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Hiroshima, la ciudad del horror y de la paz

6 de agosto de 1945

El parque Memorial de la Paz, en el centro de la ciudad japonesa, honra la memoria de todas las víctimas de las armas nucleares

01 La cúpula Genbaku, a la orilla del río Motoyasu (S. P.)

Víctor Vives

En el corazón de una bulliciosa ciudad con cerca de 1.200.000 habitantes, se halla un remanso de paz. Un parque entre dos ríos, con amplias zonas de césped, árboles frondosos y un estanque artificial bordeado de setos. Los visitantes se pasean respetuosamente entre medio centenar de monumentos. Hay quien se inclina ante ellos juntando las palmas, en un gesto ritual. Aquí se respira serenidad. Y sin embargo... sobresale, al fondo, un siniestro edificio en ruinas. Un símbolo del horror. Esto es Hiroshima.

Vista general del Parque Memorial de la Paz, en el centro de Hiroshima (S. P.)

Víctor Vives

Este parque, el parque Memorial de la Paz, ocupa lo que antaño fue un humilde barrio de casas tradicionales de madera salpicado de templos budistas, salas de cine y restaurantes flotantes. Vivían en él centenares de familias. Todo se volatilizó de un plumazo el 6 de agosto de 1945, a las 8.15 de la mañana.

Apenas resistieron a la explosión atómica algunas paredes de ladrillo y cemento. Entre ellas, las del antiguo Pabellón para la Promoción Industrial, que por aquel entonces albergaba oficinas administrativas del Gobierno y de organismos públicos. El esqueleto metálico de su cúpula se conserva como patrimonio de la humanidad. Se la conoce como la cúpula Genbaku. La bomba estalló muy cerca: a 150 metros en línea horizontal y a 600 cielo arriba. Fulminó a todos sus ocupantes.

Hiroshima es desde hace 70 años Ciudad de la Paz

Se calcula que en ese instante perecieron 70.000 personas en Hiroshima. Otras 70.000 sucumbirían con el tiempo a los efectos de la radiación. Sus nombres se conservan en el cenotafio en memoria de las víctimas de la bomba atómica, junto a los de todos los fallecidos por la barbarie nuclear, tanto en Japón como en el resto del mundo. La cifra total ronda los 300.000.

La lista se halla en una cámara de piedra donde está inscrito este epitafio en japonés: “Descansad en paz, pues no permitiremos que esto vuelva a ocurrir”. Está protegida por un tejado inspirado en las figurillas de terracota haniwa utilizadas en antiguos ritos funerarios (periodo Kofun, 250-538 dC).

El cenotafio en memoria de las víctimas de la bomba atómica, cuya cámara de piedra asoma entre las flores; al fondo, la cúpula Genbaku (S. P.)

Víctor Vives

Este monumento se encuentra frente al llamado estanque de la paz. Tras rodearlo por la izquierda y girar en esa misma dirección, llegamos al cenotafio para las víctimas coreanas de la bomba atómica. Se estima que murieron unas 20.000. Eran una quinta parte de los que vivían en la ciudad. Mayormente, trabajadores forzosos, pues la península de Corea era colonia japonesa desde 1910.

El cenotafio, en forma de tortuga, está decorado con símbolos nacionales coreanos. Su inscripción reza así: “Almas de los fallecidos cabalgad hasta los cielos sobre conchas de tortugas”. Pretende honrar no sólo la memoria de los coreanos aniquilados y de los supervivientes, sino a todas las víctimas del colonialismo nipón.

El cenotafio para las víctimas coreanas de la bomba atómica (S. P.)

Víctor Vives

Revivir lo ocurrido

Un millón de visitantes, aproximadamente, revive cada año el ataque nuclear en el Museo de la Bomba Atómica, dentro del mismo parque Memorial de la Paz. La muestra recrea el antes, el durante y el después. El ala este se renovó hace sólo dos años con proyecciones y pantallas interactivas que analizan los efectos de la explosión. También abunda en la vida cotidiana tras el bombardeo y en los esfuerzos desde entonces para la abolición del armamento atómico. No en balde, Hiroshima es desde hace 70 años Ciudad de la Paz.

El ala oeste estudia en cuatro secciones los efectos de la radiación en las personas, los daños provocados por la onda expansiva, los efectos del calor (en varios materiales pero también en el cuerpo humano) y conserva el testimonio de varios objetos. La abollada fiambrera metálica de un niño desintegrado en su camino a la escuela puede llegar a impresionar tanto como la narración de algunos de los supervivientes...

En la leyenda de las mil grullas de origami, quien logra doblar tal número de figuras ve realizados sus deseos

Otro atractivo del parque son sus tres campanas de la paz. La más famosa tiene grabado el símbolo del átomo en el punto justo donde se percute con un tronco de madera. Los visitantes están invitados a golpearla. Su sonido forma, así, parte del paisaje sonoro. La campana pretende difundir el mensaje que lleva inscrito en varios idiomas, la máxima de Sócrates “Conócete a ti mismo”.

Detalle de la campana de la paz, con el símbolo del átomo (S. P.)

Víctor Vives

La niña de las mil grullas

Los estudiantes de primaria y secundaria de Hiroshima suelen depositar ristras de grullas de papel ante el monumento a la paz de los niños. Lo preside la figura de Sadako Sasaki, la niña de las mil grullas. Una suerte de heroína local. Sadako tenía dos años cuando la explosión atómica la propulsó a través de la ventana de su casa. Su madre la daba por muerta, pero la halló indemne. Es más, la pequeña creció fuerte y sana (aunque algo enclenque) y con el tiempo se convertiría en una de las alumnas más rápida de su escuela. Sin embargo a los doce años le diagnosticaron leucemia.

La estatua de Sadako sostiene sobre su cabeza una enorme grulla de origami (S. P.)

Víctor Vives

Sadako ingresó en el Hospital de la Cruz Roja. Fue allí donde aprendió la leyenda de las mil grullas de origami (papiroflexia japonesa), según la cual, quien logra doblar tal número de figuras ve realizados sus deseos. La niña emprendió el reto con afán. Pedía papel de regalo a los pacientes, las amigas le traían papel del colegio e incluso utilizaba envoltorios de medicamentos. En menos de un mes, alcanzó las mil grullas. Y aún así, continuó. Se dice que llegó a las 1.400. Sin embargo, Sadako falleció a los ocho meses de hospitalización, rodeada de su familia.

Su fe y su tenacidad han adquirido proporciones de leyenda. Aún hoy hay jóvenes que regalan a los visitantes del parque Memorial de la Paz una grulla de papel.

Una de las grullas regaladas, con la cúpula Genbaku en segundo plano (S. P.)

Víctor Vives

Cómo llegar

El parque se encuentra al oeste del barrio de Hatchobori, cerca de las estaciones de tranvía de Genbaku Dome-mae, Hondōri y Fukuro-machi. Hiroshima cuenta con otros puntos de atracción: como su castillo (reconstruido tras la bomba, según el aspecto que tenía originalmente a finales del s. XVI); el jardín japonés de Shukkei-en, junto al Museo de Arte de la Prefectura, y el estadio de béisbol municipal, el MAZDA Zoom-Zoom Stadium. Pese a todo, es imposible sustraerse al recuerdo de la tragedia nuclear. El nombre de Hiroshima quedará por siempre unido a ella.