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Wamba, el pueblecito de Valladolid famoso por sus calaveras

Mundo insólito

Millares de cráneos, encajados como un tangram óseo ayudándose de fémures y omóplatos, forran las paredes de la capilla de Ánimas

El osario de Wamba

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En la hipnótica llanura de la Tierra de Campos solo unas modestas tachuelas orográficas se atreven a romper la monotonía del infinito sin resaltes: son los Montes Torozos. En esa comarca vallisoletana se enclava un pequeño pueblo que tiene el título de ser la única localidad española cuyo nombre comienza por w .

A Wamba, sin embargo, pocos llegarán por su grafía (que, encima, se pronuncia “bamba” y no “guamba”), y la mayoría lo harán por su legado arquitectónico e histórico. En un núcleo de población con forma de avellana con unos tentáculos formados por las carreteras VP-5501 y VA-514, se halla el importante templo de Nuestra Señora de la O. Se trata de una iglesia que mezcla sin traumas el estilo mozárabe y hospitalario de San Juan de Jerusalén.

El pueblo de Wamba

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La entrada principal, con sus arcos de herradura y los del ábside, dan buena cuenta del periodo en que se empezaba a ganar terreno a los árabes. De esa época también proviene el nombre del pueblo, pues hace referencia al monarca godo Wamba, que reinó aquí entre los años 672 y 680. Un monumento le rinde homenaje, reproduciendo su –supuesta– figura. Como legado de la orden hospitalaria queda el sector meridional de la iglesia, con el voladizo sostenido por pilares redondos.

Hay que entrar en la iglesia para contemplar los dos elementos que llaman a visitar Wamba. Cientos de calaveras forran las paredes de una de las estancias del complejo, la conocida como capilla de Ánimas. Llegan hasta poco más de media altura, aunque los historiadores aseguran que antiguamente alcanzaban el techo, llegando a recubrir la bóveda.

La iglesia de Nuestra Señora de la O

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Por lo menos hay dos millares de cráneos, encajados como un tangram óseo ayudándose de fémures y omóplatos. El espectáculo de sonrientes calaveras que recuerdan la temporalidad de nuestro paso por la tierra es espeluznante para algunos e incluso artístico para otros. Pero a nadie deja indiferente esta acumulación de huesos que provienen de los desenterramientos llevados a cabo entre los siglos XIII y XVII para ir liberando espacio en los cementerios de la zona. Se trata del mayor osario de España.

Y había sido aún más impresionante, pero cientos de piezas se trasladaron a mitad del siglo pasado para su estudio en facultades de medicina y nunca regresaron. Se llenaron camiones con esqueletos en dirección a Madrid, Valladolid y Barcelona.

El osario de la iglesia de Wamba

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Otro elementos constructivo muy interesante y que a muchos visitantes les resulta más relajante es el pilar en forma de palmera que se alza en el centro de una de las capillas. Es la conexión de la tierra con el cielo, una alegoría de la dificultad de la existencia pero del premio que representa llegar hasta la zona de dátiles (la dulzura del paraíso). Entre los bambeños esta columna se conoce como Árbol de la Vida.

Al este de la iglesia queda la plaza rectagular que alberga el ayuntamiento, el ambulatorio y otros servicios necesarios para los menos de 400 habitantes fijos de Wamba. El suelo es empedrado con cantos rodados y frente a la casa consistorial el pavimento dibuja una estrella de cinco puntas rodeada por un círculo, un conocido símbolo ocultista.

El 'árbol de la vida'

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A solo 17 kilómetros de la ciudad de Valladolid, Wamba es desconocida incluso por muchos castellanoleoneses, aun albergando un patrimonio singular, que empieza por la w inicial de su nombre. Para visitar la iglesia de Nuestra Señora de la O hay que contactar con el ayuntamiento (Tel. 983 563 317 y ayuntamiento@wamba.gob.es).

El nombre del pueblo viene del monarca godo Wamba, que reinó aquí hace 1400 años

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