Bilbao en un día (y sin perderse nada)
Escapada
La ciudad es ideal para darse un agradable paseo. Arquitectura, pinchos, arte, compras y, por supuesto, diversión
¿Tienes planes para el puente de noviembre? Aquí te proponemos algunas ideas
En los años 80, Bilbao era una ciudad gris, industrial y algo aburrida. Ahora se ha puesto de moda. Su transformación ha sido gracias a su capacidad de reinventarse, de reconocerse, de mostrar su auténtica esencia. Es un lugar pequeño y tranquilo, pero a su vez tiene de todo lo que puedas necesitar. Mar y montaña, modernidad y tradición, parques y asfalto, cultura y diversión.
Si tienes un día para escaparte, Bilbao es un destino muy recomendable. A parte del Guggenheim, su arquitectura es impresionante; el año pasado fue nombrada Mejor Ciudad Europea en los premios The Urbanism Awards; es también una referencia gastronómica de primera categoría, con propuestas de todo tipo -pinchos, restaurantes clásicos y estrellas Michelin-, y no olvidemos su hospitalidad. La capital vasca está entre las seis ciudades españolas mejor valoradas por los turistas según la OCU-la Organización de Consumidores y Usuarios-, con una satisfacción global de 84 sobre 100, por encima de San Sebastián (con 81), Madrid o Barcelona (80 sobre 100).
Todo está muy a mano
Las dimensiones de Bilbao -poco más de 41 kilómetros cuadrados- son muy asequibles, por lo que permiten desplazarse con facilidad de un lado a otro. En otras palabras, la puedes visitar en un día. Es fácil y cómoda. Se trata, eso sí, de una visita al mismo tiempo intensa y variada.
Atravesada y dividida en dos por la ría Nervión –a un lado el Guggenheim y la zona de negocios y, al otro, el barrio viejo- y a poca distancia del Cantábrico (se encuentra a 23 kilómetros del mar), la ciudad está protegida por montes que le valen el apodo de El Botxo (el agujero en euskera). ¿Te gustaría dar un paseo?
Las Siete Calles
Lo primero que hay que hacer es ir siempre al centro. En el casco viejo de la ciudad, el antiguo núcleo medieval, es donde se respira la historia y la auténtica identidad de Bilbao. A este barrio también lo llaman las Siete Calles (Zazpi Kaleak) por el número de rúas que lo formaban originalmente. Es el inicio de un agradable paseo por sus estrechas calles y su arquitectura: el palacio de John, también conocido como el edificio de la Bolsa, en la calle Pelota, la biblioteca de Bidebarrieta, la catedral de Santiago, la iglesia de San Antón, el Museo Arqueológico, Etnológico e Histórico Vasco o la plaza Nueva.
De pinchos en la plaza Nueva
Ya que estamos en las Siete Calles, vale la pena detenerse en la plaza Nueva, la más bonita y bulliciosa –de estilo neoclásico- y sentarse en una de sus terrazas a disfrutar de un vermut, tomar unas rabas (calamares) y tomar el pulso a la rutina de sus habitantes. El bar Charly, toda una institución en la plaza, es una excelente opción para probar los pinchos bilbaínos, sobre todo los sándwiches de “salsa aita” y sus rulos sorpresa.
Por cierto, otra posibilidad muy interesante a pocos pasos de la iglesia de san Antón es el mercado de la Ribera, el mercado cubierto más grande de Europa y con una esplendida propuesta de productos frescos de la gastronomía vasca.
El imprescindible Guggenheim
Muchas voces entendidas aseguran que este museo de arte contemporáneo, a orillas del la ría, es el gran protagonista de la transformación que se ha producido en Bilbao en las últimas décadas (se inauguró en 1997). No es sólo una prestigiosa pinacoteca, sino que se ha convertido en el símbolo de Bilbao. Es un imprescindible. Su edificio es una majestuosa y magnética obra de arte. Es un placer observarlo, tanto por fuera como por dentro.
No hay que dejar de ver la enorme araña Mamá de la artista Louise Bourgeois y a Puppy de Jeff Koons, el perro hecho de flores de la entrada principal. Por cierto, hasta el 19 de enero de 2020, el museo acogerá la exposición retrospectiva dedicada al fotógrafo alemán Thomas Struth.
En barco o kayak
Los 23 kilómetros de la sinuosa ría que separan el casco viejo de Bilbao del mar Cantábrico a bordo de una barca permiten explorar de una forma la ciudad. El recorrido hasta el puente colgante de Portugalete, dura 2 horas y cuesta 19 €. Funciona como el bus turístico: embarcas y desembarcas cuando te convenga. Pero si lo que te va es la aventura, también existe la opción del kayak o el piragüismo, desde el museo marítimo, pasando por el Guggenheim, y hasta el Ayuntamiento.
Un puente patrimonio de la humanidad
Por cierto, en este travesía en crucero por la ría, a la altura de Portugalete y Getxo, está el poco conocido y único monumento declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco (1983) de la provincia: el puente colgante de Bizkaia.
Fue diseñado por Alberto Palacio, un discípulo del famoso arquitecto Gustavo Eiffel. Es el primer puente transbordador construido en el mundo de estructura metálica y suspendido por cables de acero. Se puede subir hasta lo alto con un ascensor panorámico.
El pulmón de la ciudad
Si vas en plan familiar y te gustan los espacios naturales, detrás de la Gran Vía te encontrarás con el parque de Doña Casilda, el verdadero pulmón verde de Bilbao. De hecho, cuenta con más de 1.500 árboles, entre los cuales se pueden distinguir alrededor de 71 especies diferentes procedentes de los 5 continentes.
Además hay un parque infantil, el típico carrusel, un estanque con patos y pavos reales, dos pistas de baloncesto y una zona de actuaciones llamado La Pérgola. Y para los que les guste el arte, el Museo de Bellas Artes de Bilbao está ubicado en uno de sus extremos.
Comerse un buen chuletón
A escasa distancia del parque de Doña Casilda, hay un restaurante con excelentes críticas donde sirven un sabroso chuletón: es el Goizeko Izarra, un clásico entre los asadores.
Si eres aficionado a la carne roja, sea de buey o de vaca vieja, aquí se pierde el sentido. Envuelto en patatas fritas caseras y bien fileteado a la brasa, este plato es una experiencia muy típica de la cocina vasca en general y bilbaína en particular.
El atardecer desde Artxanda
Después de una gran comilona, se agradece caminar. Una sugerencia es contemplar la ciudad desde una de sus montañas. El monte Artxanda siempre ha sido uno de los preferidas por los botxeros (bilbaínos) y desde su cima hay uno de los mejores miradores de la zona.
Se sube con un entrañable funicular y, una vez allí, sienta muy bien tomarse un txacoli y una gilda (uno de los pinchos más clásicos del País Vasco, a base de piparra o guindilla vasca, anchoa y aceituna) mientras contemplamos como el atardecer va cubriendo lentamente esta preciosa ciudad.
La catedral del fútbol en San Mamés
Sin duda el Athletic es una de las pasiones más fuertes que se pueden vivir en Bilbao. Es prácticamente una religión. No en vano, en el mundo del fútbol, su estadio de San Mamés se le conoce como la catedral. Tiene más de 100 años de historia. Francamente es una formidable idea acudir allí, te guste o no el fútbol.
Está a unos 15 minutos andando del casco viejo. El ambiente es de una emoción tal que se te pone la piel de gallina. Los hinchas lo viven y están reconocidos como una de las mejores aficiones del mundo. También se puede visitar el museo del club y ver los numerosos trofeos que atesora.
Un espectáculo en el Teatro Arriaga
Cuando llega la noche, ir al teatro Arriaga (1890) es un placer para los sentidos. A parte de que es una joya arquitectónica de estilo neobarroco, inspirado en la Ópera de París, es un excelente lugar para ir a un concierto de música o cualquier otro espectáculo de danza, ópera o teatro.
Algunos ejemplos de los próximos eventos programados son Coque Malla (13 noviembre), el musical El Jovencito Frankenstein (19 a 29 diciembre) o Krego Martín danza (18 de febrero).
Salir por la noche
Bilbao es txakoli, pinchos, zuritos, txikitos o potes. Es una ciudad donde no falta la diversión, desde Otxoa, Pozas, el Guggenheim, San Mamés, hay muchos barrios para pasarlo bien por la noche. Si tuviéramos que elegir una zona sería Ledesma, entre las calles de Astarloa y Mazarredo, que está de moda y donde se puede tomar una copa y gozar a fondo de la noche bilbaína.
Allí, hay multitud de bares. La Antigua Cigarrería, por ejemplo, es un clásico, tal vez sea el bar más conocido para sentarse en su pequeña y concurrida terraza.
Dónde dormir
Que no sea la típica ciudad grande también significa que la oferta hotelera puede ser algo limitada. El aumento del turismo ha incrementado el precio del alojamiento. Por eso hay que planificar las cosas con tiempo y reservar con cierta antelación, sobre todo si buscas algo muy céntrico. Algunos de los barrios más recomendables son el casco viejo (algo ruidoso por la noche) Abando o el Ensanche, Uribarri, Begoña (hay cuestas) o, aunque algo más alejado y tranquilo, el barrio de Deusto. La elección dependerá de tu presupuesto.
Si no quieres gastarte demasiado, siempre puedes decantarte por poblaciones de la provincia vizcaína –como Getxo, Portugalete, Plentzia o Sopelana- bien conectadas con Bilbao a través del metro o tren. En una distancia de 15 minutos, hay hoteles bastante más baratos.
Aste Nagusia
Si estás pensando cuándo ir a Bilbao y vivirla en toda la fuerza de su expresión, anota estas fechas: el tercer sábado del mes de agosto, cuando se celebra el Aste Nagusia, la Semana Grande de Bilbao. Nueve días muy deseados durante todo el año por los bilbaínos.
Es una fiesta con todas sus letras. Un jolgorio incesante. Son muy populares por las txoznas y sus conciertos gratuitos, donde suelen actuar grandes bandas musicales.