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Guía de ecoturismo para viajar a La Palma

De proximidad

Viajera incansable y alma del blog La Cosmopolilla, Patricia Rojas nos propone un recorrido por la Isla Bonita, un destino de naturaleza y fuera del turismo de masas

Litoral de La Palma

LUNAMARINA / Getty Images/iStockphoto

Imagina un corazón de roca volcánica varada en el Atlántico, donde cada trocito de los 700 kilómetros cuadrados que la componen es reserva de la biosfera. También conocida como la “Isla Verde”, los aborígenes la llamaban Benahoare que significa “mi tierra”. Su carácter indómito aún está presente en el noroeste del archipiélago canario, albergando la promesa de un paraíso virgen con playas de suave arena negra y acantilados de vértigo, mil y un senderos entre frondosos bosques de laurisilva -las selvas más antiguas del planeta- y los volcanes del sur. Todo ello bajo un cielo protegido por su limpieza y nitidez, ventana al firmamento.

Además de esta naturaleza prodigiosa, sus vinos de altura y productos locales de calidad han hecho de La Palma un referente para la práctica del ecoturismo y ese “viajar despacio” que se impone en el frenesí de los tiempos modernos.

Cascada en el bosque de los Tilos

Patricia Rojas

Imagina, pues, una isla para sentirla, saborearla y dejarse impregnar del “efecto La Palma”: esto se traduce en un bienestar que recorre los huesos al respirar la calma, tan dulce y embriagadora como uno de sus vinos malvasía denominación de origen. ¿Empiezas a imaginar? Si buscas un destino de naturaleza, poco trillado y fuera del turismo de masas, apunta en tu hoja de ruta la isla de La Palma.

Mil kilómetros de senderos

La primera sugerencia para una ruta de ecoturismo por la Isla Bonita es portar tu calzado más cómodo: La Palma se descubre con las botas puestas. Las propuestas para caminar son casi infinitas. Los vientos alisios susurran entre árboles primitivos a lo largo de los 13 kilómetros de la senda de los Nacientes de Marcos y Cordero, por la exuberante espesura del bosque de Los Tilos. Una selva de laurisilva vestigio de la era terciaria, primer espacio verde en ser declarado reserva de la biosfera en 1983 -en 2002 la protección se extendió a toda la isla-. Vergel de humedad y umbría, plantas como helechos, musgos y lianas dibujan un bosque de fantasía.

Otras posibilidades de caminatas: penetrar al interior de la Caldera de Taburiente , corazón de La Palma, en busca de la cascada de Colores. Alcanzar el mirador de la Cumbrecita, entre bosques de pino canario y caprichosos roques -antiguas chimeneas volcánicas-. Dicen que la silueta de las montañas adoptó el perfil del guerrero Tanausú, caudillo que luchó hasta su último aliento contra los conquistadores procedentes de la península. Interesados en la biodiversidad y especies endémicas, nada como seguir la ruta de los Dragos de Buracas por los barrancos de la costa norte.

Mirador de la Cumbrecita. La Caldera de Taburiente

Patricia Rojas

Incluso en La Palma es posible adentrarse en las entrañas de la Tierra, visitando el tubo volcánico Cueva de Las Palomas, una actividad de espeleología para observar desde dentro los pliegues, huecos y costuras de toda esa masa terrestre que un día emergió del océano. Aunque para volcanes, al sur aguarda un paisaje bizarro y desértico que admirar en una ruta a pie entre el volcán de San Antonio y el Teneguía, el último en entrar en erupción en 1973.

Isla brava y joven, contempla a sus vecinas y hermanas El Hierro, La Gomera y Tenerife en la lejanía. La devoción que inspiran esta red de vías naturales alcanza su apogeo con el Festival Internacional de Senderismo y Montaña de La Palma, en el que cada año se dan cita unos trescientos caminantes para recorrer los diferentes senderos de la Isla Bonita durante varias jornadas.

Cráter del volcán San Antonio

Patricia Rojas

La Palma, destino ‘starlight’

Silencio. Inmensidad. Oscuridad. Los misterios del cosmos se tornan más cercanos gracias a los telescopios internacionales instalados en el Roque de los Muchachos -cumbre de la isla a más de 2.400 metros de altitud-. El cielo de La Palma es otro de los patrimonios de la Isla Bonita: por su latitud, nitidez y escasa contaminación lumínica se encuentra entre los cinco mejores del mundo para observar las estrellas . Incluso toda la superficie insular posee una ley del Cielo, gracias a la cual las farolas de la isla son de baja intensidad, apuntando hacia el suelo.

Previa reserva, es posible visitar el Gran Telescopio Canarias, mayor telescopio óptico del mundo. En realidad, no hay que subir al techo de La Palma para conseguir un cielo colmado de estrellas; cualquier punto alejado de la población es idóneo para asomarse al universo, trazar constelaciones y atisbar la Vía Láctea, siempre que sea época. El llamado astroturismo es alimento para la imaginación de ese viajero soñador que leyó -y releyó- El Principito , y aún siga buscando el asteroide B 612. Tal vez en los cielos de La Palma lo encuentre.

Los observatorios de La Palma

Patricia Rojas

Entre vinos y estrellas: D.O. La Palma

¿A qué sabe la “Isla Bonita”? El viajero más sibarita retendrá en su paladar los taninos de cepas antiguas, traídas desde Europa antes de la terrible plaga de la filoxera, para ser plantadas en terreno volcánico junto al mar. El resultado, vinos con carácter cuya máxima expresión es la malvasía, creando caldos deliciosos, premiados y ecológicos en producciones sostenibles.

Algunas bodegas de referencia se encuentran en Garafía, al norte. como El Níspero; Matías i Torres, con más de un siglo, en el sur de la isla. Las bodegas Teneguía se definen como la primera bodega starlight del mundo, ofreciendo catas bajo la luz de la luna conducidas por un enólogo y un astrónomo para grupos reducidos. Sin una idea magnífica maridar vino y estrellas.

Viñedos de Garafia

Patricia Rojas

Pero no sólo de buenos vinos vive La Palma. En San Andrés y Sauces, sobre la piscina natural El charco Azul, se produce el ron como antaño, de manera artesanal. Una finca familiar es la responsable de destilar el zumo de la caña de azúcar en alambiques de los años 30: el ron Aldea presume de ser el mejor de la isla. Sólo hay que acercarse hasta la tienda para hacer una cata y degustarlo, brindando por los buenos ratos que regala la Isla Bonita.

Mención aparte merece la gastronomía palmera, cuyas señas de identidad se escriben con mojo, viejas y gofio, divino tesoro. Como en toda Canarias, La Palma se saborea en productos frescos del mar, postres como el quesillo, Bienmesabe o un Príncipe Alberto además de deliciosas frutas subtropicales ¡y los famosos plátanos de Canarias! En la Isla Verde los cultivos de plátanos ecológicos, sin usar productos químicos, se pueden encontrar en Puerto Naos, al oeste de La Palma.

Quesos y embutidos de La Palma

Patricia Rojas

La Isla Bonita también posee queserías con vistas al Atlántico donde se elabora el exclusivo queso palmero “Luna de Awara”. La puntita sur está dedicada a la producción de la sal bajo un esbelto faro: las salinas de Fuencaliente son el sueño de cualquier fotógrafo al atardecer. Un lugar con mucha magia donde dejarse mecer por los rayos de sol poniente y el arrullo de las olas.

Salinas de Fuencaliente

Patricia Rojas

Artesanías palmeras en Breña Alta

A las afueras de Santa Cruz, en el municipio de Breña Alta, aún se pueden contemplar los oficios tradicionales de artesanía, tales como fabricación de puros artesanos, zurrones para el gofio, la talla de madera, cestería o confección de trajes tradicionales. Oficios que habitualmente se heredan de generación en generación.

En el mercado de Breña Alta y el de Santa Cruz; también en pequeños comercios de la calle Real, se pueden adquirir frutas y verduras producción kilómetro cero o algunas de estas artesanías como un sombrero tejido a mano, ideal para protegerse de la lluvia de polvo blanco durante Los Indianos. No puede faltar en esta guía de ecoturismo en La Palma el apoyar a ese pequeño artesano que sigue afanoso en su taller, contra viento y marea, luchando por un oficio en peligro de extinguirse.

Tiendas de la calle Real de la Palma

Patricia Rojas

Fiestas y tradiciones locales: Los Indianos

Prenderse del “efecto La Palma” también significa integrarse en el espíritu de jolgorio que se desata cada carnaval en Santa Cruz de la Palma, la capital de la Isla Bonita: el día de Los Indianos. Bajo los típicos balcones de arquitectura colonial suena el son de Cuba, con ritmos y bailes caribeños. La batalla de polvos de talco se torna gran nube blanca cuando explota de alegría la plaza de España: el momento en que “la Negra Tomasa” hace acto de presencia acompañada de su ruidosa comitiva.

Los Indianos es una fiesta de carnaval que rememora en forma de parodia el regreso de los que marcharon a Cuba en el siglo XIX a hacer fortuna y volvían alardeando de riquezas. Los puros, los encajes, las maletas, las perlas y fajos de billetes falsos son el atrezo necesario para un gran teatro al aire libre donde es obligado vestir de blanco, beber ron y bailar hasta el amanecer. Y es que, como cantaba Celia Cruz: “Ríe; llora; vive la vida; gózala toda”. La Palma se presenta como el mejor lugar para ponerlo en práctica.

Los Indianos, La Palma

Patricia Rojas