LEOPOLDO Pomés acaba de publicar un libro de memorias encantador titulado No era pecado, donde explica que no hay un instante tan mágico como cuando uno ve el papel fotográfico virgen convertirse en una imagen que nos emociona: “No existe un placer comparable y creo que ningún artista tiene esta maravillosa oportunidad de una manera tan inmediata como la tenemos los fotógrafos”. Ciertamente, con la fotografía digital somos capaces de ver al momento si una fotografía es buena
o no, sin esperar a la emoción del revelado.
En las elecciones autonómicas o municipales La Vanguardia dedica su fotografía de portada a los candidatos que se presentan desde el 28 de abril de 1984, cuando competían por la Generalitat Eduard Bueno (PP), Heribert Barrera (ERC), Jordi Pujol (CiU), Raimon Obiols (PSC) y Antonio Gutiérrez Díaz (PSUC). Ninguna mujer y todos con corbata, menos el candidato comunista. Los cinco contemplaban una urna de cristal como transparente objeto de deseo. En las elecciones municipales, el fotógrafo Pedro Madueño ha ido improvisando imágenes únicas, como cuando se llevó a los siete candidatos al Liceu en 1999. Jordi Portabella, (ERC), Imma Mayol (ICV), Santiago Fisas (PP), Joan Clos (PSC), Joaquim Molins (CiU), Pilar Rahola (PI) y Jordi Gasull (EUiA) figuraban sobre el escenario del teatro, donde parecían cantar a su ciudad. En el 2011 Pere Portabella (ERC), Alberto Fernández Díaz (PP), Jordi Hereu (PSC), Xavier Trias (CiU) y Ricard Gomà (ICV) lanzaron al aire las letras de la palabra Barcelona en el Tívoli.
En la edición del 2019, hemos pedido a los candidatos que se mojen por Barcelona, aprovechando la película de agua del pabellón Mies van der Rohe. Ninguna elección promete ser tan ajustada como la de mañana. Ayer se les veía relajados, pero seguramente es porque las cartas están echadas. Por Montjuïc se paseaba el alcalde (o alcaldesa), pero nadie tenía claro quién lo sería esta noche.