Paisaje después de la batalla

Paisaje después de la batalla

Ignoro si Gabriel Rufián sigue la serie de HBO El cuento de la criada , una distopía basada en la conversión de Estados Unidos en una dictadura teocrática, donde las mujeres viven con el único fin de procrear y donde sus frases habituales son de obediencia: “Bienaventurados sean los que callan”, “bienaventurados sean los mansos”. Pero me atrevería a afirmar que sí la conoce, sobre todo después de verle proclamar en el Congreso de los Diputados, tras los ataques de JxC por su acuerdo con el PSOE: “Por ERC habla y decide ERC. Desde Bruselas hasta Martorelles, pasando por el Congreso y el Parlament. No somos la criada de nadie”. Rufián decidió no callar, ni ser manso con sus socios. Los republicanos no quieren ser los subalternos de JxC. Poco antes, el presidente Quim Torra se había levantado enviando un mensaje a ERC desde Catalunya Ràdio, en el que les advertía que la gente no entendería su votación, que permitía a Pedro Sánchez superar la sexta fase del estado de alarma.

El portavoz republicano encajó mal la reflexión y le tiró metafóricamente la toca de las protagonistas de la serie por la cabeza al recordarle desde el estrado: “A mí no me consta que Pujol fuera independentista, nosotros sí. O que fuera de izquierdas, nosotros sí. Tampoco que hayamos investido a Aznar , Convergència sí”. Laura Borràs se sintió aludida y equiparó a ERC con Ciudadanos por el apoyo a la prórroga, al tiempo que le criticaba su discurso por ofensivo e innecesario. Era el momento de citar a Bertolt Brecht , aunque nadie lo hizo, tras haber escrito: “Porque no me fío de él, somos amigos”.

Los republicanos habían aceptado abstenerse a cambio de que Sanitat recuperara la competencia del desconfinamiento en esta última fase, lo que no parece ninguna deslealtad al Govern, ni ninguna infidelidad al sentido común. Sin embargo, el fin de semana fueron criticados duramente por sus socios. Hasta tal punto subió la tensión, que Torra y el vicepresidente Pere Aragonès se hicieron una foto juntos el martes, que era como una tirita en una hemorragia, en su intento de dar al gesto un valor simbólico de unidad. Pero Catalunya no está para adentrarse en el realismo mágico, sino para pisar firme en la realidad cotidiana. Hay consellers que ni se hablan, pero es aún peor la desconfianza entre las dos fuerzas. Se podría escribir un best seller con las cosas que dicen unos de los otros en privado, pero que ocultan tras una fría sonrisa en público. Asistimos a una operación de desgaste promovida desde Waterloo, como si el país pudiera permitirse juegos de salón con los datos que ofrece la economía. Tendría toda la lógica ir a unas elecciones para reordenar la casa. Pero Torra, que fue quien aclaró en enero que la legislatura había acabado y que convocaría elecciones cuando hubiera presupuestos, le ha encontrado el gusto al sillón y convocará cuando el panorama perjudique más a sus socios. Lo que tiene poco de patriótico. Y aún menos de consecuente.

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