Yo

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Cada generación usa internet a su manera, dice Coco Mocoe, una listísima creadora que clava las tendencias digitales. Los boomers usaron la red, explica, para reforzar lazos con su entorno cercano, porque al crecer sin internet su supervivencia dependía de ello; por eso les encanta Facebook. A los millennials se les dijo que si un potencial empleador descubría su Instagram podría no contratarles, así que mantuvieron una apariencia perfecta. Los Z reaccionaron y, resentidos y obligados a usar la red durante la pandemia, decidieron tomársela más a la ligera. Los alfa, esos niños que nacieron a partir del 2010, fueron criados por padres obsesionados con retransmitir sus vidas desde bebés, así que “van a ser la generación más privada que hemos visto desde la invención de internet”, dice.

BARCELONA-NIёOS DE ONCE AÑOS UTILIZANDO TELEFONO MOVIL - FOTO ANA JIMENEZ

 

ANA JIMÉNEZ

Ciertas marcas, dice, se dirigen ya a los futuros consumidores alfa. Por ejemplo, Apple, al decidir que en sus gafas Vision Pro el yo es una reconstrucción virtual: tiene nuestro aspecto recreado por cámaras, pero no somos nosotros. Los niños criados en el mundo Roblox –continua Mocoe– tendrán una presencia online más parecida a los avatares de los Sims o de Ready Player One que a la de otras generaciones, a cuya voz, aspecto y movimientos hemos sido sobreexpuestos. Harán bien. La cuestión más importante en este momento es la privacidad, advertía en este periódico el gran sociólogo de la red, Manuel Castells, al ser preguntado por los riesgos de la inteligencia artificial.

Volveremos a lo que obsesionó a los primeros usuarios: la privacidad

Si Mocoe tiene razón, supongo que cerraremos el círculo y volveremos a una cuestión que obsesionó a los primeros usuarios de ordenadores personales en los ochenta: el yo, la identidad, la privacidad, el anonimato y las infinitas posibilidades de los entornos virtuales. 

Más que un accesorio, lo que propone Apple es otra forma de relacionarse con las máquinas y entender la computación, una nueva interfaz de usuario más natural, basada en la vista y el movimiento y no en ratones y monitores. 

“La tecnología cataliza cambios no solo en lo que hacemos sino en cómo pensamos. Cambia la conciencia de las personas sobre sí mismas, el otro y su relación con el mundo. La nueva máquina (...) es una máquina que ‘piensa’. Reta nuestra noción no solo del tiempo y la distancia, sino de la mente”, escribió otra gran socióloga, Sherry Turkle… en 1984.

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