36 horas únicas en Galway y los Cliffs of Moher
Escapadas de vanguardia
Música, pubs y paisajes de ensueño pincelan la cautivadora costa oeste de Irlanda
Un pub abarrotado, un puñado de pintas de cerveza encima de la mesa y las animadas notas de un grupo cualquiera. Es la postal que define Galway, una pequeña ciudad irlandesa de menos de 80.000 habitantes que la música ha situado en el mapa mundial. A ello ha contribuido un ídolo de masas como Ed Sheeran y su reciente canción Galway Girl, como homenaje a unas calles que le vieron tocar cuando aún no era famoso, aunque sería injusto personalizar en él el torrente creativo que va ligado a la tercera mayor ciudad de Irlanda.
Este dato nos da otra pista sobre el escenario, esencialmente rural, más teñido de verde naturaleza que de gris ciudad. Y es que no podemos hablar de la coqueta Galway sin abrir el foco y reparar en el excepcional panorama que traza la costa occidental de Irlanda y su estandarte: los Cliffs of Moher.
Todo ello al alcance de la mano en apenas 36 horas, ¿estás preparado? Antes de embarcar, sin embargo, cabe señalar un apunte: el tópico se cumple y la lluvia es una constante en este enclave del oeste irlandés, de modo que sea invierno o verano –hace frío todo el año–, es imprescindible llevar ropa para protegerse del viento y las precipitaciones continuas.
Sábado
10.00 – Las raíces irlandesas a través de los pubs, la música y la historia
La ruta debe arrancar con un Irish Breakfast –con huevo, salchicha, bacon y judías–, consistente y tradicional manjar que sirven en cualquier pub de Galway. Y con las pilas cargadas buscamos Eyre Square, el centro neurálgico de la ciudad irlandesa, justo al lado de la estación de autobuses. Aunque es conocida así, la plaza recibe el nombre oficial de John F. Kennedy Park, expresidente de los Estados Unidos de raíces irlandesas que en junio del 1963 aterrizó con su Air Forne One en Irlanda para visitar algunos enclaves como Dublín o la propia Galway. Una visita con elevada carga simbólica y muy recordada en el país y que, entre otros, ayudó a impulsar el turismo, actualmente una de las principales fuentes de ingresos del país. El carismático expresidente de EE.UU. conserva un memorial en dicha plaza.
Hoy somos nosotros quien hacemos turismo y quienes hallamos alrededor de esta plaza uno de los principales atractivos de la zona: los concurridos pubs, toda una atracción en sí mismos. Más aún si hay partido de rugby o Galway Races –carreras de caballos muy populares–, que llenan los locales hasta la bandera. De aquí te recomendamos una fugaz visita al O’Connell’s.
11.00 – Un castillo y una iglesia medieval
Siguiendo en el centro de Galway, persigue Shop Street, ideal para relajarte y pasear sin prisa alguna gozando de los músicos callejeros, alrededor de los cuales se acostumbra a apostar mucha gente. Si la música recorre las venas de Galway, Shop Street es su arteria principal. Además, en la misma calle también te toparás con Lynch Castle, la antigua residencia de la familia Lynch, una de las catorce que dominaban política y económicamente la ciudad en época medieval –hoy convertida en una entidad financiera que más allá de la fachada sólo conserva una pequeña exposición. Y sin dejar la historia, accede al Eyre Square Centre, centro comercial en el interior del cual se conserva parte de la antigua muralla.
Al final de Shop Street alcanzamos Church Lane, donde en fin de semana y otras fechas señaladas se levanta el Galway Market, mercado donde se vende fruta, verdura, pescado, carne, comida preparada y hasta productos de artesanía local. Si lo cruzas, llegarás a Saint Nicholas Church, iglesia de principios del siglo XIV que merece la pena visitar más por su simbolismo que por su valor arquitectónico. Cuenta la leyenda que Cristóbal Colón paró en este templo para rezar, aunque ésta no será la única referencia española de la ruta.
12.00 – El río Corrib y el campus universitario definen el carácter de la ciudad
Cruzamos el Corrib –principal río de una ciudad, que vive de cara al Atlántico– en dirección a la Catedral, aunque antes de acceder al templo se puede echar un vistazo al río, ya que depende de la época del año se puede ver a pescadores de pie tratando de dar caza a algún despistado salmón. Volviendo la mirada arriba, se aprecia la que es la catedral construida con la piedra más nueva de Europa. Aquí hallamos otra referencia a Kennedy en forma de mosaico, dado que el expresidente asesinado en Dallas participó en una campaña de recogida de fondos entre católicos irlandeses emigrados a Estados Unidos para la construcción de esta nueva y moderna construcción.
Frente a la misma llegamos al importante campus universitario (NUIG), que mezcla edificios góticos con otros de estilo contemporáneo, aunque su joya es el edificio central, inspirado en la emblemática Christ Church de Oxford. Es imprescindible pararse un momento en la zona universitaria, dado que su eminente rol –recibe más de 3.000 alumnos extranjeros cada curso– determina en gran medida el joven, internacional y cosmopolita carácter de Galway.
13.00 – La cocina irlandesa de temporada
Después de descubrir la zona universitaria, nos dirigimos hacia Sea Road para buscar mesa donde comer. En esta calle se presentan varios cafés y restaurantes, aunque sin duda la estrella es el Kai Cafe + Restaurant. Su precio, especialmente para cenar, es bastante caro, aunque al mediodía ofrece platos completos por entre 12 y 15 euros –razonable, teniendo en cuenta que por lo general Irlanda es un país caro. El menú del Kai es diferente cada día en función de los productos de temporada, con una base irlandesa que se completa con influencias de todo el mundo para ofrecer nuevos e interesantes sabores. Y de postre, no dejes de probar sus elaborados pasteles.
14.30 – La cultura del mar
En la misma Sea Road comienza el barrio de Salthill, una opción ideal para relajarte de la mano del mar y su paseo marítimo –Salthill Prom– después de comer. Aquí enlazan todas las playas de Galway y a lo largo de su paseo se puede ver a mucha gente paseando y practicando deporte. De hecho, Salthill se ha convertido en una de las zonas preferidas por los jóvenes que llegan a Galway para vivir.
Culmina el paseo la icónica Blackrock, una torre desde donde muchos locales se atreven a tirarse al mar cuando sube la marea –en esta zona los cambios de marea son muy bruscos. De hecho, sea la época del año que sea, haga sol, viento, llueva o nieve, no será extraño que veas a gente bañándose a la vera de Blackrock. Y es que para muchos locales nadar forma parte de su rutina, más allá de que las heladas aguas del Atlántico corten la respiración a cualquiera.
16.00 – Guiness contra el mal tiempo
Si el día es ventoso o lluvioso no desesperes, no es mala suerte, es lo más frecuente en Galway. Contra ello, uno de las mejores recetas puede ser resguardarse del mal tiempo en un pub para tomar una Guiness –una de las cervezas más populares del mundo, de origen irlandés. En Salthill te recomendamos el O’Connor’s, un pub que podría ser un museo por sí mismo. ¿Te acuerdas del videoclip de Galway Girl, de Ed Sheeran? El vídeo muestra los encantos de este local, una típica casa irlandesa con tejado de paja y mil y uno objetos que adornan su interior. Como no podía ser de otro modo, que no te sorprenda si de fondo escuchas música en directo.
17.00 – Parque o museo, todo depende de la climatología
Para cerrar la tarde nos dirigimos a Claddagh, un antiguo barrio de pescadores por donde se puede pasear tranquilamente hasta llegar al Spanish Arch, un arco de piedra de la Edad Media que recuerda las relaciones comerciales que forjaron Galway y España, principalmente por el comercio náutico del vino. Si brilla el sol, una agradable opción es unirse a los jóvenes que inundan el jardín frente al arco para escuchar música, bebida en mano, mientras se goza de las maravillosas vistas de la bahía y de las casas de colores de Galway –una de las postales típicas de la ciudad irlandesa que, cómo no, también tiene sus segundos en el videoclip de Sheeran.
Sin embargo, si el clima no acompaña, puede ser un buen momento para visitar el museo de la ciudad –gratuito–, que narra la larga historia de Galway. También puedes visitar el Museo del Anillo de Claddagh, ubicado en Quay Street, detrás de una joyería. Este diminuto museo de tan solo una sala expone ejemplares únicos del anillo de Claddagh, un emblema de Galway con una romántica leyenda. Y es que cuentan los locales que un viejo ciudadano de la zona, Richard Joyce, forjó este anillo con un corazón rodeado por dos manos y encabezado por una corona mientras estaba en cautiverio de un joyero argelino para entregárselo a la amada a quien había prometido amor eterno cuando zarpó de Galway.
19.00 – Un bocado de Galway
A las siete de la tarde ya deberás estar sentado en algún restaurante para cenar, ya que la mayoría de cocinas bajan la persiana hacia las 21.00 horas. Además, los pubs y restaurantes se llenan rápidamente, por lo que es recomendable reservar. En Galway es imprescindible probar su pescado y marisco y, para ello, una de las mejores posibilidades es el Oscars, garantía de platos elaborados y productos de calidad. Otra opción más económica es el Hooked y su sabrosa Chowder, una típica sopa de pescado de la zona.
21.00 - La inacabable ruta de los pubs
La noche en Galway debe acabar en un pub, de eso no hay duda. La incógnita es cual, dado que la oferta es abrumadora. Así que, ¿por qué no hilvanar una ruta por varios locales? Algunos de los más recomendables son The Crane –si os interesa la música tradicional irlandesa–, The Monroe’s –con noches temáticas que te pueden llevar a bailar danza tradicional local–, The Quays o el The King’s Head –escenario de múltiples bandas que tocan versiones.
Con todo, la noche siempre suele cerrarse en Roisin Dubh, un local de música más alternativa con propuestas más atrevidas como la Silent Disco –discoteca con auriculares– o la Open Mic –listas abiertas para todo tipo de actuaciones. Una buena idea es informarse de la programación que presentan los diferentes pubs para esa noche, dado que el menú musical siempre va cambiando.
Domingo
10.00 – El nuevo Irish Breakfast
El segundo día de la ruta arranca con un brunch en Nimmo’s Ard Bia, un café ubicado en una casa tradicional junto al Spanish Arch. Su especialidad, la reconversión del Irish Breakfast con nuevos ingredientes e influencias de otros países.
10.45 – Camino a los acantilados
No puedes irte de la costa oeste de Irlanda sin ver los Cliffs of Moher, los espectaculares acantilados que pincelan la frontera con el Atlántico en lo que es la atracción turística más visitada de Irlanda. Situados a hora y media desde Galway, se puede ir con un tour organizado, en coche de alquiler o con transporte público –aunque los autobuses en Irlanda no son nunca la mejor opción, porque ni las rutas, ni las frecuencias ni los precios son buenos. Nuestra recomendación es que, para gozar de mayor flexibilidad, se alquile un coche. Ello también permitirá que puedas ir parándote para disfrutar de las bellas postales del paisaje. Desde Galway, nuestra primera parada es Kinvara.
12.00 – Dunguaire Castle en dirección al condado de Clare
La llegada a Kinvara la marca de forma ineludible uno de los típicos castillos de Irlanda, el Dunguaire Castle. Prepara la cámara, dado que por su disposición, marcando la entrada de la bahía y adentrándose en el agua, es un edificio muy fotogénico, sobre todo cuando hay marea baja.
Siguiendo la ruta, dejamos atrás el condado de Galway para entrar en el condado de Clare y, después de 20 minutos de conducción, alcanzamos Ballyvaughan, un pequeño y pintoresco pueblo que marca el punto de inicio del Burren –zona dominada por un característico paisaje kárstico de piedra calcárea resquebrajada. De hecho, de aquí viene su nombre, del irlandés Boireann, la gran roca.
Aquí deberemos escoger entre continuar nuestro camino por el interior o por la costa. Aunque el camino para llegar a los Cliffs of Moher por el interior es más corto, la carretera de la costa ofrece unas vistas impresionantes de la bahía de Galway y de las Aran Islands –siempre que el día sea claro– a tu derecha; y del Burren a tu izquierda.
13.30 – ‘Pit-stop’ en Doolin
Justo antes de llegar a los acantilados cruzaremos el pueblo de Doolin, donde podremos contemplar las casas tradicionales irlandesas. Desde aquí también se puede tomar barcos hacia las Aran Islands –un grupo de tres islas situadas frente a la bahía de Galway– u otros recorridos para gozar de los Cliffs of Moher desde abajo.
Con todo, que no se te pase la hora, porque te quedarás sin cocina abierta para comer. En Doolin puedes escoger cualquier pub irlandés para comer: ni el menú ni el precio variará mucho el uno del otro. Aquí puede ser un buen momento para probar algunos de los platos típicos de la cocina irlandesa, como el Irish Stew –estofado que acostumbra a llevar carne de cordero, patatas y otros tipos de verduras y hortalizas–, el Boiled Bacon and Cabbage –bacon hervido con col– o el salmón de Burren.
15.00 – Cliffs of Moher
Tras comer en Doolin llegamos ya a los Cliffs of Moher. Veremos un aparcamiento de pago justo delante del acceso, donde podremos dejar nuestro vehículo. Como decíamos antes, los acantilados de Moher son uno de los mayores atractivos de toda Irlanda, por lo que no nos debe sorprender que haya mucha gente, lo que le puede restar un punto de encanto. Aún así, conforman un paisaje impresionante que no te decepcionará. Los Cliffs of Moher –que deben su nombre del antiguo fuerte de Mothar, que fue derribado a principios del siglo XIX durante las guerras napoleónicas– se estiran hasta ocho kilómetros en línea recta y llegan a alcanzar un techo de 214 metros de altura.
En la entrada a los acantilados hay un centro de visitantes que permite repasar más al detalle la historia de este encantador lugar. Ya dentro del sendero que recorre los Cliffs of Moher, tomate tu tiempo para gozar de su majestuosidad sin prisas.
17.00 – Lahinch, última parada
Un poco más al sur, a apenas un cuarto de hora de los acantilados, llegamos a la última parada de nuestra aventura por el oeste irlandés: Lahinch, un bonito pueblo de playa conocido como meca para surferos, uno de los deportes estrella de Irlanda.
El perfil geográfico y las condiciones meteorológicas hacen de Lahinch un lugar ideal para los amantes de este deporte. Si te animas, en la misma playa podrás alquilar una tabla de surf y probar suerte con las olas. Si prefieres bajar revoluciones, entra en alguno de los muchos pubs y cafés que dibujan la fachada del pueblo para pedir la última Guiness y saborear el último trago de Irlanda antes de acabar este viaje exprés.
En la confección de esta ruta nos ha guiado Arantxa Arnau, una profesora y periodista catalana que vivió un año prendada de los encantos de Galway y su fabuloso entorno natural.
Ningún establecimiento mencionado en este artículo ha hecho aportación económica alguna para aparecer en la ruta, por lo que nuestras sugerencias proceden única y exclusivamente de la buena voluntad de nuestros guías para que los lectores disfruten al máximo de su viaje.