Cobra 2.000 euros al mes? Pues veamos por qué usted acaba siendo mileurista.
De sus 2.000 euros, 600 van a la Seguridad Social y otros conceptos de recaudación conjunta (enfermedad, desempleo, formación); le quedan unos 1.400 euros, su salario bruto, de los que se le descuentan unos 166 de retención del IRPF y 70 de contingencias comunes, más otros 24 para formación y desempleo. Reste el IVA de luz, gas, agua y móvil, y el IBI si tiene piso. Y ya es usted mileurista.
¿Y qué obtiene por la mitad de su sueldo?
Servicios públicos. Y en los países donde son mejores también la presión fiscal es mayor; pero ¿son nuestra sanidad, escuela y pensiones igual de buenas en proporción a lo que tributamos? ¿Pagamos a sus profesionales lo que merecen?
La respuesta ya no está tan clara.
Y si recibimos servicios y pensiones inferiores en proporción a esos países, ¿dónde va la diferencia entre lo que pagamos y lo que nos dan?
Y la respuesta está en la baja calidad de nuestro debate político (¡ay, esas cañas de la Ayuso!). Tenemos más política espectáculo, sencillamente, de la que nos podemos permitir.
¿No podría la Asamblea de Madrid representar a los madrileños con la mitad de sus 132 diputados? ¿O el Parlament ser igual de plural con 67 en vez de 135? ¿O el Congreso español con 175 en vez de sus 350 actuales? (El Senado sobra).
Necesitamos un ERE –Bruselas pide ajustes– para nuestra política; pero los partidos, que son los únicos que lo pueden hacer, serían los primeros afectados. Y es ilusorio esperar que se autodespidan, pero a los paganos nos queda, al menos, acusar el desaguisado.
En España hay un diputado autonómico por cada 37.660 habitantes; en Alemania, uno por cada 44.600. Pero si algún partido propone la reducción que nos urge, me como el sombrero.