Frío en la calle y en la protesta

FUTUROS IMPERFECTOS

Frío en la calle y en la protesta

Tengo la sensación de que a una parte del independentismo le dio la misma pereza manifestarse un jueves a primera hora de la mañana por la cumbre hispano-francesa que al Barça tener que coger aviones y helicópteros para jugar a mitad de semana un partido de octavos de final de la Copa en Ceuta. En la vida hay cosas que uno desea que pasen rápido y que tengan el mínimo coste. Sobre todo cuando un error se paga caro.

Las organizaciones independentistas reunieron a unos miles de personas, lo que tiene su mérito con el frío meteorológico y político que hacía. El personal tenía la nariz tan roja como las orejas por el gélido viento, así que hubo que leer el manifiesto media hora antes de lo previsto. Al abandonar la concentración, Oriol Junqueras tuvo que oír abucheos, todo más o menos según lo previsto. No es fácil de explicar que el líder de ERC se manifestara en Montjuïc mientras Pere Aragonès hacía de anfitrión del encuentro. El independentismo salvó los muebles, pero la protesta no eclipsó el acuerdo firmado entre Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, ni supuso una recarga moral de su discurso.

Los responsables de las organizaciones soberanistas llevaban pancartas en las que se decía: “Aquí no s’ha acabat res”,que era una manera de responder al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, que ha repetido antes de la cumbre que el procés estaba acabado y la normalidad en Barcelona formaba parte de su funeral. Al Gobierno no le hacía falta hacer estas manifestaciones. O quizás sí, porque la desinflamación está teniendo coste en las encuestas y hay elecciones a la vuelta de la esquina.

CONCENTRACION INDEPENDENTISTA EN MONTJUIC COMO PROTESTA DE LA CUMBRE HISPANO FRANCESA PARA EL TRATADO DE AMISTAD ENTRE AMBOS PAISES

 

Mané Espinosa

El independentismo salvó los muebles con su movilización, sin demostrar entusiasmo

Sánchez viene de escuchar felicitaciones en Davos por la marcha de la economía y la paz social que se respira en España. Pero igual eso no basta para que se lo reconozcan las urnas, con el ruido que es capaz de generar la derecha desde sus altavoces de Madrid. Sería inteligente que no humillara a los independentistas. Y estos, a su vez, deberían reconocer que mucha gente ha perdido la fe en la fantasía. Canetti escribió que las grandes palabras deberían empezar a silbar, como la tetera en la que hierve el agua, para advertirnos que a la vida hay que saber ponerle pausa.

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