El ABC más desconocido del Caribe
Pequeñas Antillas
Aruba, Bonaire y Curaçao son menos conocidas pero disfrutan de buen tiempo todo el año
Hay ciertos nombres que suenan automáticamente cuando se habla del Caribe. Son Cuba, República Dominicana, Jamaica, las Bahamas o incluso Martinica. Muy pocos viajeros piensan en Aruba, Bonaire y Curaçao. Es cierto que tienen menos nombre. Tal vez es porque su tamaño es menor. O puede que influya que son tres islas de Sotavento: es decir, están situadas por debajo de las corrientes dominantes del viento, y eso hizo que fueran las últimas descubiertas – antes fueron las islas de Barlovento, en el lado del viento - por las naves que procedían de Europa en el siglo XV en busca del Nuevo Mundo.
Las islas ABC, sin huracanes
Estas tres islas están justo frente a la costa occidental de Venezuela. Según cuenta la historia, a los descubridores españoles no les llamo especialmente la atención este grupo de islas. Las llamaron “las islas inútiles” por su falta de oro y plata. Las ningunearon. Sin embargo, en la actualidad, las cosas han cambiado bastante en Aruba, Bonaire y Curaçao. Ya nadie las esquiva. No es que los viajeros ya no nos interese el oro o la plata, sino que el sol, las aguas cristalinas y las playas de arena fina se han convertido en imprescindibles en el último siglo. Pero una razón fundamental para plantearse un viaje a estas tres islas es que se encuentran fuera del cinturón de huracanes del Caribe.
Entre los meses de junio y octubre, cuando otras islas caribeñas son azotadas por los fuertes vientos del Atlántico, en las ABC normalmente cuentan con un agradable y apacible clima. Y así todo el año.
Aruba, la isla feliz
Los propios habitantes de la isla la llaman “la isla feliz”. O eso aseguran sus encuestas, en las que por lo visto el 78% de la población siente felicidad a diario. Lo que por cierto no extraña nada. Solo hay que darse una vuelta por la isla. Es una maravilla. Esta ubicada al sur del mar Caribe y no sobrepasa los 32 kilómetros de largo por los 10 de ancho. Y en ese sentido, es ideal para familias. Pueden pasar unas vacaciones en ambientes de total seguridad como playa Boca Catalina o Malmok Beach, donde los más pequeños pueden jugar, bucear y descubrir la vida marina en general.
Por otro lado, cada vez hay más y mejores resorts con todo incluido (la mayoría con programas especiales para niños o lunas de miel). La capital, Oranjestad, tiene cierto encanto, es como un pedazo de Europa en medio del Caribe: fachadas de tonos pastel, monumentos, zona de tiendas, un ambiente muy moderno... Y en cuanto al clima, como hemos comentado antes, está alejada de la zona de impacto de los huracanes, por lo que cuenta con un tiempo fantástico y agradable durante casi todo el año. El último huracán en visitar Aruba fue Félix en 2007, era de nivel dos y no provocó casi daños. Por cierto, una de las atracciones más populares es The Antilla, un carguero alemán hundido en la costa en 1940, al que puedes bajar practicando snorkel.
Bonaire, fondos espectaculares para bucear
Una de las partes más interesantes de esta isla está bajo sus aguas. De hecho, se puede ver lo que hay a 30 metros de profundidad desde la superficie. El mar es cristalino. Los paisajes submarinos de Bonaire son de los más admirados del planeta. Cuidan y controlan mucho su patrimonio subacuático. Toda la costa está protegida por el parque nacional Marino. La mayoría de los buceadores y submarinistas que acuden a Bonaire, se concentran en las playas de Bengue y Karpata, donde hay arrecifes de coral ( a pocos metros de la costa ) y más de 400 especies de peces, entre los que se encuentran ejemplares tan exóticos como el pez loro, el pez ángel, el pez mariposa o curiosas esponjas de color naranja. Hay 90 puntos de inmersión en toda la isla, pero es también muy recomendable para los que simplemente empiezan a descubrir este otro mundo con su tubo y sus gafas.
Es un poco más grande que Aruba, pero no está tan abierta al turismo, es algo más serena en ese sentido. El plan allí es claro: relajarse y disfrutar del mar. Al norte, hay una zona montañosa, en la que se alza el monte Brandariscon (240 metros) y el sur es prácticamente árido y salino. La observación de aves también es una actividad muy habitual, sobre todo los flamencos con sus plumas rosadas, su majestuoso aleteo y su cuello alargado son muy fáciles de ver en el parque nacional Washington-Slagbaai, en las playas de la costa oeste, en Boca Slagbaai y Funchi. Por cierto, según he podido comprobar, aunque muchos aseguran lo contrario, no es una isla cara. El precio de un buen alojamiento está sobre los 150€ la noche.
Curaçao, la isla de la curación
Parece ser (no está del todo claro) que muchos de los marineros portugueses que desembarcaron en esta isla afectados por el escorbuto se curaron de la enfermedad. Lo vieron como un milagro celestial y la bautizaron como Curaçao. También se cuenta que procede de la palabra corazón, ya que era el centro comercial del Caribe – importante mercado de esclavos, por cierto - en aquellos años. Ahora lo que primero que hay que hacer es darse una vuelta por su capital, Willemstad, patrimonio de la humanidad en 2017, la conocen como “la pequeña Amsterdam”. Es una ciudad pintoresca con casas de diversos colores, un casco colonial realmente interesante (el de Punda), está repleta de vida – diurna y nocturna -, cuenta con galerías de arte o boutiques para ir de compras y con una oferta cultural amplísima (anota en la agenda el North Sea Jazz festival en septiembre o su carnaval).
Luego, para los más aventureros, tienes excursiones a las cuevas de Hato o los parque nacionales de Christoffel y Shete Boka. Al igual que Bonaire, también tiene una excelente reputación para practicar el submarinismo. Pero hablemos de playas, que es su punto fuertísimo y también una “curación para el alma”. Porque son idílicas, inspiradoras, estimulantes. Forman parte de múltiples rankings de las mejores del planeta. Hay alrededor de treinta playas en sus 65 kilómetros de largo y unos 15 de ancho. Entre las que destacan, la sugerencia sería conocer las de Kenepa, Westpunt, las de Klein y las de Forti en la punta oeste. Hay que tener en cuenta que muchas de estas playas son de propiedad privada, por lo que hay que pagar para acceder. Es el caso de Porto Marie, una de las mejor valoradas de la isla.
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