Política y pereza

La pereza en política tiene consecuencias devasta­doras: impide hacerse las preguntas adecuadas, inhibe la capacidad resolu­tiva de las políticas públicas, cede ante la inercia acomodaticia y aplaza la ­reacción necesaria frente a los retos. Es ­decir, la molicie instalada en el puesto de mando.

En una entrevista reciente, Mariana Mazzucato (referencia global del pensamiento progresista actual) afirmaba: “La izquierda se ha vuelto perezosa. Debe centrarse en la creación de riqueza”. La economista italiana, profesora de Economía de la Innovación y Valor Público en el University College de Londres (UCL) y directora fundadora del Instituto para la Innovación y el Objetivo Público, acaba de publicar un libro inspirador: Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo , en el cual aboga por un reset del capitalismo aplicando a los problemas actuales “la imaginación, el espíritu, la audacia y los medios que nos llevaron a la Luna”.

Hay que discutir y a fondo; el actual orden de las cosas ya no da más de sí

Mazzucato, con su metodología de retos y misiones posibles y en acción, propone un itinerario de cambios concretos, capaces de ser evaluados y que no renuncian a la ambición de resolver desafíos complejos. Para llegar lejos, pasos cortos continuados y horizontes audaces. Constancia y perseverancia, determinación y esfuerzos compartidos. Alianzas por el bien común, más allá del dirigismo del Estado o de las élites políticas. En definitiva, todo lo contrario a la pereza institucional que atrapa a la política en la desidia y la ­parálisis.

La política española y la catalana ­deben sacudirse la pereza que alimenta el “no hay alternativa” para resolver nuestros problemas políticos y económicos. Es hora de enterrar el “There is no alternativey su acrónimo TINA, popularizado por Margaret Thatcher en la década de los ochenta para entender el libre mercado y el capitalismo como necesarios e indiscutibles. Pues sí, hay que discutir y a fondo. El actual orden de las cosas ya no da más de sí. El reset es inevitable, como asumen hasta los más escépticos y cínicos, y promueven los líderes más audaces, comprometidos y responsables.

“En un tiempo como el nuestro, en el que la belleza queda restringida al ­cultivo de la imagen, no existe nada más revolucionario que invocar la ­belleza del pensamiento”, escribe el ­filósofo Diego S. Garrocho. La política es hacerse las preguntas adecuadas. ­Pensar sin apriorismos, reiniciar procesos, avanzar con determinación. El populismo solo ofrece respuestas que no transforman, atajos y espejismos. Combatir la pereza es el primer ob­jetivo.

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