Fin de semana de vinos en la Ribeira Sacra
Enoturismo
Mitología romana, el Sil y viñedos de vértigo
Cinco razones para visitar la Ribeira Sacra durante el invierno
Una de las denominaciones de origen del vino más reconocidas de España es, sin duda, la Ribeira Sacra. La demarcación se ubica en Galicia, a caballo entre Lugo y Ourense, y esconde un impresionante paisaje que puede llegar a cortar la respiración por su belleza escénica. El visitante se sorprende al ver como las vides desafían el vacío esperando que el sol y la lluvia maduren unas uvas que han de ser recogidas en las laderas de una grieta gigante por donde discurren los ríos Miño, Sil y Cabe.
Ya los romanos en el siglo I d.C. supieron ver en este enclave mágico un lugar donde plantar sus viñedos, lo que les sirvió para concebir un vino tan exquisito que lo disfrutaba el propio César.
De esa época existe una leyenda que cuenta como el dios Júpiter, que debía mantener el equilibrio entre hombres y deidades, se enamoró de esta tierra verde y agreste que es Galicia. Su esposa y hermana, Juno, quien solía vengarse de las amantes de su marido, se volvió loca de celos, clavó su espada en la tierra formando una profunda herida, y así se crearon los cañones del Sil. Júpiter enfurecido la castigó a vivir eternamente entre los cañones en forma de río.
Una vez acabado el imperio romano, fueron los monasterios de la edad media los que siguieron con el cultivo y destilación de vinos y licores en la zona. El lugar era de tan difícil acceso, y se encontraba tan apartada del resto del mundo, que fue el lugar escogido para encontrar la soledad y el aislamiento necesarios para la vida monástica que los eremitas tanto buscaban, de hecho, el topónimo ‘Ribeira Sacra’ fue traducido del latín Rivoira Sacrata por Frei Antonio de Yepes, en el siglo XVII, como un territorio sagrado por la gran cantidad de monasterios y templos ubicados en los monumentales cañones.
Actualmente se pueden visitar 18 de esas construcciones románicas. Existe una ruta para los que tengan tiempo, y para los que no, el monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil se ha convertido en un parador donde poder pernoctar, además de poder pasear libremente por sus tres claustros, la iglesia y un centro de interpretación.
Con el paso del tiempo se construyeron castillos, fortalezas y pazos (casas señoriales entre los siglos XV i XIX) que solo aquí pueden verse. Paredes, suelos, y a veces, los techos están hechos de piedra. Muchos de ellos se han reconvertido en hoteles rurales, como la Casa Grande de Rosende, que además, es un buen punto de partida para visitar distintas bodegas. Posee una curiosa chimenea, en la antigua cocina, en las que por las noches se enciende el fuego para que los huéspedes puedan calentarse sentados en los bancos que hay bajo la inmensa campana.
Un plan para dos días
Pero no hay nada mejor para conocer la zona que probar sus excelentes vinos. Una escapada de dos días permite una primera toma de contacto en una comarca donde abundan las aldeas y los pequeños pueblos rodeados de naturaleza salvaje.
La Ribeira Sacra cuenta con más de 2.000 hectáreas de viñedos, agrupándose en cinco subzonas diferenciadas: Amandi, Chantada, Quiroga-Bibei, Ribeiras de Miño y Ribeira do Sil. Se cultiva en socalcos, bancales unidos por escaleras, en lo que se conoce como viticultura heroica porque el trabajo es totalmente manual a causa de la orografía caprichosa que impide la mecanización del espacio. Las variedades más usadas son: Godello, Albariño, Loureira, Treixadura, Dona Branca y Torrontés en blancos; y Mencía, Brancellao y Merenzao en negros.
Lo mejor para moverse por la zona es alquilar un coche que nos permitirá combinar mejor las visitas y actividades en la zona. Bodegas hay muchas, sobre todo la del pequeño propietario que no vende su uva y produce su propio vino, imposibles de ver sino se conoce al dueño. Pero hay algunos productores que ya han empezado a darse cuenta de que el turismo no es solo una fuente de ingresos, sino que es el mejor escaparate de sus productos.
La información no es fácil de encontrar, aunque por email, y con alguna que otra llamada de teléfono, se puede conseguir toda la información para combinar los horarios de la forma más eficiente posible.
Una primer impresión la podemos tener gracias una actividad pensada para todos los públicos, un recorrido en tren. El tren Aba Sacra es casi el único vehículo que puede pasar por las abruptas y empinadas laderas del cañón del Sil en la zona de Amandi. Durante el trayecto se pueden ver de cerca, y desde arriba, las vertiginosas pendientes del terreno mientras el conductor, apasionado de esta tierra, da sus explicaciones. También descubriremos que algunas parcelas poseen unos rieles que se colocan puntualmente para transportar las uvas, muy pocos, pues son caros.
Para los que quieran, al finalizar, se puede realizar una cata de vinos en la bodega Regina Viarum . Una de las más grandes que ha renovado su exterior e interior a los tiempos modernos. La visita termina en un impresionante balcón sobre los cañones del Sil con una copa de vino.
Otro punto de vista es el que se obtiene desde el río que, gracias a sus grandes dimensiones, se puede navegar en catamarán o barca. Desde el agua se puede acceder a rincones que de otra manera serían imposibles, y se puede observar como el suelo en el que se cultiva la vida está compuesto de pizarra, algo poco habitual en donde cultivar. También es curioso como varía la vegetación de una ladera a otra según sea la influencia atlántica o mediterránea. Son varias las empresas que ofrecen este servicio, así que se puede elegir barco y ruta.
Pero como lo que nos interesa es el vino, Adega Algueira nos propone una visita a sus bodegas, una cata, más un paseo fluvial por el Sil en un mismo pack. Es otra de las productoras importantes de la zona que solo utiliza uvas de sus viñedos, y donde están intentando recuperar variedades casi olvidadas como el Brancellao. En las bodegas se ubica el restaurante O Castelo, merece la pena probar sus platos con regusto a vino.
Mucho más pequeña pero con mucho encanto, la bodega Alma das Donas nos acerca a los campos de viñedos de la mano de su propietaria, quien lleva al visitante directamente a uno de sus viñedos para experimentar lo que se siente desde los balcones. Al final de la visita se pueden probar sus exquisitos vinos desde un balcón-terraza con vistas.
No hay mucho más tiempo, pero siempre se puede buscar información en la web de Turismo de Galicia y Turismo de la Ribeira Sacra. Las combinaciones dependen de cada cual.
Pero es imposible no enamorarse de esta tierra y este vino joven, fresco y diferente.