La creación de empleo, que empezó a despegar con fuerza en el segundo trimestre, ha continuado en julio. En este mes se han creado 91.451 puestos de trabajo, medidos por el número medio de afiliados a la Seguridad Social, que se suman a los 464.900 que había contabilizado la Encuesta de Población Activa entre abril y junio. Son 556.351 nuevos empleos en cuatro meses, una cifra que demuestra la intensidad de la recuperación económica. La calidad del empleo creado, sin embargo, sigue en altos niveles de precariedad y estacionalidad, ya que solo el 9% de los contratos firmados en julio son indefinidos. La temporalidad se impone para afrontar un verano cargado de incertidumbres.
Los citados datos del mercado laboral son un síntoma de que la campaña turística, pese a la nueva ola de contactos por la variante delta de la covid, se desarrolla mejor de lo que se esperaba. Ello es así, sobre todo, gracias al turismo nacional. Los ciudadanos parecen haber perdido el miedo a los contagios, gracias a la vacunación masiva que se ha llevado a cabo en los últimos meses, y han optado por disfrutar de la playa y la montaña después de tanto tiempo de restricciones. Habría, sin embargo, que seguir con las máximas precauciones para evitar una mayor expansión del coronavirus. Lo que suceda finalmente este mes de agosto con el turismo extranjero será determinante para una mayor recuperación del primer sector económico español.
La temporalidad laboral se impone para afrontar un verano cargado de incertidumbres
Los comunicados oficiales de los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social hablan de récord de afiliados a la Seguridad Social, al haber llegado en julio a un total de 19,6 millones de trabajadores, y de reducción del número de parados en ese mes. Pero no tienen en cuenta que hay todavía 331.486 trabajadores afectados por los expediente de regulación de empleo temporal (ERTE), pese a que se han reducido en 56.719 con respecto a junio, y cerca de 140.000 autónomos en cese temporal de actividad que no computan en esas estadísticas. El desempleo registrado en el mes de julio en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) se redujo en 197.841 personas y deja el número de parados en los 3,4 millones. A esta cifra, sin embargo, hay que sumar las dos anteriores y ello eleva a 3,8 millones el número de personas que todavía no pueden trabajar. Pese a todo ello, es el mejor balance desde que comenzó la pandemia.
Frente al optimismo del Gobierno por la evolución del empleo, la cruz del análisis la puso el Partido Popular al señalar que los datos han mejorado, pero que no son buenos porque solo reflejan el rebote estacional en el sector servicios, ya que el paro está estancado, porque se han firmado muy pocos contratos indefinidos y porque la afiliación a la Seguridad Social en julio es inferior en 70.000 personas a la del año pasado, en plena pandemia. El Partido Popular, en este sentido, no sabe atribuirse el éxito de la intensa creación de empleo que se ha registrado y que en buena parte cabe adjudicar a la reforma laboral que impulsó en el 2012, cuya flexibilidad facilita enormemente la contratación a los empresarios. El precio que pagar es el exceso de contratación temporal y la precariedad en las condiciones de trabajo. Pero en estos momentos es lo que la economía española es capaz de ofrecer.
Los sindicatos exigen la derogación de dicha reforma laboral, y el Gobierno, pese a las promesas electorales del PSOE y de Unidas Podemos, no se atreve a tanto. Cambiar el marco laboral en unos momentos de desempleo tan elevado, cuando hay un sistema que es útil para crear puestos de trabajo, sería demasiado arriesgado. La prudencia parece que aconseja esperar, en cualquier caso, a que se consolide en los dos próximos años la recuperación de la economía y del empleo, para mejorar entonces el marco de la contratación y lograr una mayor estabilidad y calidad del mercado laboral.