Mérida ordena y manda
Lugares
La capital extremeña encarnó el poder de Roma en la Península durante el bajo imperio
Fue una ciudad poderosa, una gran metrópolis, la opulenta capital de la Lusitania romana y, después, de la diócesis de Hispania durante el bajo imperio, cuando gobernó toda la península Ibérica, Baleares y el norte de África. La Unesco avaló ese importancia con su declaración como patrimonio mundial en 1993.
Paradójicamente, Mérida había nacido como un regalo, una cortesía que Roma tuvo con sus legionarios victoriosos en las durísimas guerras Cántabras. En agradecimiento por los años de sacrificio, el emperador Octavio dio lotes de tierras a aquellos soldados veteranos, junto a la orden de fundar una ciudad en el suroeste ibérico, una región habitada por vetones, túrdulos y lusitanos. Discurría el año 25 a.C. Como solía, Roma no dio puntada sin hilo: Augusta Emerita garantizaría su control de la ruta que comunicaba el norte y el sur de la Península por los vados del Guadiana.
Junto al río Guadiana está el Área Arqueológica de Morería, que aporta una visión minuciosa del urbanismo romano
Para atravesar ese río, los ingenieros imperiales tuvieron que construir un puente muy largo, uno de los más extensos de la Antigüedad. Sigue en pie, tiene 792 m de longitud y se apoya sobre 60 arcos. Su prolongación dentro de la ciudad como decumanus maximus -calle principal con orientación este-oeste- condicionó el urbanismo emeritense. Aquel decumanus maximus coincide con un tramo de la comercial calle Santa Eulalia. La antigua calzada tuvo una anchura de 6 metros y doble sentido para la circulación.
Es fácil encontrar sus vestigios, los señala la Sala Decumanus, un espacio multiusos creado por el Consorcio Mérida Monumental. El interior muestra los restos de tres comercios romanos que ocuparon la planta baja de una casa señorial, así como otros hallazgos de la época.
Junto al río Guadiana está el Área Arqueológica de Morería, que aporta una visión minuciosa del urbanismo romano. Allí se explica que todas las calles locales tuvieron entre 5 y 6 metros de anchura, y se pavimentaron con lajas de diorita. Por debajo circulaban las alcantarillas, que evacuaban las aguas residuales. La red viaria formaba una trama ortogonal, basada en calles paralelas y perpendiculares, y manzanas de 82 x 52 metros. Por los márgenes de las calles discurrían aceras con 2 o 3 metros de anchura.
El trazado es de una racionalidad pasmosa, escandalosamente moderna. Quizá Roma no tuviera la poesía de otras culturas antiguas, pero su lógica es admirable. El mismo recinto acoge el Centro de Interpretación General de la Vía de la Plata, una instalación que lo explica todo sobre esa calzada que comunicó Andalucía con Asturica Augusta, la actual Astorga (León).
Los espectadores del teatro romano se distribuían de abajo a arriba en función de su clase social
La comprensión general de la ciudad me anima a visitar los principales monumentos locales. Los antiguos romanos emplazaron los edificios destinados a grandes concurrencias en las cercanías de la muralla, donde el terreno abundaba. Además, aprovecharon el cerro de San Albín para elevar las gradas de manera natural, con menos coste. El teatro romano se inauguró en torno al año 15 a.C. y tuvo un aforo de 5.500 espectadores. Estos se distribuían de abajo a arriba en función de su categoría social, repartiéndose en tres niveles de gradas, separados por pasillos y barreras. Se llegaba a las localidades a través de escalerillas, como en tantos recintos actuales.
El escenario del teatro se ha restaurado y hoy muestra su altura original, los dos órdenes de columnas superpuestas y unas réplicas de las esculturas que lo decoraron; las originales están en el Museo Nacional de Arte Romano. Cada verano, el teatro romano de Mérida es el escenario principal del Festival Internacional de Teatro Clásico, que se organiza en la capital extremeña desde 1933.
Muy cercano al teatro está el anfiteatro romano, destinado sobre todo a espectáculos con gladiadores y con animales salvajes. Se inauguró el año 8 a.C. y tuvo capacidad para acoger a 14.000 espectadores. Su forma es elíptica, y sus dimensiones, 126 x 102,65 metros.
Aprovecho la visita para explorar la llamada ”casa del anfiteatro”, una enorme mansión señorial de finales del siglo III. Me sorprenden las estancias que parten del patio hacia el este. Allí encuentro un pavimento de mosaico que muestra a la diosa Venus y una escena de la vendimia. Otro mosaico exhibe bellísimos animales marinos.
El circo de Mérida acogió las carreras de cuádrigas. Se construyó en el siglo I con un aforo de 30.000 espectadores, fue uno de los mayores del mundo romano: tiene 403 metros de longitud por 96,5 metros de anchura. En la actualidad se ha reconstruido parte de la fachada original, distinguiéndose las partes principales del recinto: la arena; las puertas de acceso para los aurigas y sus carruajes; la spina, que dividía longitudinalmente la arena; y las gradas.
En 2003 se creó el Centro de Interpretación del Circo romano, que familiariza con esos espacios lúdicos y deportivos de la Antigüedad. Un audiovisual aproxima a las vidas de los aurigas. La terraza ofrece una preciosa panorámica del circo.
Espero no ponerme luctuoso, porque proyecto visitar el Área Funeraria de los Columbarios. La ley romana obligaba a desplazar las instalaciones fúnebres fuera de los recintos amurallados, una saludable costumbre que se perdió durante la Edad Media. En Augusta Emerita se instalaron en zonas cercanas con un acceso fácil, junto a caminos secundarios. Se han encontrado una gran diversidad de tumbas en torno a la ciudad.
Las que vengo a visitar son los mausoleos de los Julios y los Voconios, y están entre las más monumentales. Su estado de conservación es excelente, llaman mucho la atención las magníficas pinturas murales. Los difuntos más humildes no tenían un final tan cuidado: eran arrojados a fosas comunes.
El templo de Diana, del siglo I a.C. se integró en el siglo XVI en una residencia privada, el palacio del conde de los Corbos
El templo de Diana es el principal edificio religioso de la época. Su nombre es equívoco, ya que estuvo consagrado al culto a Roma y al emperador. La planta es rectangular, y las columnas siluetean el perímetro del templo. La fachada se abría al foro local. El edificio se levantó a finales del siglo I a.C. En el siglo XVI se integró en una residencia privada, el palacio del conde de los Corbos. Las estructuras renacentistas conviven hoy con las romanas.
Mérida tiene restos menores que dan testimonio de las desviaciones religiosas surgidas durante el bajo imperio. Una de ellas es la casa del Mitreo, extramuros y relacionada con el culto al dios Mitra, de origen persa. La mansión es del siglo II, y todas sus estancias se distribuyen en torno a tres patios. El interior acoge un vistoso mosaico que representa la creación del mundo, y las fuerzas de la naturaleza que lo gobiernan.
Ninguna visita me familiariza con el arte de Roma mejor que el Museo Nacional de Arte Romano. Las piezas expuestas proceden de Mérida y de su área de influencia, e incluyen mosaicos, esculturas, elementos arquitectónicos, monedas, lápidas y otras manifestaciones de la cultura material. El propósito de la instalación es sintetizar la vida cotidiana en una de las colonias más importantes de la Hispania romanizada. El edificio, inaugurado en 1986, es un proyecto del arquitecto Rafael Moneo.
A finales del siglo I, diversas conducciones abastecieron la ciudad de agua. Una de ellas procedía de la presa de Proserpina, mi última visita, un gigantesco embalse a 5 kilómetros de Mérida. Sus dimensiones aumentan mi admiración por los ingenieros romanos. El agua llegaba a la urbe a través de conducciones subterráneas. Cuando un obstáculo impedía la continuidad, como sucedió en el valle del río Albarregas, se vencía con vistosos acueductos, como el de los Milagros, cuyos arcos siguen mayoritariamente en pie. En 2009 se puso en marcha el proyecto “Caminos del Agua romana”, tres rutas senderistas que dan a conocer las obras hidráulicas de Roma en la comarca.
Mérida está comunicada por carretera mediante las autovías A-5 (Madrid-Lisboa) y A-66 (Gijón-Sevilla). La ciudad cuenta con servicios ferroviarios desde Madrid, Sevilla, Cáceres, Badajoz o Ciudad Real. El aeropuerto más cercano es el de Badajoz, a 50 kilómetros.