuestas sobre temas importantes: el estatus de Taiwán, el desarrollo de las tecnologías avanzadas, la guerra de Rusia en Ucrania, el programa nuclear de Corea del Norte o la vulneración de los derechos humanos. Pero se han sentado a hablar y han abierto canales de comunicación que permitirán gestionar las diferencias en el futuro y evitar accidentes como los que hubieran podido desencadenarse con el supuesto globo espía chino que sobrevoló Estados Unidos y fue derribado.

Este incidente motivó la cancelación del viaje de Blinken, que estaba previsto para el pasado mes de febrero. Estados Unidos no ha conseguido, no obstante, restablecer la cooperación militar, con su teléfono rojo, rota desde la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, a Taiwan, en agosto del 2022, que Pekín consideró como una provocación.

La visita ha permitido que EE.UU. y China, que mantienen unas estrechas relaciones comerciales y cuyo divorcio a la greña perjudicaría a ambos, alejen la posibilidad de que se desencadene un conflicto armado entre ellos y que sus relaciones se orienten, desde el respeto mutuo, a trabajar conjuntamente por el futuro y destino de la humanidad, como dijo Blinken; con una actitud de responsabilidad hacia la historia, la gente o el mundo, como señaló Xi. Sin ir más lejos, la lucha contra la crisis climática es uno de los terrenos abonados para el diálogo y la cooperación: no en vano ambos países emiten el 40% de los gases de efecto invernadero.

Abiertas las vías de diálogo, esperemos que culminen con una cumbre de los presidentes Joe Biden y Xi Jinping antes de que acabe el año. Bien pudiera ser aprovechando el Foro de Cooperación Indo-Pacífico que se celebrará el próximo mes de noviembre en San Francisco. Y con el objetivo de profundizar en el deshielo y cooperar y dialogar en vez de optar por la confrontación y el conflicto. La visita de Blinken puede representar un primer paso.

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