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Guía rápida para visitar el Louvre

Tips de viaje

Consejos para recorrer uno de los museos más famosos del mundo en dos horas

Si tienes pensado viajar a París, échale un vistazo a estas propuestas

Pirámide del Louvre, entrada principal del museo

orpheus26 / Getty Images

La capital francesa es una de las ciudades más populares del mundo. Y lo es desde hace mucho tiempo. Prueba de ello, es que se alzó en 2018 como el destino más valorado –tanto a nivel mundial como en Europa– por los usuarios de Tripavisor. Millones de turistas aterrizan año tras año para deleitarse con su mítico esplendor. Te podrías pasar una vida entera explorando París y no te la acabarías. Lo tiene todo. Monumentos y edificios maravillosos, una historia apasionante, excelentes restaurantes, el Sena, grandes parques y jardines...

Pero, sin duda, una de las propuestas más ineludibles es su oferta cultural. Estamos hablando de una ciudad que tiene más de 150 museos. Se dice pronto. Inaugurado en 1793, el buque insignia es el Museo del Louvre, todo un símbolo del arte a nivel internacional. En sus 210 mil metros cuadrados se exponen unas 35.000 obras, de las cuales 7.000 son pinturas, y unos 380.000 objetos y antigüedades. Es decir, haciendo un cálculo aproximado, para verlo todo necesitaríamos unos cuatro días con sus respectivas noches. Pero como la mayoría no disponemos de ese tiempo, a continuación voy a explicar cómo aprovechar al máximo el tiempo y hacer una visita en unas dos horas:

Cómo llegar rápido al Louvre

Este museo se ubica en el barrio de las Tullerías, en el Distrito 1 (1er arrondissement, en francés), en el corazón de París. Es uno de los barrios más pequeños y se extiende entre la zona de Ópera y el Sena, y alcanza el Louvre hasta la plaza de la Concordia. Allí residió durante mucho tiempo la realeza y, en la actualidad, es una de las partes más lujosas de la ciudad.

En general, lo más aconsejable es acercarse en un paseo hasta el museo. Pero todo depende de dónde estés. Si estás lejos, se puede ir en metro: la estación más cercana es Palais Royal-Musée du Louvre de las líneas 1 y 7. O también funciona muy bien la opción autobús: las líneas que se pueden tomar son las 21, 24, 27, 39, 48, 68, 69, 72, 81 y 95. Una vez allí, la gran pirámide que hay en la entrada es una señal inequívoca de que has alcanzado el Louvre.

La estación más cercana al Museo del Louvre es Palais Royal-Musée du Louvre de las líneas 1 y 7

carterdayne / Getty Images

Un poco de historia

El Louvre no siempre fue una pinacoteca. Antes fue una fortaleza medieval y más tarde palacio real, el majestuoso palais du Louvre. La fortaleza se levantó gracias a que el rey Felipe Augusto mandó construirla en el siglo XIII. Fue en 1793, poco después de la Revolución, cuando la Convención Revolucionaria transformó la residencia real en museo, defendiendo el principio fundamental de igualdad, donde el arte dejaba de ser un disfrute exclusivo de las élites y las clases ricas para abrir sus puertas a todo el público en general.

En 1989, hace ya 30 años, se inauguró la pirámide de vidrio y aluminio que hay en la entrada, obra del arquitecto Ieoh Ming Peï. Para el que no lo sepa, tiene las mismas proporciones que la pirámide egipcia de Keops -21,34 metros de altura - y la acompañan otras tres más pequeñas. Hoy en día es todo un emblema y se ha convertido en el acceso principal al museo.

Evitar colas

Ahora bien, la primera advertencia es que si quieres ahorrar tiempo en la entrada al museo es aconsejable esquivar el acceso por las pirámides. Mucha gente, por inercia, utiliza ese paso, pero las colas suelen ser insoportables. Hay que pensar que son colas de control de seguridad que después sirven para alcanzar las taquillas. No es exagerado decir que se puede perder una hora o más en ese trance. Para evitar este inconveniente, el museo cuenta con otros accesos secundarios: la Galería du Carrousel y la Porte des Lions son dos de ellos.

Mi sugerencia es la opción del Carrousel (Rue de Rivoli), un centro comercial subterráneo pegado al museo, al que se baja por unas escaleras siguiendo unas indicaciones muy claras al Louvre. Otro consejo es comprar las entradas con antelación, puesto que cuando se pasa el control y desembocas en el interior, todavía hay que comprar las entradas, lo que significa más espera (por cierto, en taquilla cuestan 15 €, online son 17 €).

Colas en la entrada principal del Louvre

davidf / Getty Images

Miércoles y viernes por la noche

Para empezar, hay que recordar que los primeros domingos de cada mes, entre marzo y octubre, no hay que pagar ni un céntimo para entrar al museo. Sí, es gratis, y, consecuentemente, te encontrarás mucha gente deambulando por el museo. Mucha. Te ahorras dinero, pero no tiempo. También es conveniente descartar los martes, y el motivo es claro: estará cerrado.

Por eso mi sugerencia es acudir los miércoles o viernes, ya que esos días permanece abierto hasta las 21:45 horas (el resto de la semana cierran a las 18 horas). Sorprende lo despejado que esta el Louvre después de las 20 horas. Además, el exterior del edificio iluminado es todo un espectáculo.

Ruta rápida por el Louvre

Lo cierto es que resulta muy complicado establecer una ruta por el Louvre. Y menos todavía conseguir que esa misma ruta se haga rápidamente. Como he subrayado antes, estamos hablando de un espacio enorme. Cuenta con 4 plantas, 3 alas – la Richelieu, la Sully y la Denon-, más de 300 salas, 403 salones, 10.000 escalones y 14,5 kilómetros de pasillos. Es un mundo inacabable y cómo plantear una visita depende de los gustos artísticos de cada uno... Si te gusta el mundo antiguo, o la historia de Egipto, o bien las pinturas de pintores flamencos.

En la colección del Louvre también figuran obras de Egipto

Amélie Dupont / Oficina de turismo de París

De hecho, se han confeccionado varias rutas en función de las afinidades de cada uno. Aun así, yo propongo un trazado desde la planta baja a la segunda con una selección de las obras más representativas del museo y las más valoradas por sus visitantes.

¿Tour guiado sí o no?

Hay mucho debate acerca de este asunto. Unos están a favor y otros en contra. Creo que es una buena elección si lo que pretendes es dedicarle dos horas a la visita. Tienes una versión en castellano y con la que, además, te puedes saltar las colas (acceso prioritario). Como decía antes, hay rutas temáticas, guiadas por expertos en arte, especializado en la Mona Lisa, o sobre el Código da Vinci.

Otra opción es un tour guiado si viajas con niños, puesto que cuenta con itinerarios diseñados especialmente para familias, con anécdotas divertidas, curiosidades sobre los artistas y sus obras o datos misteriosos del museo.

Planta baja: la ‘Venus de Milo’

El hall de Napoleón es el punto donde se inicia el recorrido. Desde allí, hay que dirigirse a la planta baja, el área donde se exponen parte de las antigüedades griegas, romanas, egipcias, etruscas y otras culturas orientales. En orden de prioridad, habría que detenerse frente a la Venus de Milo (110 a.C), la escultura en mármol blanco de dos metros de altura que representa a la diosa Afrodita (Venus para los romanos).

Venus de Milo, Museo del Louvre

Amélie Dupont / Oficina de turismo de París

La silueta en forma de “S” y su armonía demuestran el talento del escultor al trasladar a la piedra la anatomía de una mujer. En esta planta, también hay que destacar el Código de Hammurabi (1750 a.C), una tabla de la ley inscrita en una columna basáltica. Otra obra asombrosa es Los toros alados de Khorsabad (721-725 a.C), una colosal figura perteneciente al Imperio Asirio.

Planta 1: La Gioconda de Da Vinci

Dejamos atrás la planta baja y nos adentramos en terreno de pintura y artes decorativas. Y enseguida, en el ala Denon, está expuesta la que tal vez sea la obra más vista de la historia del arte: La Gioconda (1503-1513), o la Mona Lisa , la gran estrella del museo. La mítica media sonrisa del genial artista Leonardo Da Vinci. Se trata de la última de sus obras y en la que lleva la técnica del sfumato (esfumado) a su mejor versión.

Además de la Mona Lisa, dos cuadros imprescindibles son La libertad guiando al pueblo , de Delacroix, que muestra al pueblo de París alzándose en armas contra las reformas de Carlos X (por cierto, no escenifica, como se suele decir, un episodio de la Revolución Francesa). Las Bodas de Caná de Veronese y La Victoria alada de Samotracia son otros dos obras a colocar en los primeros lugares de la lista en la visita.

Visitantes frente a ‘La Gioconda’, expuesta en el Museo del Louvre (París).

Pixabay

Planta 2: Vermeer y ‘La Encajera’

En la última planta del Louvre se exponen los artistas flamencos, holandeses, franceses y alemanes. Rubens, Durero, Ingres, Cezanne o Van Gogh. Pero hay un maestro entre los maestros, el gran maestro de la luz, Veermer, cuyos lienzos El astrónomo y La encajera (1669) no hay que perderse por nada del mundo. Veermer retrataba escenas y personajes ordinarios en la intimidad de sus tareas cotidianas, con un tacto, una sensibilidad y una fuerza que van más allá de nuestra mirada.

Entresuelo: ‘Los caballos de Marly’

Para acabar, y si dispones de algo de tiempo, en el entresuelo hay piezas muy interesantes como Los caballos de Marly , un encargo escultórico que hizo el rey Luis XIV a Guillame Coustou, quien se inspiró en las antiguas estatuas romanas –simbolizan la lucha entre el hombre y la naturaleza del caballo indomable- e hizo un trabajo magistral en mármol de Carrara. También aquí vale la pena conocer el propio pasado del museo, ya que pueden contemplarse los restos del castillo medieval y del antiguo palacio en el pabellón del Reloj.

Picnic en el jardín de las Tullerías

Al salir del museo, se presenta una buena oportunidad para darse una vuelta por los jardines de las Tullerías (Jardins des Tulleries) y tomarse algo. Es el primer jardín público de la ciudad. El nombre Tullerías deriva de la palabra francesa tuile, que significa “teja”, dado que ese lugar estaba antiguamente ocupado por fábricas de tejas. Allí los muchos parisinos suelen desplegar sus manteles sobre el césped, sacar sus quesos, vinos y otras viandas y disfrutar de un picnic tradicional al atardecer. Si viajas en verano (del 21 de junio al 25 de agosto), ten presente que se celebra una feria con puestos de algodón, crepes y una gran noria, un tiovivo y diversas atracciones.

Los jardines de la Tullerías son un espacio muy concurrido por turistas

Pel_1971 / Getty Images