El fútbol femenino ha dado un paso de gigante: ya tiene los mismos follones que el masculino, la misma salsa –¿que sería este deporte sin polémicas de bar?– y esa capacidad para hablar de sus miserias, como si fuesen las nuestras. Hace cuatro días, quince jugadoras se niegan a ser convocadas por España y ni el Marca publica la noticia ...
La rebelión es meritoria porque Mariano Rajoy y media ciudadanía hubiese muerto feliz de haber sido convocada a la selección, aunque fuese por error administrativo.
–¿Patxi Ibarrena Goimendi?
–Yo mismo.
–¿Gallego? Le comunico que ha sido usted convocado para jugar con la roja . Traiga el dorsal.
A la gente la convocaban a filas –como Putin en Rusia–, a la vacunación contra la polio y al altar un domingo de mayo pero raramente a jugar en la selección española, donde, a diferencia de dichas convocatorias, se hubiesen partido el pecho, todo alma, corazón y vida, tal que Poli Rincón.
Tenemos pollo montado y vaya usted a saber quién tiene razón, sin necesidad, esperemos, de judicializar el embrollo, que para eso ya somos jueces o fiscales todos los aficionados.
Cuanto más avanza el siglo, más prestigio adquiere el derecho al estado emocional
A mí lo que me llama la atención son los argumentos invocados para ejercer su derecho a no sudar los colores de España, esos que cada año defendemos los contribuyentes, el jugador número 12 de España, por cuyas arcas lo damos todo. Las jugadoras no alegan desacuerdos con el seleccionador, los métodos de la Real Federación o el sobaquillo de Camacho, sino que jugar en estas condiciones afecta a su “estado emocional y por lo tanto a mi salud”. Ya sabemos que en el siglo XXI no se juega con la salud de nadie y muchísimo menos con su estado emocional. ¿Estamos ante un cambio de paradigma –¡toma expresión!– en las relaciones deportivas y aun laborales, quintaesencia de la jerarquía? No me extrañaría.
A medida que avanza el siglo XXI, peor me sabe no haber disfrutado antes del incipiente derecho al estado emocional, que está por encima de todo, incluso de las emociones. Donde haya una emoción que se quite la furia española, la selección española y la roja.