La periodista Nora Ephron escribió en No me acuerdo de nada: “El otro día noté que se avecinaba un resfriado. Así que decidí tomar sopa de pollo para combatirlo. Me resfrié de todos modos. Siempre pasa lo mismo: parece que estas empezando a resfriarte, tomas sopa de pollo y te resfrías igualmente. Entonces, ¿es posible que sea la sopa de pollo la que produce el resfriado?”.
Lo que ocurre con los dirigentes del PP es algo parecido: se llenan la boca a diario diciendo que se rompe España y que la economía se asoma al abismo para combatir a Pedro Sánchez. Tan a menudo lo repiten que acaban creyendo que el presidente es el culpable de todos los males, incluidos los resfriados. Como si Sánchez se fuera a consumir como una pastilla de Avecrem en la olla a presión en que han convertido al país.
Cada lunes, la dirigencia del PP va a las radios y a las televisiones (y a Twitter) y, de buena mañana, calienta el ambiente. Claro que la oposición debe marcar al Gobierno y criticarlo –a menudo en Génova se olvidan de dar alternativas–, pero no es de recibo que Isabel Díaz Ayuso sitúe al Gobierno de Sánchez fuera del marco democrático (sic) y asegure que “estamos en el mes negro de la democracia española, pues no hemos vivido así desde la dictadura (...) Este Gobierno nos está llevando a una situación dictatorial”. ¿En serio piensa eso o simplemente ha pasado mala noche tras ver un documental sobre Irán en Netflix?
El PP pone tan alta la olla a presión que al final se derraman el caldo y el sentido común
En la sede de Génova les debieron de dar píldoras de ginseng, porque los pusieron a mil. Un moderado como el vicesecretario Esteban González Pons soltó que “por fin hay en España quien defiende los intereses de violadores y corruptos” y otro político de corte tranquilo como el alcalde José Luis Martínez-Almeida declaró que “nunca la democracia estuvo tan al borde del precipicio en España”, con “golpistas y filoetarras confeccionando un traje a medida al PSOE”. No es de extrañar que a continuación, en el Senado, Alberto Núñez Feijóo pidiera seis veces adelantar las elecciones, “porque Sánchez ha engañado a todos, incluyendo a su partido”.
Al final del día, la sopa de pollo y el sentido común se habían derramado de la olla de tanto calentarla. Fue una tormenta más en un vaso de caldo.