El cristo articulado y otras maravillas de Laguardia
Mundo insólito
Este pueblo situado en la Rioja alavesa, es uno de los más bellos de la zona
Encumbrado en una colina que domina prácticamente toda la Rioja alavesa , el pueblecito de Laguardia es uno de los más bellos del sur del País Vasco. Su monumental iglesia de Santa María de los Reyes esconde varios secretos no perceptibles cuando se echa un vistazo desde el exterior. El más espectacular, su portada interior de carácter gótico, que se remonta al siglo XIV pero que tiene en la policromía creada en el XVII una joya inigualable. Se conserva perfectamente con sus colores originales, resguardada de las inclemencias meteorológicas. La estatua de la Virgen preside el conjunto, escoltada por unas efigies de los apóstoles que superan el tamaño medio de una persona. Y el arco ojival está repleto de detalles interesantes. Uno de los más llamativos, la escena de la llegada de los Reyes Magos. Todos los personajes lucen unas mejillas sonrosadas muy saludables, ropajes de tonos llamativos y el dorado adornando las alas de los ángeles.
Dentro del templo, además del retablo barroco, una de las tallas más originales es el Cristo articulado que se baja de la cruz durante las ceremonias de Semana Santa. Jesús muestra el rostro torturado al que estamos acostumbrados, con heridas prácticamente por todo su cuerpo. Lo singular de la escultura es que las extremidades se mueven, lo que otorga un realismo inquietante al Descendimiento.
Además de este sensacional arte religioso, Laguardia conserva un entramado urbano que se correspondiente con su diseño medieval, todavía con buena parte de las murallas intactas. De hecho, los visitantes suelen penetrar por las puertas Abacial o de San Juan para visitar el conjunto histórico, con una plaza del Ayuntamiento señorial, en el que el carillón con autómatas que aparecen, tras una puerta de hierro, a las horas en punto, suele acumular a los visitantes, embelesados.
En un rinconcito de la semi oculta plaza del Gaitero, los paseantes tropiezan con una escultura intrigante: bolsas y maletas de todo tipo, zapatos, botas… fundidos en bronce sobre mesas. Son el particular homenaje que Laguardia, un cruce de caminos entre el País Vasco, la Rioja y Castilla, rinde a los viajeros. No lejos de allí, en uno de los mejores miradores sobre la sierra de Toloño, está el busto dedicado a Félix Samaniego, el gran fabulista que nació en esta villa.
El paseo por la parte exterior de las murallas proporciona panorámicas de otro calibre
El paseo por la parte exterior de las murallas va proporcionando panorámicas de otro calibre. Por ejemplo, se observan perfectamente las lagunas naturales ocasionadas por la lluvia que se forman al sureste de la población, y que son una bonita reserva natural rica en fauna. A su izquierda, un intrigante edificio de la Bodega Ysios que parece provocar olas de acero sobre el paisaje de viñedos: se trata de una obra del arquitecto Santiago Calatrava que dio el pistoletazo de salida para una moda que duró años: el de encargar a arquitectos de prestigio la construcción de bodegas con las que abrumar al público, amén de vender sus caldos. A tan solo seis kilómetros hacia el suroeste está la firmada por Frank Gehry, las Bodegas de Marqués de Riscal, en la también localidad riojana alavesa de Elciego.