Lisboa, referente mundial del ‘street art’
Para explorar
Las paredes hablan como muestra de la nueva ola de modernización de la capital portuguesa
Lisboa se alza sobre tierra quemada, sobre los escombros de las grandes catástrofes del siglo XVIII, y ahora renace sobre arte callejero, en una ambiciosa renovación urbanística que ha situado la capital portuguesa como uno de los destinos más deseados por los jóvenes europeos.
Hace tres siglos un sismo aterrador, acompañado de un maremoto y un devastador incendio, arrebataron a Lisboa sus monumentos más emblemáticos y acabaron con la vida de miles de personas. Levantarse tras la catástrofe no fue fácil, pero la población lisboeta decidió aprovechar la desgracia para reconstruir una nueva ciudad moderna y funcional “a prueba de sismos”.
Ahora, tres siglos después, Lisboa se ha modernizado otra vez y lo ha hecho a base de sprays. La capital portuguesa se ha convertido en un referente mundial del street art y en un destino recomendable para pasear entre coloridas obras de arte, estructuras industriales y rincones que exhalan el más puro espíritu ‘millenial’.
Las grandes pintadas inundan prácticamente toda la capital portuguesa. El viajero puede pasear sin una ruta fija encontrándose en cada calle “paredes que hablan”, ya sea de historia, de crítica social o de poesía. O bien puede perderse por el barrio de Marvila, donde entre los vestigios de antiguas chabolas brotan imágenes a gran escala que dan vida a la que fue una de las zonas más pobres y problemáticas de la ciudad.
Y buena parte de ese cambio fue posible gracias a la iniciativa del gobierno lisboeta que, bajo el nombre de “programa Crono”, decidió en 2010 acabar con el fuerte vandalismo aplicando la psicología inversa. El ayuntamiento limpió las paredes y creó espacios en blanco para que los mejores artistas urbanos del mundo pudiesen plasmar sus ideas. Ahora, más de 300 obras que son una realidad han otorgado a Lisboa el título de capital latinoamericana de cultura de 2017.
Una cultura que se ha ido adaptando para atraer a las generaciones más jóvenes. Para los amantes de los barrios en los que se respira una atmósfera alternativa, Lisboa cuenta con “el Camden Town portugués”. El concurrido mercadillo londinense nada tiene que envidiar a la LX Factory, una antigua fábrica que se ha convertido en el punto de encuentro de graffiteros, pequeños nuevos comercios, y originales bares y restaurantes. Los amantes de la literatura también pueden encontrar allí una de las librerías más bellas del mundo: la antigua rotativa de libros Ler Devagar.
La fusión entre lo tradicional y lo moderno llega incluso a orillas del Tajo, el río que abraza la ciudad y que desde el 2016 tiene un nuevo inquilino. Se trata del Museo de Arte, Arquitectura y Tecnología (MATT), un espacio que impresiona, sobre todo, por su exterior. La estructura, que se erige de un blanco impoluto en la ribera, se encuentra situada al lado de la antigua central eléctrica construida de macizos ladrillos rojos. De esta manera, los dos edificios establecen a través de las formas y los colores un diálogo entre el pasado y el futuro.
El puente colgante 25 de abril es otro de los putos de unión de la ciudad. Más allá de la estética industrial que recuerda al famoso Golden Gate de California, esta estructura se ha convertido ahora en una atracción turística. Con la construcción del Pilar 7, un mirador a 80 metros de altura, el visitante puede vivir la experiencia de sentirse dentro del gigante de acero mientras contempla el reflejo de una Lisboa dinámica que sigue construyéndose día a día, a orillas de la modernidad.
Para dormir y comer
*Avani Hotel : situado en la céntrica Avenida Liberdade, el hotel Avani fue reformado hace 5 años para adecuarse a las necesidades de aquellos que no vienen a visitar la ciudad, sino a vivirla. O saborearla. En lo alto del histórico Hotel Tívoli, asociado a Avani, se encuentra el Skybar, un lugar donde disfrutar de un buen cóctel con la ciudad literalmente a los pies del viajero.
*Cervejaria Liberdade : Haciendo honor a su nombre, en este local es obligatorio acompañar la cerveza con una buena mariscada. Eso sí, según requiere la tradición lisboeta es costumbre acabar con un pica-pau, un plato de carne cerdo típico de la gastronomía lusa.
* Bairro do avillez: en pleno centro de Chiado, el barrio más bohemio de la ciudad, el local conserva la arquitectura de un antiguo convento en el que actualmente se sirven los platos “atípicamente lisboetas” del ganador de una estrella Michelin, el chef José Avillez.