La iniciativa impulsada por unas niñas, las pulseras Candela, que ayer explicábamos en nuestras páginas, se han convertido en un acontecimiento financiero en el hospital Sant Joan de Déu al recaudar un millón de euros, casi un tercio de la donación total. Con estos gestos se fortalece la investigación en enfermedades que padecen los niños y que por entrar en la categoría de raras no son susceptibles de obtener fondos por parte de las compañías privadas. Las donaciones se convierten en un ingreso clave para el buen funcionamiento del centro que entiende que no puede prescindir de la investigación ni del conjunto de actividades que hacen la vida más fácil a los niños, como los payasos. La combinación de buenos profesionales, avances médicos y calidad asistencial es lo que atrae a los extranjeros (el 15% del total). Además de un aporte económico, hacen crecer el número de pacientes, lo que da mayor conocimiento a los médicos sobre las enfermedades que padecen. El resultado es que el hospital es un centro de referencia internacional en algunos tumores.
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