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Taiwán, la costumbre de ir por delante

Mundo

Recorremos un país marcado por la fusión entre tradición y modernidad

Jardines de Sakura, Taipéi (Taiwán)

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La antigua Formosa se ha hecho un nombre en todo el mundo por su capacidad tecnológica y de innovación –justo ahora están trabajando en dispositivos 5G–, pero esta magnética isla también está muy orgullosa de sus tradiciones ancestrales. La combinación de tradición y modernidad –que se ve a la perfección en jóvenes de estilo neopunk practicando ritos en los templos– es la base para una sociedad en constante evolución.

Y es que a los taiwaneses les gusta ir siempre un paso por delante, como apunta el nombre del célebre rascacielos Taipei 101, símbolo indiscutible del skyline de la capital, que hace referencia al hecho de “ir un poco más allá” (estos números también marcan el paso de siglo: 100 + 1).

Vista panorámica de Taipéi (Taiwán)

fenlio / Getty Images/iStockphoto

Es la misma idea que encontramos en la desconcertante iglesia con forma de zapato de tacón de Chiayi, que también hace referencia al hecho de, ante las dificultades, seguir andando hacia delante.

Y es que, para una isla con un pasado tan convulso como esta, el futuro es el que brinda la oportunidad para desarrollarse y avanzar. Al mismo tiempo, la sociedad taiwanesa tiene muy claro que la cultura, el saber y las tradiciones deben preservarse y practicarse.

Tal vez por eso los templos son centros de reunión social, algunas librerías abren las 24 horas (no os perdáis una visita nocturna a Eslite Bookstore Dunhua) y los dirigentes políticos rinden tributo público a Confucio.

Para descubrirlo, nos embarcamos en un viaje de Taipéi a Tainan, pasando por la región de Chiayi, a la búsqueda de ese Taiwán capaz de combinar lo más tradicional con las últimas tendencias.

Templo de Confucio de Kaohsiung,(Taiwán)

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Preguntando a los dioses

Llegamos un mediodía al templo de Longshan, que está lleno de taiwaneses de todas las edades. Aprovechan un momento para ponerse frente a un altar y resolver algunas dudas. Unas son fáciles (“¿Le pido salir a esa chica? ¿Debería emprender ese viaje?”) y otras más complicadas (“¿Es hora de cambiar de trabajo o de pareja?”).

Las formulan para sus adentros, mirando hacia las figuras de los dioses, después de haber revelado su nombre, dirección y fecha de nacimiento ante ellos. Acto seguido tiran al suelo dos tallas de madera, en forma de media luna, que ofrecen la primera respuesta a su pregunta.

Templo de Longshan, Taipéi (Taiwán)

SeanPavonePhoto / Getty Images/iStockphoto

Lo que presenciamos es el ‘bwa bwei’, un rito taoísta muy practicado que, según la dificultad de la pregunta, puede requerir hasta diez respuestas más. Este es el motivo por el cual la mayoría de templos están llenos de chocolatinas , flores y caramelos, que son una muestra de agradecimiento ante problemas resueltos.

En Taipéi también encontramos el templo de Xiahai, en la encantadora calle Dihua (repleta de tiendas de diseño, librerías y cafeterías), donde se puede degustar un té dulce que promete encontrar marido a toda chica que lo pruebe.

Gastronomía callejera

Tan tradicionales como los templos son los mercadillos nocturnos, como el de la calle Raohe, que nos adentra a otro aspecto cultural taiwanés. Olores, sabores y sonidos estridentes que empiezan en el colorista templo de Ciyou y que siguen en una calle en la que podríamos pasar horas y, aun así, no verlo todo.

También podéis hacer una parada en Ximending, un barrio futurista de estilo Blade Runner que combina sin prejuicios tiendas de ropa, tatuadores y máquinas recreativas con peluches.

Barrio de Ximending, Taipéi (Taiwán)

stockinasia / Getty Images

Estas dos áreas, además, ofrecen una amplia variedad de comida callejera –no os vayáis sin probar el “tofu apestoso” con salsa picante (stinky tofu), que sabe mucho mejor de lo que indica su nombre–.

Pero también hay muchas opciones de restaurantes de nivel a buen precio. Entre ellos está el indispensable Din Tai Fung y sus míticos ‘xiaolongbao (empanadillas rellenas) o el más formal Dian Shui Lou, que además de unos deliciosos xiaolongbao de colores también ofrece buenas vistas sobre la ciudad.

Viaje hacia el sur

Para descubrir más sobre las tradiciones de la isla, que combina influencias de distintos países y culturas, merece la pena ir hacia el sur. Con el tren de alta velocidad llegamos en un par de horas a Tainan, que es la ciudad más antigua de Taiwán y fue la capital en el siglo XVII.

Tainan Taiwán

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En los últimos años, muchos jóvenes artistas han convertido la localidad en el gran centro cultural, y tambiéngastronómico, de la isla. Un buen ejemplo de ello es el Blue Print Culture Creative Park, un distrito decorado con grafitis que acoge cafeterías y tiendas de diseñadores locales. No os perdáis la decoración de la casa azul de la entrada, que es la que da nombre al lugar y que añade dos dimensiones a un plano de vivienda.

Más al sur, el espíritu hipster sigue en una decena de restaurantes que parecen sacados de una revista de interiorismo. Los dueños, con cortes de pelo modernísimos, hacen crucigramas mientras esperan la llegada de los próximos clientes.

Pese a la aparente calma, estos chefs han aportado su grano de arena a la fama de Tainan como centro gastronómico no solo por sus platos tradicionales, sino también por las fusiones con otras gastronomías del mundo.

Además, aquí es donde a finales de los 80 se inventó la bebida taiwanesa más internacional: el té de perlas, o bubble tea. Lo probamos en la salón de té Hanlin, donde, en 1986, el pintor y maestro de té Tsung-Ho Tu revolucionó la manera de tomar esta bebida milenaria.

Unos años más tarde también inventó unas pajas suficientemente anchas para poder beber el té con sus “perlas” blancas (de almidón de patata), que evolucionaron hasta las negras de tapioca que ahora se ven en todo el mundo.

Alumnos y profesores

Tainan no se olvida de rendir tributo a su pasado. Un ejemplo de ello es Fort Provintia (también conocido como Chihkan Tower), un fuerte construido durante la ocupación holandesa en 1653 para la defensa ante los aborígenes (a quienes compraron el terreno a cambio de 500 metros de tela) y que también funcionaba como hub administrativo y comercial.

Durante la dinastía Qing, el edificio se convirtió en una pagoda china y, en el período japonés, fue un hospital militar, por lo que es un ejemplo fantástico de la fusión cultural de la ciudad. Dentro, en el pabellón Wenchang, encontraréis una representación de la divinidad Kui Xing, al que todavía hoy visitan muchos estudiantes que quieren sacar las notas más altas. Si hacéis el rito bwa bwei y os responde que sí, podréis coger uno de los lápices que hay encima de la mesa y sacar gracias a ellos las mejores notas.

Fort Provintia, Tainan (Taiwán)

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Otro lugar imprescindible es el templo de Confucio, el maestro de los maestros. Se trata del templo-escuela más antiguo de la ciudad, construido en 1665, y tiene una superficie de más de 9.000 m² que cuenta con hasta 15 edificios. Aquí podréis ver otra tradición de diálogo con los dioses: se trata de escribir un deseo en una hoja amarilla, ponerle un sello con la imagen de Kui Xing y colgarla en una pared.

Dentro de este complejo, en el palacio Ta Cheng, fijaos en los retablos del techo con caracteres chinos: son frases de Confucio seleccionadas por los emperadores y dirigentes políticos de Taiwán; entre ellos, Chiang Kai-shek y la presidenta actual, Tsai Ing-wen.

Templo de Confucio al atardecer, Tainan (Taiwán)

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Una muestra de cómo la filosofía de “educar a todos sin discriminación y enseñar a los estudiantes de acuerdo con su talento” sigue muy vigente en la cultura taiwanesa, que cada 28 de septiembre celebra el cumpleaños de Confucio con el día de los Docentes.

Entorno natural

Pero no todo el interés está en las ciudades taiwanesas. En la isla también encontramos diversas opciones de turismo de naturaleza, que se alejan del circuito habitual. Por ejemplo, el túnel Verde de Manglares de Sicao, un canal natural desarrollado hace más de doscientos años por el que se puede circular en barco y observar fauna y flora autóctonas entre impresionantes manglares.

O el parque forestal de Aogu, en el distrito de Chiayi, en el que viven más de 250 especies de pájaros; entre ellos, el martín pescador común, la garza imperial o la garcilla bueyera.

Túnel verde de Sicao, Tainan (Taiwán)

Sean3810 / Getty Images/iStockphoto

Y, ya que hablamos de aves, nada mejor que visitar el restaurante Water Bird, en Chiayi, un sorprendente local de fusión cuyo nombre hace referencia a las migraciones y a la difusión de culturas y sabores.

También podemos parar en alguno de los restaurantes de carretera rodeados de ostras de la zona, como la marisquería Hua Rong; y es que en Taiwán cocinan como nadie estos moluscos, con recetas como la tortilla o los vermicelli con ostras.

De vuelta a Taipéi, podemos subir en teleférico hasta el pintoresco pueblo de Maokong, desde donde se puede apreciar la capital desde una nueva perspectiva y, a la vez, descubrir una gran variedad de tés locales.

Teleférico de Maokong (Taiwán)

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En el restaurante Moon Tea, por ejemplo, se puede aprender a servirlo acorde con las costumbres locales (que incluyen acompañar el té con pipas de calabaza o ciruelas maceradas).

Una tradición que es también una buena manera de despedirse de esta isla que combina cultura, gastronomía y rituales como ninguna y cuyos ciudadanos tienen fama de ser muy acogedores. Porque, entre otras cosas, tienen muy presente una de las frases más célebres de Confucio: “¿No es maravilloso tener visitas de amigos que vienen de lejos?”.

Más información

Compañías como China Airlines ofrecen vuelos con escala desde Madrid y Barcelona. Lo mejor es volar a Taipéi y, desde ahí, moverse con el tren de alta velocidad (THSR).

En este enlace se puede encontrar más información en la web de la Oficina Económica y Cultura y en la Oficina de Turismo

Arrecife de Laomei (Taiwán)

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