El espacio de un gesto

Un gesto acontecido puede convertirse en un lugar al que volver. Puede ser un espacio en el que respirar y tomar fuerzas y recuperar el aliento o las ilusiones. Un gesto ocurrido puede ser mucho más que un movimiento, un recuerdo, una anécdota. El gesto que alguien nos ha dedicado –incluso o todavía más cuando ese alguien ha sido una persona desconocida– puede convertirse en un gancho que nos une a la vida y que nos recuerda que la humanidad es no solo capaz de la destrucción y la avaricia y el poder sino también el origen y el depósito de la empatía, de la generosidad, de la creación y la sorpresa y la maravilla.

Y todo esto porque el otro día estaba yo trasladándome en avión de un lugar a otro, por la noche, en un largo vuelo, y usaba la mascarilla a la vez como antifaz para que se hiciera la oscuridad y me atrapara el sueño, y estaba hecha un nudo con la manta con que procuraba taparme la parte del cuerpo que quedaba expuesta al frío. Cuando por fin conseguía cubrir un lado, se destapaba el otro. Llevaba rato intentándolo. Y de pronto unas manos ajenas y salidas de la nada se hicieron cargo de mi necesidad, y la dueña de esas manos se tomó la molestia de arroparme y yo no supe ni sabré quién era pero murmuré un conmovido agradecimiento con una sonrisa que nadie, tampoco ella, iba a ver. Dije: “No sé quién eres, pero muchísimas gracias”. Y una de sus manos se apoyó en mi hombro y lo presionó con dulzura a modo de toda respuesta. 

Woman sleep during flight aboard a jetliner airplane.

 

Rafael Ben-Ari/Chameleons Eye

Luego me dormí un buen rato, tras recordar cómo de noche mi madre metía de tal modo las sábanas y mantas entre el colchón y el somier –como a mí me gustaba–, que quedaba la cama tan plana que casi parecía que yo no estaba allí. Y nos reíamos. Y jugábamos. Y a veces me agitaba a propósito para que volviera a hacerlo.

Hace más de un mes de ese vuelo al que me refiero, pero lo cierto es que en más de un momento he llevado hasta allí la memoria, a ese gesto que tal vez quien lo hizo no recuerda, como si regresara a un espacio seguro, a un lugar de confianza, a una tierra feliz en que todas las personas estamos a salvo. Gratitud y contento.

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