Un personaje de lo más peculiar otea el horizonte, escrutando los pliegues del océano. Imposible no fijarse en él. Luce un sombrero negro salpicado con pins de colores y una cinta erguida a modo de pluma. En sus manos, un instrumento musical: una especie de cuerno de forma retorcida. Y sobre el pecho y la espalda, un cartel que lo identifica como Whale Crier . Es decir, pregonero de ballenas. El suyo es un oficio único en el mundo.
Su lugar de trabajo es el litoral de Hermanus, un pueblecito pesquero en el extremo sur de Sudáfrica, a poco más de 90 km de Ciudad del Cabo. Y su cometido no es otro que el de facilitar el avistamiento de cetáceos. En cuanto detecta algún ejemplar a lo lejos, el pregonero hace sonar su cuerno. Según un código de soplos largos y cortos —código que lleva impreso en el cartel—, indica al público hacia qué zona se encuentran.
El Whale Crier conoce a fondo su comportamiento: cuándo asoman la cabeza, cuándo baten las aguas con la cola, cuándo saltan de espaldas, cuándo resoplan… De hecho, tiene un saber amplio sobre la biodiversidad marina; y atiende a las dudas de los visitantes que se dirigen a él, mientras patrulla a lo largo de los acantilados. Su especialidad, sin embargo, es la ballena franca austral, especie con unas características callosidades en la cabeza, que acude a las costas surafricanas entre principios de junio y principios de diciembre.
Hermanus alardea de ser la mejor base terrestre del mundo para la observación de ballenas. Y el pregonero se ha convertido en su gran embajador. Se le considera el surafricano más retratado después de Nelson Mandela.
El secreto mejor guardado del Cabo
El primer pregonero, Pieter Claasen, hizo sonar su cuerno en agosto de 1992. Fue gracias a la iniciativa de un empresario turístico, Jim Wepener, tras escuchar en boca de visitante que las ballenas de Hermanus debían de ser “el secreto mejor guardado del Cabo”. Jim supo ver un filón. En un primer momento, utilizó a sus propios familiares como observadores. Cada vez que avistaban ballenas, lo comunicaban a través de la radio local. Pero al cabo de unos meses, se le ocurrió crear una figura específica: la del Whale Crier.
Con su aspecto estrafalario, Claasen pronto captó la atención de los medios nacionales y también de la prensa británica. Gracias a ello, fue llamado a participar en una competición de pregoneros en Topsham, en el condado de Devon, donde recibió el trato de invitado de honor. Eso representó un paso más hacia una popularidad que han ido amplificando sus sucesores. Tras él, seis personas más han ocupado el puesto, hasta llegar al actual Thembinkosi Sobazile, alias Bravo.
A través de ellos, Hermanus ha consolidado su proyección mundial como centro privilegiado para la observación de cetáceos . El pueblo celebra incluso un Festival Anual de la Ballena, con conciertos, actividades callejeras, entretenimiento infantil y gran oferta gastronómica durante tres días. El evento rinde homenaje a la Ballena Wendy, un ejemplar que en la década de 1930 embarrancó en la costa de Hermanus y a quien los aldeanos ayudaron a regresar al océano. Cuenta la leyenda que Wendy regresó, año tras año, para regocijo de todo el pueblo.
Hermanus ha pasado de ser un modesto villorrio a convertirse en uno de los destinos más pintorescos de Sudáfrica
Así pues, en menos de 120 años de historia, Hermanus ha pasado de ser un modesto villorrio a convertirse en uno de los destinos más pintorescos de Sudáfrica. Hasta su nombre lo es. Se debe a un profesor holandés, Hermanus Pieters, a inicios del s. XIX que solía pescar y llevar a pacer a sus ovejas a un manantial. El lugar acabó siendo conocido como Hermanuspietersfontein. O sea, el manantial de Hermanus Pieters. Sin embargo, en 1902 un cartero decidió recortar el nombre porque se le antojaba demasiado complicado. Hermanus tomó estatus de municipio dos años después, sin que el señor Pieters llegase a saber que le había dado nombre. Había fallecido en 1837.
De novela y de película
La figura del pregonero de ballenas ha arraigado de tal manera en el imaginario surafricano que hasta tiene su propia novela. En 2005 el escritor Zakes Mda publicó The Whale Caller, la historia de un pregonero que se siente atraído por una ballena. Se trata de un complicado triángulo amoroso entre ambos y una misteriosa mujer. El argumento fue llevado al cine en 2016 por el director suazi Zola Maseko.
El pregonero de la película se comunica con la ballena con un cuerno como el que blanden los auténticos Whale Criers. En inglés se llama kelp horn. Y en realidad, se trata de un instrumento musical elaborado con la mayor alga del mundo: la Macrocystis pyrifera. Un solo ejemplar puede superar los 45 metros de longitud. Si se cortan los extremos de sus largas hojas, llamadas filoides, dejan pasar el aire. Y al soplar a través de ellas, emiten una especie de gemido. Una vez secas, adquieren un aspecto oscuro y serpenteante.
No solo el oficio de pregonero, pues, es único en el mundo. También lo es su instrumento de trabajo.