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El aro

Editoriales de medio mundo preparan ediciones corregidas de los libros que no pasan por el aro del catecismo puritano. Hace unos días fueron los de Roald Dahl. Ahora toca el turno de los de Ian Fleming, porque pronto su personaje, James Bond, celebrará el septuagésimo aniversario.

Mientras tanto, para curarse en salud, el recurso de las editoriales es añadir a los libros no revisados una advertencia en la cubierta; un trigger warning lo llaman los expertos. En forma de adhesivo ya va bien. En pocas palabras se avisa que el libro tiene un contenido potencialmente delicado que puede producir al lector un impacto emocional. Una vez tamizados y purificados, los nuevos volúmenes de Ian Fleming se imprimirán el próximo mes. Mientras tanto, los antiguos, los que respetan el texto del autor, llevan ya la advertencia: “Este libro fue escrito en una época en la cual estaban a la orden del día palabras y actitudes que los lectores actuales pueden considerar ofensivas. En esta edición se han hecho numerosas modificaciones, a pesar de mantener el texto cercano al original y al periodo en que está ambientado”. Que es una excusa de mal pagador lo demuestra la última frase, porque para mantener el texto “cercano al original y al periodo en que está ambientado” no hay nada mejor que dejarlo tal cual lo escribió Fleming.

 

LV

Un recuerdo para Martínez Tomás, faro de nuestra educación cinéfila

Todo eso me hace recordar la época –años sesenta y setenta– en que muchos seguíamos las críticas de cine que Antonio Martínez Tomás escribía en La Vanguardia. Si hablaba mal de una peli (sobre todo si hablaba tan mal que lo imaginabas echando espumarajos por la boca mientras escribía la reseña) íbamos enseguida. Seguro que era interesante. Era un trigger warning avant la lettre. Pues, ahora, con los libros, algo parecido: si te avisa de que es una edición purificada, déjala de lado. Si te advierte de que todavía no la han purificado, cómprala enseguida, antes de que se agote.

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