Pedro Sánchez culminó ayer con la foto con Pablo Iglesias una larga, movida y mediática semana que empezó con una moción de censura de Vox y terminó con el acuerdo de los presupuestos más expansivos de la historia. Entre medias visitó al papa Francisco en Roma, protagonizó una rueda de prensa para anunciar un estado de alarma de seis meses y participó en una conferencia con presidentes autonómicos y la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen. Casi nada. La máquina creativa y estratégica de la Moncloa echaba humo. Lo más importante ahora para el Gobierno es sumar los diputados necesarios para que los presupuestos no se encallen en el Congreso. Si no, no habrá relato que lo resista. Y no va a ser fácil.
Pero este Gobierno va superando los retos que le van surgiendo, y ayer enmudecieron las voces que pronosticaban que el PSOE y Unidas Podemos no llegarían a ningún acuerdo. Si se aprueban las cuentas, salvo que la pandemia lo impida, todo parece indicar que va a haber Ejecutivo para rato. Y poder llegar al final de la legislatura, sin avanzar las elecciones, con todos los precedentes negativos que llevamos, se puede decir que sería algo casi heroico.
Tiempo habrá para analizar con lupa los presupuestos presentados ayer. El primer aspecto significativo que llama la atención es la subida de impuestos, tal y como exigía la formación de Pablo Iglesias. Es evidente que los números de las cuentas del Estado deben cuadrar, y tanto gasto, subvenciones y ayudas que deberá asumir este Gobierno para responder a la crisis económica que dejará la pandemia tendrán que salir de algún sitio. Nunca gusta que se suban los impuestos y menos si afectan a la castigada clase media. Pero cuando llegue el debate parlamentario se verá la magnitud de la tragedia y hasta qué punto el incremento impositivo será tan alto como se había publicitado que se iba a hacer a lo largo de los últimos meses.
Lo que sí que está claro es que, a pesar de los vaivenes, las rectificaciones y las contradicciones que ha ido generando, el viaje de Sánchez va haciendo su camino y superando, uno a uno, todos los obstáculos que va encontrando. Como dicen en la Moncloa: cada día tiene su afán.