La luz y el modernismo de Sitges
Cultura
Recorremos las casas y obras de artistas que trajeron aires de París y Roma, un magnate americano, Rusiñol y sus amigos, un amante de Suzanne Valadon y una sirena póstuma
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Sitges, aunque siempre huele a verano, es una localidad que ha conseguido romper el ciclo estival que tanto lastra a muchos pueblos de la costa, ofreciéndonos diferentes citas a lo largo del año: el carnaval, su festival Internacional de cine, el Corpus, el rally de coches antiguos, ferias anuales de diversos sectores o ser un destino gay de fama internacional, además de ser lugar vacacional de barceloneses y de otras partes.
Y es que Sitges siempre ha tenido vocación de ser la primera, de liderar. Y no bromeo, en Sitges se proyectó la primera ciudad jardín vacacional de España al estilo de Niza, el sector Vinyet-Terramar, el primer chiringuito, el primer autódromo, o el primer Pachá que vio mover las caderas a sus primeros clientes.
El paseo de la Ribera
La Blanca Subur es inquieta y en el siglo XIX comienza a atesorar hechos y movimientos que la cambiarán para siempre. Hablamos de esa decisión valiente que alguna vez tomamos en la vida y donde nuestra mirada deja de ser la misma. Sitges sí la tomó y vaya si la tomó. Los indianos primero y luego diferentes artistas atraídos por su magnetismo la transformaron para siempre. Salió de un espacio local para abrirse al mundo sin filtros con una universalidad que pocas localidades pueden presumir.
Empezamos en el paseo de la Ribera número 31, que tiene cerca de 3 kilómetros de longitud y ha sido declarado bien de interés cultural desde los 60. Nos sentamos en el chiringuito fundado en 1913, pegado a la playa, para tomarnos un café. Se llama tal cual, Chiringuito, siendo desde aquí donde este término se popularizó hasta su significado actual en español e incorporado por la RAE, por eso es el primer chiringuito de España en todo su sentido, ¡qué hubiera sido de Georgie Dann sin él!. El origen de la palabra chiringuito viene, en realidad, de una manera de hacer café en Cuba.
La luz del siglo XIX y su cuartel general
Avanzamos por el paseo hacia la iglesia, hasta el número 22, donde estaba el taller y la casa familiar de Joaquim de Miró i Argenter, uno de los pintores sitgetanos de la escuela luminista. Un lugar emblemático, pues era el punto de reunión de este movimiento, más tarde también lo fue de los modernistas liderados por Rusiñol, que tan buenas migas hicieron con ellos.
Por favor, retened la vista que hay desde este lugar, mirando hacia el monumento del Greco, las palmeras y la iglesia al fondo, pues al visitar el museu de Maricel os invito a ver el paso del tiempo con el cuadro Vista del Baluard i la Platja des d’El Greco (1908) de Joaquim de Miró, pintado desde este mismo lugar.
Cuando las calles de Sitges lucían caballetes
La escuela luminista de Sitges reafirmaba el valor de la luz. Arcadi Más i Fontdevila, uno de los fundadores de la corriente, consiguió la primera beca Mariano Fortuny para estudiar en Italia, donde se maravilló por la técnica de este pintor y donde perfeccionó la suya. Nos topamos con esas primeras decisiones que marcarían un punto de inflexión en Sitges, pues a su vuelta, su amigo el pintor Joan Roig-Soler, otro de los fundadores, le invita a Sitges para huir de las maneras académicas y pintar al aire libre de un modo más espontáneo, captando la luz mediterránea en cada pincelada.
Los dos decidieron instalarse en Sitges para siempre. Y es que, en cuanto a luz, Sitges, orientada ligeramente al sur, no tiene apenas rival. Los luministas embriagados por ella pintaron sus paisajes, calles, playas, viñedos y quehaceres de sus gentes, pescando o en actos solemnes y cotidianos, salpicando las calles sitgetanas de caballetes, pinceles y paletas.
Arcadi Mas i Fontdevila y el Corpus
En este sentido, el cuadro La Procesión de Corpus (1887), de Mas i Fontdevila ganaría el segundo premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid ese mismo año, comenzando su consagración. La acción de la pintura transcurre durante el corpus de Sitges en la desaparecida casa de los Catasús en la calle de les Parellades esquina con la de Sant Josep, sin embargo, el pintor cambiaría la perspectiva real de la calle y añadiría en el cuadro la rejería de otra casa existente actualmente, la de la casa Amell en la calle Sant Pau 24. Paradójicamente, en 1934, Arcadi moriría en esa misma casa que pintó en este lienzo, donde vivía su hija. El cuadro podemos verlo en el museu de Maricel, así como los de otros luministas: Joan Roig-Soler, Joaquim de Miró, Almirall o Batlle.
Cau Ferrat: Sitges, capital del modernismo
Continuamos por la playa Fragata desde el paseo, escenario también de diversos cuadros de los luministas, subimos al Baluard y, bordeando la monumental iglesia barroca de Sant Bartomeu entramos en la plazuela del Racó de la Calma y en el carrer Fonollar dónde está el museo del Cau Ferrat.
Nos trasladamos a 1893, cuando Santiago Rusiñol decide comprarse y rehabilitar una casa de pescadores al borde del mar, fijando su residencia definitivamente en Sitges. Llevaría consigo su colección de forja y pinturas, reproduciendo su estudio Cau Ferrat de Barcelona, que compartía con Enric Clarasó.
Hoy en día Cau Ferrat es de las casas talleres de artistas, junto a la casa de Dalí en Portlligat y el Museo Sorolla de Madrid, más mágicas y auténticas que probablemente puedas ver. ¡Imprescindible! En Cau Ferrat puedes sentir a Rusiñol en sus tertulias o pintando con sus ventanales al mar que imposibilita no tener inspiración. Rusiñol convirtió este taller en el epicentro del modernismo catalán.
La colección Rusiñol
En el museo admiramos al Greco, a quien tanto veneraban los modernistas y al que Rusiñol erigió una estatua en el paseo de Sitges. También veremos obras de sus amigos los luministas, de Casas, Zuloaga, Picasso, Pere Jou o Clarasó.
Sobresalientes y recomendables son dos cuadros de Rusiñol La morfina (1894), adicción que Rusiñol padeció, siendo de una inquietante expresividad, entre el placer y el dolor. Ella es Stephanie Nantas, la modelo habitual de su etapa parisina. El segundo cuadro es el ingenioso Retratándose (1890) que exalta la amistad entre Casas y Rusiñol casi hasta el romance, pues el cuadro está pintado por los dos, en una parte del mismo Rusiñol pinta a Casas y en la otra Casas a Rusiñol, en una misma escena y en un solo cuadro. Siempre que veo este cuadro me gusta pensar que fueron pareja, iniciando el Sitges gay.
Un americano mecenas
Estamos ante otra determinación que cambió Sitges. Rusiñol se puede decir que fue el mejor embajador de Sitges, activó la cultura e invitó a los artistas más ilustres del panorama de entonces. Entre ellos a Ramon Casas, compañero de fatigas en París y Els Quatre Gats. Casas a su vez invita a otro gran protagonista que dará la vuelta a Sitges, Charles Deering, un industrial multimillonario americano y coleccionista de arte, quien sufragó el Palau de Maricel, a excepción de Cau Ferrat, claro. Cuando Casas lo trae para ver el taller de su amigo, a Deering le debió dar un poco de envidia y el americano, sacando pecho, decide comprar el antiguo hospital de Sant Joan contiguo, muy deteriorado, y algunas casas de pescadores para hacerse su residencia y traer toda su colección a Sitges, lo que hoy es el Palau de Maricel.
El palau de Maricel y el arte sitgetano en Chicago
Aquí entra otro personaje indispensable en Sitges, Miquel Utrillo, quien se encargará de proyectar el nuevo palau de Maricel (1913-17) Utrillo es imposible catalogarlo, ingeniero, empresario, artista y polifacético. Desde luego era un hombre hábil e interesante, tanto que el magnate confió en él para ampliar su colección. Deering residió en Maricel pero abruptamente abandonó Sitges en 1921, probablemente por desavenencias con Utrillo, e incluso se rumorea que por enfado entre las mujeres de ambos. Al final, Deering se llevó su colección, donando a su muerte gran parte al Arts Institut de Chicago, donde hoy se exhiben varios cuadros de los luministas y modernistas, además de un número de obras considerable de arte español románico y gótico, casi todas adquiridas por Utrillo.
Un amante de Suzanne Valadón
Miquel Utrillo vivió con su familia en lo que hoy es la biblioteca Santiago Rusiñol en la plaça de l’Ajuntament 13. Inició su amistad con Rusiñol y Casas en Barcelona, formando el núcleo duro modernista. Convivió con ellos en sus etapas parisinas, como corresponsal de La Vanguardia . Cuando hablamos de los viajes a París nos referimos a que estos burgueses bohemios se codeaban con los más grandes del momento como Erik Satie y, sobre todo, Utrillo con Suzanne Valadon. La mítica pintora y modelo de numerosos artistas como Renoir o Toulouse-Lautrec y amiga personal de muchos de ellos.
Suzanne rompía abiertamente con las encorsetadas normas sociales de la mujer del XIX y vivió la misma vida bohemia que el resto de los artistas parisinos. Mantuvo amoríos con varios de ellos, de una de estas relaciones nació su hijo cuya paternidad no está clara, se dice que de Renoir. El caso es que Utrillo, amante de Suzanne, cedió su apellido a su hijo, Maurice. Posteriormente, Maurice Utrillo fue un pintor francés también muy reconocido.
El Poble Espanyol de Montjuic y el proyecto Terramar en Sitges, entre otras cosas, también fueron diseñados por Miquel Utrillo.
Palau Maricel y Can Rocamora
El palau y Museu de Maricel en realidad son dos, el de Terra y el de Mar, bueno tres, y Can Rocamora, justo entre Cau Ferrat y el museo de Maricel. Deering cuando se fue lo donó a Ramon Casas, donde pasó temporadas. Utrillo realiza un conjunto modernista ejemplar con aire popular, inspirado en Can Falç y Cau Ferrat, antiguas casonas sitgetanas, respetando el blanco del antiguo barrio de pescadores e incorporando piezas de antiguas iglesias o palacios de sitios tan dispares como la puerta gótica del siglo XV del Racó de la Calma de Salamanca o el Sant Miquel del puente de Balaguer.
Sin embargo, también incorporó diversos oficios como canteros, cerrajeros, carpinteros o escultores como Pere Jou, que es el autor de los capiteles del palau y donde inmortalizó en dos de ellos a todos, incluidos Utrillo y Deering. Observar a cada capitel con sus historias de alegorías, vicios y virtudes no defraudan nunca. El espíritu del palau de Maricel era construir elementos clásicos, pero aplicando el arte moderno como es el caso de estos espectaculares capitales. Jou también diseñó las esplendidas gárgolas de Maricel.
Pere Jou y la Sirena póstuma
Pere Jou, que se instaló en Sitges hasta su muerte, tiene otra obra emblemática en Sitges, una sirena que escucha en la soledad de la noche a sus habitantes y que durante el día choca los cinco con niños y jóvenes que pasean por el Puntal. Se trata de una obra póstuma de Pere Jou quien hizo el molde en yeso en 1955, y tras su muerte en 1964, intelectuales y vecinos sitgetanos toman la iniciativa de materializarla en bronce, hoy la podemos encontrar en las escalinatas que suben a la iglesia pegada al mar, como si acabara de brincar a tierra para saludar y observarnos.
Sitges siguió y continúa en esta senda artística y lo importante es seguir apoyándola.