‘The crown’ solo es una serie

En una escena de la primera temporada de The crown, el día de la coronación de la reina Isabel II en 1953, el duque de Windsor, viendo las imágenes de la ceremonia por la televisión, exclama: “¿Quién quiere transparencia cuando puedes tener magia? ¿Quién quiere prosa cuando puedes tener poesía?”.

Tiene la monarquía inglesa un ritmo poético que da musicalidad mientras combinan la pomposidad con la armonía incluso añadiendo la sorprendente virtud del silencio.

Por todo el país tendrán lugar miles de fiestas y comidas populares, y por la tarde el Castillo de Windsor acogerá un concierto en el que participarán artistas como Katy Perry, Take That, Lionel Richie o Andrea Bocelli.

Fuente: Reuters

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El sábado nos metimos en directo en una serie medieval donde todo es falaz y solo la ficción parece verdad. Incluso el carruaje de estas Cenicientas reales estaba tirada por seis caballos, pero con aire acondicionado, calefacción y ventanas eléctricas. La ficción de la edad media y la realidad de Christopher Nolan en una corona enroscada literalmente en la cabeza del rey Carlos, que la ostentó con mayor sobriedad que la reina Camila. (Pobre mujer, que soportaba la corona como el funambulista del circo que aguanta una barra con dos ciclistas en su cabeza.)

La monarquía es fácil de parodiar, sobre todo cuando pretende ser verdad

La monarquía es fácil de parodiar sobre todo cuando pretende ser verdad o mostrar modernidad. Las aventuras de Harry y Megan son lo insustancial de la monarquía, o los sinceros bostezos durante la coronación de Luis, el nieto más simpático ergo menos monárquico de la familia. Cuando el mundo sonreía con la belleza y la proximidad de Diana de Gales estaba convirtiendo el palacio de Buckingham en un patio de recreo. “Me gustaría ser tu támpax” fue la consecuencia de un matrimonio erróneo, forzado por la reina, que situó la realeza a la misma altura que sus súbditos. Sobrevivió Camila a Diana y, pese a llevar la corona como lo haría Míster Potato, los británicos ya saben que la malvada madrastra en verdad es lo más parecido a lo que perciben los monárquicos.

Si la realeza pretende ser como nosotros, las inviolabilidades tienen aún menos sentido, la desmesurada vestimenta de las bodas ya no parecerá una pasarela para los plebeyos y la portada de los periódicos de ayer será puro cachondeo. Se gritará que el rey va desnudo, el pueblo no entenderá tanta pompa y la carroza se convertirá en calabaza. Y es que de tanto querer ser lacayos se empieza a percibir que The crown efectivamente solo es una serie de ficción.

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