Macarena Meloni

Macarena Meloni

La primera vez que supe de Gior­gia Meloni fue por un mitin de Macarena Olona antes de las elecciones andaluzas. Curiosamente era en Marbella, el kilómetro cero del populismo en España, con Jesús Gil y Gil a la cabeza, cuando el fútbol era el laboratorio de la política espectáculo y los marbellíes los conejillos de Indias.

Con un solo mitin en toda la campaña electoral andaluza, Meloni consiguió que sus palabras se viralizasen. Con un tono que hasta ella misma, días después, reconoció que no era el adecuado, la líder fascista italiana soltó a gritos desde el atril: “O se dice sí, o se dice no. Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista; sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva, y sí a nuestra civilización, y no a quienes quieren destruirla”. Y remachó: “Viva Macarena Olona, presidenta de Andalucía”. A ver, una visionaria no fue. Su discurso no sirvió de revulsivo para que Olona remontase. La líder de Vox estaba haciendo una campaña pésima, con empadronamientos fantasma y un andalucismo de tienda de souvenirs. Debió de pensar que era una buena idea actuar con la italiana, algo muy del gusto del público español, como quien hace un dúo con Laura Pausini o Eros Ramazzotti. Pero no. Meloni desafinó y asustó a los andaluces que ya no estaban dispuestos a que les diesen Macarena por liebre.

opi 3 24092022

 

Martín Tognola

Meloni no ha cambiado su discurso para ganar las elecciones en Italia: patria, familia y cruz. Súmenle antiinmigración, antieuropeísmo y antifeminismo. ¿Por qué cala ese discurso? No soy partidario de pensar que los electores son imbéciles. Miremos otros factores. ¿Puede ser que la izquierda no haya sabido encontrar el tono ni las palabras para levantar alguna de sus banderas? ¿Alecciona demasiado? Un ejemplo menor, made in Spain: ¿es eficaz apelar al hombre blandengue en la última campaña del Ministerio de Igualdad? ¿O los que ya nos consideramos blandengues no necesitamos esta campaña, y los que la necesitan, cuando les llaman blandengues, se rebotan?

Olona es la primera expulsión sonada en Vox; Meloni lo tiene todo de cara para ganar

Olona vio como se publicaban sondeos que casi la daban como ganadora. Incluso en el debate electoral tuvo la osadía de ofrecerle a Juanma Moreno la vicepresidencia de la Junta. Tres meses después, Olona no es presidenta de Andalucía, ni vicepresidenta, ni nada. Sigue empadronada en Salobreña, pero la han desempadronado de Vox. Su excompañero de partido, y no por ello amigo, Espinosa de las Mentiras, se lo dejó clarito el jueves. Olona juega sus cartas, con algún interés aún y teniendo como motor las ganas de vengarse de los líderes de su expartido, que, por lo visto, la tiraron a los leones de las elecciones andaluzas aunque ella no quería.

Es la primera expulsión sonada en Vox, que copia los métodos de la izquierda para acabar siendo irrelevante: de escisión en escisión hasta la derrota final. Olona ha saltado con paracaídas, y ahora el viento favorable del diario Abc la mece en el aire, a ver si cae en el lugar adecuado.

¿Y Meloni? Todas las encuestas dicen que gana. Lo tiene todo de cara: una coalición de partidos, una ley electoral favorable y unos italianos hartos de cambiar de gobierno como quien cambia de carcasa del móvil. Crucemos los dedos con la esperanza de que Meloni sea tan visionaria como lo fue en Andalucía, cuando proclamó antes de tiempo presidenta a Olona. La pena es que no haya invitado Meloni a Olona a mitinear con ella. Gran parte del trabajo que tiene la izquierda italiana para dar la vuelta a las encuestas ya estaría hecho.

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