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Presidente o activista

He asistido a decenas de entregas del premio Planeta desde que el fundador del grupo, José Manuel Lara Hernández, me atendía por teléfono cada 15 de octubre a media tarde y me daba pistas inequívocas sobre quién sería el galardonado. Las casi mil personas que asistimos a la cena del premio que el martes fue otorgado a Javier Cercas vivimos dos cenas paralelas. Por una parte, la oficial, literaria, social, con personalidades de la política y la cultura de Barcelona y Madrid y, por otra, la que prácticamente todos los invitados compartimos con los móviles activados viendo los incidentes que ocurrían al pie de Montjuïc. Ninguna representación del Govern pero si la presencia de Meritxell Batet, Carmen Calvo y el ministro de Cultura, José Guirao. Ada Colau se fue en el segundo plato al ver los graves incidentes en varios puntos de Barcelona. Fue una cena agradable pero tensa. No veíamos manifestaciones pacificas y cívicas sino enfrentamientos de los independentistas radicales contra Mossos y Policía quemando y destruyendo material urbano. Nadie del Govern salió a dar explicaciones hasta que la consellera portavoz hizo una condena genérica, ya tarde, contra la violencia. El president estaría descansando. Por la mañana, Quim Torra se había pronunciado a favor de los ma­nifestantes y ayer miércoles, después de celebrar una reunión urgente con su equipo más cercano, se fue de excursión para sumarse a la marcha que ­desde Girona tiene que confluir el viernes en Barcelona. Allí se encontró con Ibarretxe. Torra no se pronunció sobre la violencia de la noche del martes que acabó con más de 200 heridos en toda Catalunya. La política se trasladó a las calles y carreteras con varios consellers participando en las cinco marchas sobre Barcelona. Cuando veo manifestaciones con antorchas y marchas sobre capitales me evocan hechos de los años treinta en Europa.

No es prudente jugar con la política pensando en revisitar la literatura de los años treinta

Quim Torra alterna el sombrero de president y el de activista, según le ­convenga. Se une sonriente a las marchas de repulsa a la sentencia del Supremo y no comenta la violencia entre los manifestantes nocturnos que él alienta y los Mossos que supuestamente están bajo su autoridad. El vacío en política no existe. Siempre hay alguien que lo ocupa. La irresponsabilidad de un gobernante afecta al conjunto de la sociedad que representa. No es prudente jugar con cosas tan serias pensando que la política se inspira en la literatura de principios de siglo pasado que Torra tanto conoce y parece querer revisitar.