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Algunas claves municipales

Estamos en las primeras horas de la campaña electoral para las municipales del 28 de mayo. Quizás puedan parecer unos comicios menores si se comparan con las elecciones en las que se deciden parlamentos y presidentes, pero los ciudadanos nos jugamos mucho más de lo que parece, ya que los ayuntamientos toman decisiones que nos afectan muy directamente. Y, en clave más política, los resultados que haya son cruciales para comprobar el músculo político y la conexión con la sociedad que conservan los partidos.

Los principales candidatos a la alcaldía de Barcelona, en un acto de precampaña 

Quique García / Efe

Será interesante ver lo que ocurre en el conjunto de Catalunya, aunque seguro que todas las miradas se centrarán en lo que ocurra en Bar­celona, donde la primera posición­ está fuertemente competida. A juzgar por el elevado número de indecisos que señalan los sondeos y por los escasos puntos en intención de voto que separan a los cuatro candidatos favoritos, nadie pueda aventurar ningún resultado concluyente. Políticamente hablando, quien gane la batalla de Barcelona será considerado el ganador de las elecciones, pero hay vida más allá de la capital.

Las elecciones municipales significan poder y capacidad de influir en la agenda y en el debate político de todo el país. No es lo mismo contar con centenares de alcaldes que tener algunas decenas. En el 2019, Esquerra Republicana fue la fuerza más votada en Catalunya, consiguió 3.100 ediles de los 9.000 en juego y sumó cerca de 370 alcaldías, casi tantas como Junts. Lejos, seguía el PSC, con cerca de un centenar, si bien es cierto que sus alcaldes se concentran en las grandes ciudades.

En esta ocasión, Esquerra ha sido, otra vez, la que más listas ha conseguido formar. Se presenta en 804 de los 947 municipios, lo que pone de relieve su presencia transversal y uniforme en todo el país. De hecho, hace cuatro años consiguió ser primera o segunda fuerza en 41 de las 42 comarcas, con la excepción de Val d’Aran, y obtuvo alcaldías tan importantes como Tarragona, Lleida, Sant Cugat, Manresa o Figueres. Para ERC, las municipales son también un test para comprobar si gobernar la Generalitat en solitario le desgasta o le da fuerza. Pero también son un test para las estrategias de Junts y para el PSC.

El partido que preside Laura Borràs presenta 728 listas, pero centra sus expectativas en lo que ocurra en Barcelona, con Xavier Trias, que quiere recuperar la alcaldía perdida en el 2015. Sin duda, en la capital mejorará resultados porque en el 2019 su formación se dejó la mitad de ediles, pasando de diez a cinco; pero las urnas pillan al partido en la oposición y con una dinámica interna muy complicada.

El PSC previsiblemente mejorará posiciones. Los socialistas tratarán de recoger los réditos que pueda darles que Pedro Sánchez esté en la Moncloa, especialmente en Barcelona, donde el presidente casi parece el candidato a la alcaldía.

En el área metropolitana de Barcelona se disputa una carrera de fondo entre PSC y ERC

Pero donde se disputa una carrera de fondo entre el PSC y ERC es en el área metropolitana de Barcelona. En los 36 municipios que la conforman, que suman el 43% de la población de Catalunya, el juego es cosa de dos. Junts se ha borrado de la partida y gasta su pólvora en municipios pequeños y medianos, tal como ya se demostró hace cuatro años al desaparecer del Consistorio de l’Hospitalet, segunda ciudad de Catalunya, y al quedarse con un solo concejal en Badalona, tercera ciudad del país.

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En cambio, la estrategia de Esquerra, desde que en el 2011 Oriol Junqueras tomó las riendas del partido, pasa por ganar terreno en las grandes ciudades metropolitanas, batiéndose con el PSC, y los números parecen avalar esa apuesta. De los 62.000 votos logrados en el 2011, los republicanos pasaron a tener casi 300.000 en el 2019, multiplicando por cinco su apoyo. En esa lógica, se explica la decisión de situar a Gabriel Rufián, el portavoz en el Congreso, como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet. Más allá del resultado que consiga, el mensaje de ir a por todas es claro. Veremos lo que da de sí.

Los tiempos de las grandes mayorías son cosa del pasado. Una cosa es ganar y otra muy distinta es gobernar, y una cosa es lo que se dice en campaña y otra es lo que se hace después. Viendo lo que ocurrió con el pacto del PSC y Junts en la Diputación de Barcelona y en muchos ayuntamientos, y escuchando las intenciones de Collboni y Trias en Barcelona, no sería nada descartable imaginar que la sociovergencia se instale en las instituciones tras el 28-M. En general, los partidos prefieren gestionar las contradicciones ideológicas mientras gobiernan que reivindicar la coherencia desde la oposición.

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