La expansión de los talibanes por Afganistán, en pleno agosto, no puede evaluarse sin tener presente la figura de un hombre que murió a finales de junio, cuando el verano empezaba. Donald Rumsfeld, tan inteligente como arrogante. Dos veces secretario de Estado. El más joven (con el presidente Ford) y el más veterano (con Bush hijo). Su juventud no fue radicalmente filosófica, por lo que no podemos considerarlo un neocon genuino (muchos pasaron del marxismo a un elitismo restaurador de los valores fundacionales americanos). Sin embargo, formando trío con Dick Cheney y George W. Bush, Rumsfeld llevó las tesis de esta corriente hasta el extremo. Hundida la URSS, los neocon creen que el imperio americano ha alcanzado una superioridad inexpugnable y que esto los obliga a regir el mundo de manera estricta. El ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas fue una oportunidad no buscada para afianzar con severidad la jerarquía norteamericana. Fue un ataque colosal y trágico (además de imbatiblemente televisivo). Aturdió y desmoralizó a la ciudadanía americana. Pero era un atentado. Rumsfeld y compañía respondieron como dioses coléricos: guerra de invasión.
Tenía que ser una guerra pulcra y tecnocrática: pocas tropas, mucha aviación. Ha sido la más larga de EE.UU. Fue Obama quien culminó el objetivo de matar a Bin Laden, pero el terrorismo islámico no ha dejado de crecer desde la invasión de Afganistán. La otra guerra de Bush y Rumsfeld fue más neocon, si cabe. El Irak de Sadam no fue invadido por las famosas armas, sino para embridar a Arabia Saudí, que, a pesar de no tener responsabilidad en el 11-S, había financiado grupos islamistas. Sadam y la minoría suní dominaban un Irak esencialmente chií. Después de su caída y de un largo desbarajuste, en Irak mandan los chiíes y Arabia carece de airbag. Irán, el gran enemigo, encadena a los saudíes a EE.UU.
Tenía que ser una guerra pulcra, ha sido la más larga de Estados Unidos
Estas jugadas han destrozado el Oriente musulmán (Siria, Libia…). El mundo es mucho más inseguro, 20 años después. Los talibanes están vivos. Reconstruirán una gran base terrorista. Fatigado, el imperio se retira. China lo contempla, impávida. El 20.º aniversario de la caída de las torres, dentro de pocos días, eclipsará los errores del radicalismo estratégico con retórica sentimental (igual que hacemos nosotros).