Sánchez y el regalo de Reyes

Sánchez y el regalo de Reyes

Al inicio de la pandemia, el Gobierno de Pedro Sánchez cogió las riendas de todas las decisiones, sin apenas compartirlas con las autonomías. Era necesario adoptar medidas muy drásticas y en medio mundo proliferaban los estados de alarma. La gente entregó amplios poderes a sus gobiernos sin demasiada aprensión. En medio del drama, poco nos importó ceder en nuestros derechos si ello redundaba en favor de la salud de todos. Ver cómo tu gobierno decidía lo mismo que otros de medio mundo resultaba tranquilizador, aunque ni unos ni otros tuvieran mucha idea de qué era lo mejor. Lo explica Ivan Krastev en ¿Ya es mañana? Cómo la pandemia cambiará el mundo . Si la mitad de los países hubiera elegido el confinamiento y la otra mitad la llamada inmunidad de rebaño, se habría hundido la confianza social en las instituciones. No habríamos sabido a qué atenernos... Cuando surgieron las primeras reclamaciones de las comunidades autónomas para tomar el mando, la Moncloa se resistió a pesar del desgaste. Al fin y al cabo, la inmensa mayoría habría señalado al Ejecutivo central si la dichosa curva no acababa de bajar. Al llegar el verano, Sánchez traspasó las decisiones a las autonomías. Llegó la segunda ola y la sociedad pasó del miedo al enfado a medida que la preocupación por los daños económicos ha ido ganando terreno a la inquietud por la salud.

En esta segunda fase se ha producido un fenómeno de exacerbación de las comparaciones. “Ahora los ciudadanos comparan las medidas de su gobierno con las de otros países en tiempo real”, apunta Krastev. La gente quiere saber si en Alemania hacen más tests o si en Francia dan más subvenciones, sostiene. En nuestro caso, la comparación, siempre odiosa, ha cundido entre comunidades autónomas. Cuál ofrece más ayudas, cuál abre los bares y restaurantes, hasta qué hora... Ayer, Sánchez anunció un plan de vacunación que empezará en enero. Será igual para toda España, aunque se necesite a los sistemas de salud autonómicos para aplicarlo. El presidente no disimula que quiere ser él quien nos traiga el regalo de Reyes más esperado.

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