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Las mujeres que lucharon junto a Gerónimo

Grandes viajeras

La historia de Lozen y Dahteste, que reinaron en la frontera mexicana y participaron en las últimas guerras indias

William Soule (1836-1908) retrató esta escena (el de la derecha parece Custer, pero no lo es) en 1868, en Kansas. WC / UOP

Sólo había una cosa más peligrosa que ser un indio en la frontera entre México y Estados Unidos a finales del siglo XIX: ser una india. Y si en aquellos días hubo un grupo especialmente perseguido por los mexicanos y los estadounidenses esos fueron los apaches de Gerónimo.

Los indios no entendían de fronteras y no comprendían que el norte y el sur del río Bravo o del río Grande fueran países distintos. Para ellos aquellas tierras no eran ni de Estados Unidos ni de México, sino de la Apachería. Dos guerreras hoy semiolvidadas reinaron sobre este inmenso territorio y lo recorrieron de punta a punta: Lozen y Dahteste.

Gerónimo (círculo rojo), Lozen (amarillo) y Dahteste (blanco), camino del destierro. National Archives / Department of Defense

Las apaches estaban doblemente perseguidas. Por un lado, por los blancos. La madre y la primera mujer de Gerónimo fueron asesinadas por los mexicanos en 1858, junto a tres hijos del futuro líder guerrero, a pesar de que el grupo estaba indefenso y sólo había cruzado la frontera para comerciar. Por otro lado, la sociedad apache no era una excepción y las mujeres tenían los mismos problemas que tienen todas las mujeres en las sociedades violentas.

Violentas y dominadas por los hombres. Quizá otros pueblos de las llanuras, como los lakotas y los comanches, fuesen relativamente más condescendientes. La sioux Lechuza Hermosa rechazó a todos los pretendientes que le propuso su padre porque ella ya había elegido a un muchacho entonces apenas conocido, pero de futuro muy prometedor: Nube Roja.

Lozen y Dahteste. National Archives / Department of Defense

Entre los apaches, era habitual que los maridos descontentos le cortasen la punta de la nariz a sus esposas. Muchos padres de esta comunidad ni siquiera hubieran consultado a sus hijas para casarlas. Las habrían entregado a quienes ellos decidieran, y punto. Seguramente el pretendiente ganador sería el que les hubiera hecho más regalos. Así lo explican Tom Clavin y Bob Drury, autores de En el corazón de todo lo existente (Capitán Swing), la última biografía de Nube Roja.

La libertad de elección de Lechuza Hermosa era impensable para una apache… a no ser que fuera una apache muy especial, como Lozen o Dahteste, que se rebelaron contra la vida que les correspondía y decidieron que ellas también serían guerreras. No debió resultar una opción fácil y no sabemos cómo lo lograron. Sus vidas no han despertado tanto interés entre los historiadores como otros indios, como por ejemplo Gerónimo, el más biografiado de todos.

Biografías de Gerónimo. Foto: Pere Ortín

El pueblo apache era como la tierra desértica e inhóspita que le vio nacer. Duro como una roca. “Los beduinos de América”, los calificó Edward S. Curtis , padre de la antropología y la fotografía modernas. Sin duda hubo más indias que tomaron las armas para guerrear o participar en expediciones de saqueo, pero el viento del desierto sólo arrastra hoy el eco de dos nombres.

Lozen y Dahteste pudieron tener alguna ventaja por sus relaciones familiares. La primera era hermana de Victorio, un gran dirigente apache. Su hermano la consideraba “tan valiente como el hombre más valiente” y no tomaba ninguna decisión sin consultársela antes a ella o a Nana, un gran patriarca y otro caso insólito (en su caso por su indómita longevidad: seguía dando guerra cuando ya era octogenario).

Dos indias wichita, hacia 1870. William Soule - WC / University of Oklahoma Press

Dahteste era la cuñada de Chihuahua, otro jefe. De niña conoció al legendario Cochise. Y, como su amiga, ella también era una guerrera, aunque sus gestas son menos conocidas. Se interesó más por la estrategia y la política, como prueba el hecho de que participara en las negociaciones para la rendición final de su pueblo, como explica Angie Debo (1890-1988). Esta investigadora es la gran especialista en historia apache y la autora de la mejor biografía sobre Gerónimo (publicada en castellano por el sello Olañeta).

Lozen participó en casi todos los combates que lideró su hermano, menos en el último, el 15 de octubre de 1880. Una partida guerrera abandonó la reserva de San Carlos, en Arizona, y penetró en México para vengar unas muertes. Ella tuvo que dar media vuelta y trajo de regreso a una mujer que estaba a punto de ser madre. La huida de la reserva había movilizado a miles de soldados de los ejércitos de Estados Unidos y México, pero Lozen y su protegida lograron pasar entre ellos.

Un campamento kiowa. William Soule - WC / University of Oklahoma Press

Cuando dejó a su acompañante sana y a salvo, la guerrera volvió a burlar el enorme dispositivo de búsqueda. Su pueblo la consideraba una exploradora sin igual y le atribuía poderes de orientación sobrenaturales. Leyenda o no, pudo regresar junto a su hermano, pero ya demasiado tarde. Victorio había muerto en un enfrentamiento con las tropas del coronel Joaquín Terrazas. La banda, muy diezmada y con mujeres y niños a su cargo, parecía condenada. Y lo hubiera estado, de no ser por Lozen y el anciano Nana, que lograron llevarlos a todos de vuelta a la reserva.

Aunque en México hubo apaches broncos hasta entrado el siglo XX, aquellos fueron los penúltimos coletazos de la resistencia apache. Sin embargo, aún faltaba por escribir la historia de Gerónimo. El historiador francés Olivier Delavault explica que Cochise o Victorio “tenían a un pueblo detrás; él, sólo partidarios”. Con más de 60 años, Gerónimo inició una serie de huidas y regresos a la reserva que sembraron el terror a uno y otro lado de la frontera. Lozen le acompañó y le ayudó hasta el final.

Mujeres y niños cheyenes.William Soule - WC / University of Oklahoma Press

El novelista mexicano Álvaro Enrigue ha recuperado este episodio en Ahora me rindo y eso es todo (Anagrama). Dice de Gerónimo y sus seguidores algo que por supuesto es aplicable a las dos reinas apaches de la frontera: “Aquellos tipos eran unos cabrones fieros, pero infinitamente más valientes que nosotros y más capaces de sobrevivir en un entorno hostil”. Sólo tenemos una foto de Lozen. Es de 1886, cuando capituló definitivamente la banda de Gerónimo. Su banda.

Los renegados, como los bautizó la prensa, se fueron en tren al destierro, primero a Florida y luego a Alabama y Oklahoma.De todo el grupo, Dahteste fue de las pocas que pudo regresar a casa, muchísimo tiempo después. Murió en 1955 en la reserva de los mescaleros, en Nuevo México, casi centenaria. Sólo entonces su espíritu se reencontró con el de Lozen, la guerrera que nunca abandonaba a los suyos y que falleció antes de cumplir los 50 años, en 1889. Los médicos dijeron que fue la tuberculosis. Según su pueblo, la mató la pena, allí, tan lejos de su tierra.

Aquellos tipos eran unos cabrones fieros, pero infinitamente más valientes que nosotros y más capaces de sobrevivir en un entorno hostil”

Álvaro Enrigue(Autor de ‘Ahora me rindo y eso es todo’)

Este artículo forma parte de una serie de reportajes sobre mujeres y hombres de todo el mundo, célebres por sus experiencias viajeras.