36 horas espectaculares en Dubái
Escapadas de vanguardia
La ciudad es un verdadero oasis de rascacielos entre los que destaca el más alto del mundo, el Burj Khalifa
Dubái parece ser un deseo surgido de la lámpara de un genio. Casi de la nada y de la noche a la mañana, se ha convertido en una impresionante ciudad cosmopolita que no deja de sorprender por sus lujos y por una arquitectura de ensueño, un verdadero oasis de rascacielos en medio del desierto de Arabia y bañada por las cálidas aguas del golfo Pérsico.
Hace apenas 50 años, este emirato descubrió el petróleo y su economía, basada en la tradicional industria de la perla, dio un salto de vértigo. De alguna manera, el genio de la lámpara apareció y transformó la vieja ciudad, cuyo edificio más antiguo conservado es un fuerte de 1799, en un rico paraíso todavía en construcción que ahora se está preparando para acoger en 2020 la Exposición Universal.
Como si quisiera aprovechar el tiempo perdido, la ciudad crece a un ritmo frenético. Resulta casi imposible hacer fotografías panorámicas sin que aparezcan las omnipresentes grúas. El cristal y el acero de los edificios reflejan el poder abrasador del sol, que reina con especial intensidad en este enclave donde el turismo de alto standing y las compras se han convertido en sus principales reclamos.
Dubái no deja a nadie indiferente. Es, sin duda, una ciudad que merece la pena conocer, ya sea para recrear la vista en su poderoso skyline gobernado por el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, como para comprobar cómo una urbe de tales características puede surgir de la arena del desierto. Una arena que gravita en el aire y que, como ocurrió con la niebla en Londres, se ha convertido también en un sello identificativo de una ciudad que vive, sobre todo, de puertas hacia adentro.
Mientras que en el exterior el calor puede llegar a ser insoportable (en verano se llegan a superar los 50º C), los interiores presumen de un aire acondicionado de última generación y máxima potencia. Así pues, aquí va el primer consejo del viaje: id preparados para soportar el contraste constante de temperaturas. El segundo consejo: las distancias son kilométricas, olvidaos de ir andando de un sitio a otro. Lo mejor es moverse en taxi o alquilar un coche, aunque los amantes del transporte público pueden probar de desplazarse en metro.
De hecho, el moderno e impresionante metropolitano de Dubái con dos líneas (las primeras paradas son de 2009) bien merece un trayecto. Totalmente automatitzado, acondicionado y con tramos aéreos, resulta, cómo no, espectacular. La red incluye casi todos los puntos turísticos y sus estaciones están conectadas a paradas de bus y taxi.
Respecto a los taxis, no son caros y hay donde escoger, desde los públicos a los privados, incluso hay un pink taxi para mujeres. La tarifa mínima es de 12 dirhams y con 20 se puede llegar a casi todos los sitios. Así pues, las carreras pueden salir por unos cuatro euros.
Aunque la lengua oficial del país es el árabe, casi todo el mundo habla inglés. En realidad, solo el 20% de la población es autóctona y el resto procede de múltiples partes del planeta con sus respectivas lenguas. El inglés parece poner un poco de orden a esta torre de Babel idiomática. Aún así, y por cortesía, conviene conocer algunas expresiones recurrentes, como Ahalan (hola), Shokran (gracias) o Ma’a ElSalama (adiós).
Ya preparados, resulta inevitable empezar la visita a Dubái por todo lo alto.
Sábado
10.00 - Burj Khalifa
¿Para qué esperar? El Burj Khalifa es, quizás, la visita más obligada de Dubái y que nunca defrauda. Sus 828 metros de altura lo han convertido en el edificio más alto del mundo, aunque la propia ciudad ya prepara la construcción de su sucesor. Concretamente, Calatrava ha empezado a levantar el Dubai Creek Tower, que tendrá una altura de 1.000 metros y que rivalizará con la Torre Jeddah que se está construyendo en Arabia Saudí. Ambos se inaugurarán en el 2020. Mientras, el Burj Khalifa sigue liderando el Olimpo de los rascacielos.
Para conocerlo, es mejor comprar la entrada por anticipado en su web con el día y la hora de la visita. De esta manera, se evitará la ingrata sorpresa de encontrarse con esperas largas -o sin entradas- para ese día. Antes de subir, vale la pena visitar el centro de interpretación de rascacielos y conocer los edificios más famosos que dominan las alturas.
También resulta interesante entretenerse con la exposición sobre cómo se realizó su construcción de récord. Otro detalle curioso es detenerse en el punto por donde Tom Cruise descendió para lograr su misión imposible.
Ya ambientados, llega el momento de coger el ascensor hasta la planta 124, donde se encuentra el mirador. El elevador es otro atractivo por él mismo. En tan solo 59 segundos se logra el ascenso, con luces y música que acompañan la experiencia. Ya en la cima, el panorama que se abre ante los ojos resulta hipnotitzante. Los rascacielos de la ciudad se alzan bajo nuestros pies a la vez que la mirada se pude perder en dos horizontes: el del desierto y el del mar.
11.00 - Dubai Mall
Junto al Burj Khalifa se encuentra el centro comercial de moda y el más grande de la ciudad que sorprende por su lujo y las 1.200 de tiendas de marca que alberga. Una de sus plazas más concurridas, por ejemplo, es la que acoge las joyerías, con firmas como Cartier o Tiffany.
Aunque no os guste ir de tiendas, el Dubai Mall es otra visita obligada ni que sea por un par de horas. De hecho, los centros comerciales no son solo un lugar para comprar, también son puntos de encuentro para los ciudadanos y suelen acoger diferentes atractivos, además de una amplia oferta de restauración.
En el caso que nos ocupa, sorprende encontrarse con uno de los acuarios más grandes del mundo. Detrás de su inmenso panel panorámico de más de 30 metros de largo y ocho de altura nadan unos 33.000 peces de 85 especies diferentes, con tiburones incluidos. Otras sorpresas entre tienda y tienda: una pista de patinaje sobre hielo o una impresionante escultura-cascada de agua de cuatro pisos. Para ir de un lado a otro incluso se puede alquilar un cochecito con lugar para las bolsas.
13.00 - Comer junto a la Dubai Fountain
En el exterior del Dubai Mall y con el Burj Khalifa como telón de fondo, se encuentra la Dubai Fountain, el espectáculo de fuentes más grande del mundo capaz de lanzar el agua a 150 metros de altura.
Por la mañana, el show es a las 13 horas y a las 13.30 horas, así que resulta una buena opción sentarse en una de las muchas terrazas que rodean la fuente y aprovechar para comer a la vez que se disfruta del baile de luces, agua y música. Una de las propuestas gastronómicas más reputadas es la que ofrece el Dean&DeLuca, con sus sandwiches al estilo neoyorkino.
15.00 - Palm Islands
Así como Abu Dhabi cuenta con una red de islas naturales, este no es el caso de Dubái, que ha decidido construirlas artificialmente. El proyecto más impresionante de edificación en el mar son las Palm Islands, todo un desafío de la ingeniería que aporta a la ciudad más de 500 kilómetros extra de costa. Hay tres islas, todas en forma de palmera, de ahí su nombre… Pero como no hay mucho tiempo, mejor concentrar la visita en una de ellas: la Palm Jumeirah.
Esta espectacular obra se creó en tan solo siete años, tres de los cuales se emplearon solo para construir el rompeolas, integrado por 94.000.000 m³ de piedras. Para la isla fue necesario el uso de 94.000.000 m³ de arena, pero no la del desierto. Se optó por extraerla del mar adentro ya que es más gruesa y resistente.
16.00 - Atlantis
Antes de partir de Palm Jumereih, no nos podemos perder uno de sus grandes atractivos, el hotel Atlantis. Se trata de un resort familiar de lujo considerado de siete estrellas e instalado en un edificio singular por su simetría bilateral.
En su interior, destaca otro acuario de récord con 65.000 animales marinos. Algunas de las habitaciones del hotel se encuentran sumergidas en su interior. Otro de los reclamos del hotel es su parque acuático de 16 hectáreas.
17.00 - Burj Al Arab
Se trata de otro icono de la ciudad. Construido antes que el Burj Khalifa, este rascacielos en forma de vela homenajea a los barcos que utilizaban los antiguos recolectores de perlas. La mala noticia es que no se puede acceder a este hotel de lujo, también considerado de siete estrellas, decorado por Versace y edificado con pan de oro de 24 quilates (entre otros elementos), si no se es cliente.
Por eso, una buena opción es reservar hora para tomar un high tea en el Sky View Bar, situado en el piso 27, una costumbre habitual en la ciudad. La bebida viene acompañada de todo un surtido de dulces y bocados salados deliciosos. Más allá de la gastronomía, el servicio es toda una experiencia digna de vivir y recordar.
18.00 - Hora del spa
Otra experiencia para llevarse a casa es disfrutar de uno de los muchos spas que hay en la mayoría de los 500 hoteles de la ciudad. Sin salir del Burj Al Àrab, se encuentra, por ejemplo, el Assawan Spa, un centro de relax con teteras de plata. Está todo dicho.
20.00 - Cena en el Creek
Una buena manera de terminar el intenso primer día en Dubái es cenando a bordo de un barco que recorre el Creek, la ría natural que dio origen a la ciudad y que se adentra unos 10 kilómetros en la tierra.
Hay diferentes ofertas, según la comida y el lujo, pero por unos 50 euros se puede encontrar una opción más que recomendable. Durante dos horas, no sólo se degusta la comida más tradicional de la ciudad, basada sobre todo en la tradición árabe, con platos tan características como el hummus (crema de garbanzos), el koussa mahshi (calabacines estofados rellenos de carne y arroz) o el postre esh asaraya (una tarta de queso con crema), sino que se pueden observar las luces de la ciudad desde el mar.
Los recorridos normalmente permiten admirar edificios como la Gran Mezquita, la Torre Rolex o el Puente Flotante.
Domingo
10.00 - Deira
El segundo día resulta ideal para recorrer el antiguo centro de Dubái, el barrio de Deira junto al Creek. Si de noche cruzamos las aguas cenando, por la mañana es la hora apropiada para contemplar cómo hierve la actividad comercial de la ciudad en este punto tan característico.
Es recomendable coger un abra, las pequeñas y típicas embarcaciones que cruzan el canal, e incluso adentrarse en el barrio de Bastakiya, que todavía conserva casas de coral recubiertas de arena y las típicas torres de ventilación.
11.00 - Los zocos
Otro imperdible de Dubái es pasear por sus dos zocos más famosos: el del oro y el de las especias. Ambos se encuentran pegados en el corazón de Deira.
El del oro es, sin lugar a dudas, el que más reluce. Una de las tiendas más reconocidas presume en su escaparate de poseer el anillo más grande del mundo (no hay dedo que pueda lucirlo). Hay cientos de puestos que ofrecen joyas a precios razonables y se pueden encontrar piezas de diferentes quilates, desde 18, 21, 22 y 24.
También es muy recomendable dar un paseo por el mercado de las especias. La más tradicional de Dubái es el cardamomo. De hecho, se suele tomar con el café y los locales aseguran que la bebida resultante facilita la digestión y quita el mal aliento. Otro ingrediente que no falta en las casas y que se puede adquirir en este zoco son los dátiles, un producto de kilómetro 0. Simplemente deliciosos.
Un consejo: como en todos los zocos, resulta imprescindible regatear.
13.00 - Comer barato
Para compensar las compras en los zocos o los masajes del día anterior, una opción genuina y económica es tomar el almuerzo en uno de los puestos del bazar. Hay locales tradicionales donde se pueden comer platos típicos por menos de 10 dirhams.
14.00 - Aventura en el desierto
No se puede abandonar Dubái sin pisar la arena rojiza de su desierto que tanto llama la atención y que es debido a su alta concentración en dióxido de hierro.
Existen diferentes compañías que ofrecen tours guiados en 4x4 para vivir una intensa y emocionante conducción entre las dunas, como si se tratara de una verdadera montaña rusa. Si hay tiempo, incluso se pueden contratar experiencias más completas que incluyen todo tipo de demostraciones tradicionales en haimas instaladas en el desierto, donde es posible admirar el vuelo de los halcones cazadores, el espectáculo de la danza del vientre o incluso cenar una barbacoa mientras por el horizonte el sol, en su declive, nos recuerda que termina nuestro tiempo en este emirato tan lleno de contrastes y de emociones contradictorias, donde todos los sueños pueden convertirse en realidad, con o sin genio de la lámpara.