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10 paradas ineludibles en una escapada a Alentejo

Viajes de proximidad

Uno de los destinos más interesantes para viajar este verano. Está cerca, es barato y la belleza de sus paisajes es sorprendente

Elige tu guía inteligente para escaparte por España

Évora, una ciudad cargada de historia

RossHelen / Getty Images/iStockphoto

Este miércoles 1 de julio acaban de abrirse las fronteras entre Portugal y España de manera oficial. Y sin ningún género de dudas, este verano “nuestro vecino de rellano” será uno de los viajes más recomendables fuera de nuestro territorio. Además de que lo tenemos aquí al lado, hay que resaltar el hecho de que ha sido uno de los países con menos incidencia de Covid-19. Y una las partes más desconocidas de Portugal es la región de Alentejo, situada entre los dos grandes pilares turísticos portugueses: al sur de Lisboa y al norte del Algarve.

Hay que pensar que es una tierra muy despoblada: hay apenas 700.000 alentejanos, el 8% de la población del país en una región que ocupa casi el 35% del territorio estatal. Para llegar, solo tenemos que ponernos al volante de un coche, una moto o una autocaravana y recorrer unos cuantos kilómetros.

Llanos interminables, campos áridos, viñedos que se alargan en el horizonte, castillos medievales, una gastronomía para chuparse los dedos...

Es todo un descubrimiento. Alentejo significa, literalmente, “más allá (além) del Tajo (Tejo)” un nombre que recibió de los árabes en el siglo VIII. El paisaje es memorable, real, cautivador. Llanos interminables, campos áridos, viñedos que se alargan en el horizonte, castillos medievales, una gastronomía para chuparse los dedos... Sus pueblos son una preciosidad. Por el camino se respira la quintaesencia del ruralismo portugués. Si decides escaparte este verano, apunta estas 10 paradas que se inician en el sur (el Baixo Alenteixo), más adelante al norte (el Alto Alenteixo), para poner punto final de nuevo en el sur:

1- Mértola, el corazón del Guadiana

España y Portugal llevan muchos años de convivencia. Se podría decir que son como hermanos (o vecinos, como he dicho antes). De hecho, comparten la península Ibérica. Otra cosa que comparten es el río Guadiana, cuyo recorrido va de España a Portugal para acabar desembocando en el Atlántico. Justo en la frontera entre los dos países, nos encontramos con el parque natural do Vale do Guadiana, donde destaca en lo alto de un acantilado del río el encanto de Mértola, considerado un pueblo-museo al aire libre a causa de las huellas que dejaron a su paso romanos -fue llamada Myrtilis por Julio César-, árabes y paleocristianos. Es un buen punto de partida para explorar el Alentejo.

Desde Huelva, la carretera cuenta con un paisaje muy agradable. Muchos aseguran que allí se cuece el mejor pan de Portugal, por lo que vale la pena desayunar un buen café y catar un pan con aceite antes de visitar su castillo medieval, pasear por sus calles laberínticas de estilo árabe y admirar los molinos que funcionan gracias a las aguas del Guadiana.

2- El queso de Serpa

A un poco más de 50 kilómetros al norte de Mértola, está Serpa, otro pueblecito por el que vale la pena pasar. También muy pegado al Guadiana, en esta población del interior de Portugal, podrás saborear uno de los quesos más apreciados del Alentejo: el queijo de Serpa. Hecho con leche de oveja, su elaboración es puramente tradicional: la leche se cuela mediante paños de lana doblados hasta 40 veces. El cuajo se lleva a cabo con cardo vegetal y en el corte de la cuajada se usan solo cuatro movimientos ligeros, que se presume están relacionados con las tradiciones religiosas. El tiempo de curación es de entre 4 y 6 semanas y el resultado final es una delicia y, de alguna manera, representa el sabor local y la cautivadora sobriedad de estas tierras campestres.

3- El encanto medieval de Évora

Unos 100 kilómetros más hacia el norte, alcanzamos Évora. Y si hay una parada imprescindible en Alentejo es Évora. Una ciudad monumental y declarada patrimonio de la humanidad por su exquisita conservación de la arquitectura medieval. Es de esos lugares donde se tiene que ir sin prisas, pasear por sus callejuelas, observar su historia: el palacio del Arzobispado, la catedral, el monasterio de los Cartujos, el palacio Don Manuel, la iglesia de San Francisco, el convento dos Lóios o la torre de Sisebuto.

4- Las ‘olarias’ de Sao Pedro do Corval

Si hay algo que demuestre la autenticidad de los lugares es su capacidad para mantener sus tradiciones ante el despiadado paso del tiempo. Ya en la zona central del Alentejo, en su corazón, las “olarias” son un magnífico ejemplo de lo que hablo. Al este de Évora, en Sao Pedro do Corval llevan muchísimos años trabajando la cerámica con enorme pasión.

Las ”olarias” son talleres de cerámica donde alfareros crean y enseñan a moldear platos, cuencos, tazas y una extensa lista de utensilios de todo tipo. Es una maravilla verlos trabajar. La mayoría de estas escuelas -hay unas 20 en el pueblo- se concentran en la rua da Primavera y se puede admirar cómo sus manos convierten el barro en fenomenales formas.

5- La ciudad fronteriza de Elvas

Ahora nos adentramos en el Alto Alentejo. Muy pegada a la frontera –a unos 10 kilómetros de Badajoz– aparece la población de Elvas. Tal vez sea uno de los tesoros ocultos con los que cuenta Portugal. Las señales de su larga y tensa historia se hace patente con los fosos, el fuerte y los contrafuertes, los viejos cañones y unas robustas murallas. Es una localidad manifiestamente a la defensiva. Sin embargo, nos da la bienvenida con una de las entradas más bonitas que puede tener una ciudad: el acueducto da Amoreira, que cubre aproximadamente 8 kilómetros de largo y sus arcos se elevan majestuosamente hasta los 30 metros de altura. Se construyó en 1622 y es monumento nacional desde 1910. Todo un recibimiento.

6- El museo romano de Marvao

Después de una larga ruta hacia el norte, Marvao nos espera en lo alto de una colina. Es el típico paisaje esencialmente alentejiano: calles estrechas y serpenteantes, fachadas blancas y portales y ventanas decorados con flores. Y, cómo no, su imponente castillo. Es aconsejable visitarlo, puesto que se puede conocer su interior, caminar sobre sus murallas o asomarte a la torre del homenaje.

Y ya saliendo del pueblo en dirección hasta la próxima parada, Castelo de Vide, es importante darse un paseo por un excelente museo romano (Cidade de Ammaia). La entrada cuesta dos euros y consta de dos partes, un museo-centro de interpretación (hay un video interesante, por cierto) y las ruinas propiamente dichas. El museo dispone de salas en las que se exponen diversos hallazgos (se excava allí desde 1994) como monedas, alguna escultura, dinteles tallados, platos, joyas y objetos de vidrio, cerámica, etcétera.

7- Las juderías de Castelo de Vide

Si es posible, a Castelo de Vide merece la pena llegar al atardecer. Porque desde lo alto del castillo hay una de las vistas más espectaculares de la campiña alentejiana. De hecho, hay un paseo de lo más agradable hasta el castillo, donde nos tropezamos con uno de los barrios judíos mejor conservados de Portugal. Al parecer, en los tiempos de la Inquisición española, muchos judíos sefardíes huyeron de Castilla, atravesaron la frontera y se alojaron tras las murallas de Castelo. Hoy su huella es intensa allí. Hay una antigua sinagoga, que hoy en día funciona como museo, y sus calles evocan aquella época (siglo XIII a XV) donde los nombres y las señales del culto de generaciones hebreas se mostraba en las puertas de granito.

8- Ruta del vino hasta Estremoz

Los lectores del diario USA Today aseguraban que se trata de la mejor región de enoturismo del mundo. No en vano, en Alentejo se esconden más de 250 bodegas dedicadas al vino blanco y tinto. Para llegar hasta allí es necesario descender de regreso hacia el sur, rumbo esta vez a Estremoz. El paisaje que envuelve el recorrido está cubierto de viñedos, que ocupan planicies, olivares y dehesas.

Si te fascina el vino y la buena comida (el cerdo alentejano es delicioso), una buena sugerencia consiste en parar en alguna de las haciendas o heredades que salpican el camino y realizar una cata. Concretamente entre la entrañable ciudad de Évora (eje de esta región) y Reguengos de Monsaraz, que fue la ciudad europea del vino en 2015, existen numerosos lugares para degustar vino, contemplar la recolección de uvas o darse un espléndido homenaje en alguno de los restaurantes locales.

9- Los tapetes de Arraiolo

Hay un pueblecito precioso muy cerca de Évora del que pocos hablan y que tiene mucho que contar. Es Arraiolos, famoso por sus tapetes (alfombras) bordados a mano con lana sobre tela de yute o algodón. Todo un arte que ha pasado de generación en generación desde el siglo XV. La tradición está tan arraigada en Arraiolos que gran parte de sus habitantes se dedican a tejer. Se nota al caminar por sus calles –entre casas encaladas con pinceladas azules y techos de terracota- en las que muchas mujeres, sentadas al sol frente al portal de sus casas, zurcen sin parar figuras de flores, animales o azulejos. El color que se genera en las calles es digno de contemplar. La vida rural en estado puro.

10- Surf en Zambujeira

Y ahora salimos del interior para buscar el mar. Casi tocando con la región de Algarve, conviene hacer esta última parada en Zambujeira do Mar, una pequeña aldea de pescadores cuya costa forma parte del parque natural del Sudoeste Alentejano. Situada en un gran acantilado, cuenta con varias de las playas más aconsejables para los amantes del surf y el submarinismo. La playa Do Brejâo, por ejemplo, que también recibe el nombre de playa de Amália en honor a Amália Rodrigues, la famosa cantante de fados, tiene unos fondos muy reconocidos en todo el mundo.

Por cierto, Zambujeira es un magnífico lugar para despedirse de Alentejo disfrutrando de un buen pescado fresco o de una ración de percebes, muy solicitados en todo Portugal. Y apunta: en agosto tienen lugar los tres eventos más importantes del verano: el Festival do Sudoeste, las fiestas de la patrona local, y la feria anual.

Una las partes más desconocidas de Portugal es el Alentejo, situada entre los dos grandes pilares turísticos: al sur de Lisboa y al norte del Algarve

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