¿Por qué odian la transición?
Estampa playera: un castillo de arena abandonado. Pasan niños. Muchos lo indultan pero siempre hay uno que lo derriba. Aparte de gamberro –eso lo puedo entender–, el niño que nunca ha levantado un castillo.
¿Por qué odian tanto la transición aquellos que sobresalen por su afición a cargarse cosas?
Cargarse la transición –y la economía– une a Podemos, Bildu y el independentismo
La transición resultó positiva, a pesar de los episodios negros. La clave fue un concepto que algunos denigran y tanto urge: el consenso. Todos los gobiernos democráticos, la UE y la comunidad académica internacional aplaudieron la transformación. Y la apoyaron.
¡Qué fácil es ponerse exquisitos en el 2020 y cargarse la transición! Lo que sorprende es la saña...
La Santa Alianza la integran Podemos, Bildu y el independentismo catalán. Fuerzas que destacan por su tendencia a cargarse cosas –rozan la excelencia– y una forma de hacer que perjudica la economía, ¿ahora quiere la Generalitat que nos visiten turistas a los que han llamado ladrones, fachas y catetos?
La visión de Podemos para España está ya muy vista en el mundo: repartir mejor la riqueza que me empeño en atacar (y disminuir).
Bildu fue la respuesta de ETA a su derrota en todos los frentes: rechazo de la sociedad vasca, el fin internacional de la condescendencia con el terrorismo –el mundo post-11-S– y el desánimo interno. La estrategia para blanquear su pasado exige hacer creer que hubo empate en todo, sangre inclusive. Ya comprendo que Patria les incomode...
Pese al papel decisivo de CiU en la transición, el independentismo defiende un objetivo legítimo mediante una falacia –hay que seguir tocando erario, curiosa opresión–: la dictadura española continúa, como en 1975. De ahí esas andanas contra la transición para hacer creer que los catalanes vivimos sojuzgados.
¡Los negros de Alabama!
El amigo Oscar Tusquets citaba el domingo en la mesa una gran frase de Ronald Reagan: “Quiero en mi Administración a gente que dé un paso atrás en sus carreras”.
Aquí y ahora, la tormenta perfecta. Tres corrientes políticas hermanadas por la voluntad de destruir lo mejor del pasado –la transición– y proclives a perjudicar la economía.
Basta ver ciertas revanchas –que si Colón, González, la CIA o Juan Carlos I– para acordarse de la frase de Reagan. Menos lupa sobre la transición y más gobernar lo que nos viene encima.