36 horas como uno más en Nueva York
Escapadas de vanguardia
Qué ver, hacer, probar o dejar para otra vez si pasas un fin de semana en la Gran Manzana
Es imposible recorrer Nueva York en apenas 36 horas. Vaya el aviso por adelantado. La mayoría suele dedicarle una semana (al menos). Otros más. En menos tiempo hay que saber muy bien qué ver, hacer, probar o dejar para otra vez.
Pero también es posible que sólo estés de paso. O incluso que hayas estado antes y te apetezca un baño rápido de lo que significa ser neoyorquino; de una ciudad con cientos de lenguas y orígenes, y costumbres y cosas siempre por hacer.
Así que, primer consejo: ponte las zapatillas. En Nueva York todo el mundo parece ir tarde. Coger el metro y desplazarse de un lugar a otro puede llevarte más de una hora en un vagón atestado de gente. Acostúmbrate: pisar el acelerador es irremediable. Alguna propuesta es para guiris. Muchas otras te harán pasar por un neoyorquino más. La mayoría -no hay más remedio- son en Manhatan. Let’s go!
Sábado
09:00 – El útil y viejo metro
Pongamos que llegas a la mañana a Nueva York. Tienes 36 horas por delante y una ciudad inmensa por disfrutar (a nivel metropolitano, de unos 20 millones de habitantes…) Las distancias son enormes. Las avenidas no acaban nunca. Y las calles son algo más estrechas pero igual de extensas. Como un neoyorquino más te moverás en metro, un transporte desvencijado, poco higiénico y siempre atestado que usan desde el barrio más humilde al más adinerado. De los primeros en ser erigidos del mundo y poco reformado, tiene por epicentro la parte sur o Downtown de Manhattan y desde allí se dirige al resto de barrios -boroughts- de la ciudad: el Bronx, Queens y Brooklyn (porque a Staten Island deberás ir por barco, pero eso lo probaremos más tarde), sea bajo tierra o en vías en altura de película.
Un viaje en él es una experiencia en sí misma. Sin embargo, como lo más seguro es que debas utilizarlo en varias ocasiones, te recomendamos comprar la Metrocard, un abono que te permite realizar los trayectos que necesites a un precio cerrado para los días de tu estancia. Sale a cuenta, pues el billete sencillo ya cuesta 2,75 dólares (alrededor de los 2,35 euros al cambio actual).
10:00 – Washington Square
Llegues al aeropuerto que llegues, para alcanzar Manhattan necesitarás más o menos una hora. Así que una buena opción para empezar tu recorrido por Nueva York es la parte más antigua de la Gran Manzana: la parte sur (o Downtown). Allí puedes acercarte hasta Washington Square. Rodeada de edificios de la Universidad de Nueva York y llena de árboles y verde, no es extraño encontrarse con música en directo y estudiantes tomando un café entre animadas charlas. Decorada con un Arco de Triunfo blanco en homenaje a George Washington, sólo ver a la gente pasar es un divertimento que vale la pena.
10:30 – Bleecker Street
Desde Washington Square puedes ir caminando a la cercana Bleecker St., una vez pasas la Sexta Avenida. Allí encontrarás un Amy’s Bread, negocio con varias sucursales en la ciudad y con uno de los mejores ‘carrot cake’ de Nueva York. No decepciona, y junto a un café con leche lograrás despertarte y acumular energías para un día que puede acabar siendo largo. Eso sí: las porciones son grandes, así que mejor compartirla. Evitarás un buen empacho nada más empezar la jornada.
Bleecker Street, además, se ubica en el Village, barrio de calles estrechas, bajas, muy limpias y ordenadas, con fachadas de obra vista e interiores de lujo en el que hace décadas se alojaba la bohemia de la ciudad (Bob Dylan, The Velvet Underground, escritores de la generación Beat, etc.) y que hoy habitan los neoyorquinos con más poder adquisitivo (y fama): artistas, hombres de negocios pasando por un muy extenso etcétera. No es difícil encontrarte alguno. Lo mejor es perderse por sus calles.
11:30 – La High Line
Si no te has decidido por un carrot cake, quizá te convence más el Doughnut Plant: la energía te llegará de la mano de unos donuts espectaculares. Los hay de muchos tipos, topping y tamaño; asimismo, siempre tienen alguno especial para cada época del año: por el 4 de julio, en el día del Orgullo Gay… Está justo a los pies del Chelsea Hotel, establecimiento ahora en desuso por el que pasaron gran parte de los iconos culturales de la ciudad de todas las épocas, a la altura de la calle 23 con la Séptima Avenida.
Para llegar hasta aquí desde el Village, o si habéis venido antes aquí y para dirigiros al Village, lo más conveniente es caminar en dirección al Hudson River (es decir, hacia el oeste de la isla) para encontraros con la High Line, una antigua vía de tren en altura rehabilitada para convertirse en un paseo lleno de flores y esculturas entre nuevos rascacielos, viejas viviendas y almacenes; la historia del sur de Manhattan. En su parte sur linda con el Whitney Museum y el Meatpacking District y en la parte norte con Chelsea. En ambos caminar es recorrer el Nueva York histórico.
Con buen tiempo siempre hay gente, y entre ellos muchos turistas. Pero merece la pena.
13:00 – Upper West Side
Te hayas decidido por una dirección u otra, siempre tendrás a mano una línea de metro. Cojas la que cojas y con algún cambio de por medio, puedes ir al norte de Manhattan hasta el Upper West Side; por ejemplo hasta la calle 79, al oeste de Central Park y lindando con el interesante Museo de Historia Natural de la ciudad.
El escritor Antonio Muñoz Molina conoce bien este barrio, pues ha vivido en él durante décadas. Con una tradición literaria que viene del siglo pasado, hoy es uno de los más cotizados. Es céntrico, tiene todo tipo de servicios y representa al Manhattan en el que vive el neoyorquino medio pero que cada vez va más apurado, eso sí, para llegar a fin de mes y pagar unos alquileres en un vertiginoso ascenso.
Pasear a lo largo de Columbus Avenue es muy entretenido, con multitud de terrazas donde tomar algo, tiendas de todo tipo… Hacia el norte queda el campus de la Universidad de Columbia (por si te pica la curiosidad…) Sin embargo, te aconsejamos caminar en dirección sur con una primera parada para retomar energías en la calle 74. A una manzana de la avenida encontraréis la Levain Bakery, donde se hacen las que seguramente sean las mejores (y más grandes) ‘cookies’ de la ciudad (la de chocolate con nueces es espectacular y es más que posible que te dure más de un día en perfectas condiciones).
Volviendo a Columbus Avenue, lo mejor es recorrerla poco a poco hasta llegar al Lincoln Center, un complejo dedicado a la música que, si el tiempo acompaña, te permitirá estirarte y descansar en el tejado de hierba inclinado que domina la plaza cercana a la afamada academia Julliard. Además hay wifi gratis. Un oasis urbano en medio del asfalto neoyorquino.
14:30 – Hamburguesa de incógnito
Quizá a esta hora se te ha abierto el apetito de tanto caminar. Más si no ha habido una cookie en el camino. Y aún más por la gran cantidad de olores (la mayor de las veces de fritos) que campan por la ciudad como consecuencia de los números puestos ambulantes. Una opción local y diferente es ir al Burger Joint, una hamburguesería muy pequeña y escondida dentro del hotel Le Parker Meridien, al que llegarás por Broadway, tras pasar los rascacielos de Columbus Circle en la esquina de Central Park, a un paso de la calle 57 con la Séptima Avenida.
Comer una hamburguesa en Nueva York es fácil y habitual. No lo es tanto entrar en un hall de lujo, ver la señal de una hamburguesería con una flecha apuntando a una gran cortina y, entre telas, lo más habitual es que una larga cola para probar una buena hamburguesa en un local diminuto. Su secreto está en la historia: el antiguo propietario tenía allí una hamburguesería, y cuando se planeó construir el hotel no quiso vender su pequeña propiedad; la cadena hotelera le llevó a juicio y el juez decidió que el propietario tenía derecho a su parcela-hamburguesería y a que el hotel le preservara un espacio en su interior, aunque fuera medio escondido. Voilà!
16:00 – El Met
Visitar Nueva York y no ir a una de las mejores y más completas pinacotecas del mundo es un pecado. No hay excusa que valga. El Metropolitan Museum (más comúnmente llamado Met) concentra todas las épocas y tranquilamente da para más de un día en su interior. Verlo todo de una sola vez puede ser un suicidio. Es imposible. Sin embargo, quizá te interese una sola época o pintor y escultor concreto. Te recomendamos escoger muy bien qué visitar, porque Pollock, Picasso, Van Gogh, Velázquez; Rodin; el arte clásico, egipcio, africano, bizantino o islámico; todo esto y mucho más estará a tu alcance a una breve distancia en el metro: a la altura de la calle 82 con la Quinta Avenida.
El secreto está en que el Met es ‘gratis’: se paga la voluntad. En los carteles verás escrito que el coste recomendado es de unos 25 dólares por persona, pero depende de ti, ya que puedes pagar más o menos, incluso nada o algo simbólico aunque a cambio quizá la persona en la caja os ponga una u otra cara de agradecimiento.
18:00 – Un paseo por la Quinta Avenida
Si el frío no aprieta, lo mejor es caminar y disfrutar de la ciudad en tu nuevo viaje hacia el Downtown neoyorquino. Sin embargo, recuerda bien que en Nueva York las 20:00 horas ya es una buena hora para cenar.
Al salir del Met y su impresionante edificio puedes dirigirte al vecino Central Park en paralelo a la Quinta Avenida y en dirección al sur, un espacio verde pensado para escabullirse del ruido urbano con prados, lagos y caminos que no siempre lo logran. Al llegar al final pasarás por el espectacular Hotel Plaza y, siguiendo por la Quinta Avenida, por la rectilínea Trump Tower (protegida como nunca desde que su propietario, Donald Trump, fue elegido presidente de EE.UU.), las tiendas más lujosas y, también, a mano derecha, a la altura de la calle 51, el complejo Rockefeller con su pista de patinaje central y la catedral de San Patricio. Todavía unas pocas calles más al sur, en la esquina con la 42, llegaréis a la altura de la neoclásica Public Library (se puede visitar sus salas de estudio), a su derecha el Bryant Park (pista de hielo para patinaje en los meses invernales, y para estirarse al verde en los estivales) y, hacia el este, la espectacular Grand Central.
(A pocas calles hacia el oeste de Bryant Park está la muy fotogénica Times Square. Para quien quiera tener la foto clásica de Nueva York se trata de caminar 5-10 minutos; en cambio, siempre atestada de turistas y coches, estatuas humanas y luces, los locales la evitan.)
20:30 – Una cena en el East Village y LES
Desde allí te recomendamos hacer uso de nuevo de la Metrocard y desplazarte a la altura de la calle Houston con la Primera Avenida, entre el East Village y el Lower East Side, antiguamente barrios conflictivos de Nueva York pero hoy seguros y animados con cantidad de locales donde cenar y/o tomar algo a precios algo más asequibles que en otras parte de la ciudad y con gente de todas las edades.
Es hora de cenar, y en Nueva York cualquier tipo de cocina del mundo se considera también local. Si te gusta la comida asiática, te recomendamos el Momofuku, de pork buns y ramen espectacular. Está en el East Village. Sino cerca queda el Tacombi at Nolita , con comida mexicana en un garaje decorado de la forma más original. Y un poco más al sur Little Italy, para los amantes de la pasta (si bien, y por su cercanía a Chinatown, lo italiano cada vez sea menos habitual).
La zona está llena de locales. Pero cuidado: se recomienda no trasnochar demasiado y descansar, porque puede que el frío aceche y, lo que es mejor, al día siguiente sigue la ruta. Y tocará volver a caminar.
Domingo
09:00 – Flatiron y Union Square
Empieza un nuevo día, y lo hacemos en la parte sur de Manhattan, en una plaza con historia: Madison Square, en la que sobresalen edificios neoclásicos con grandes relojes o rascacielos de una delgadez sorprendente que no logran hacer sombra al gran protagonista del lugar: el Flatiron Building, uno de los primeros rascacielos de la ciudad que aún permanecen en pie, construido en una icónica forma de cuña. Desde la esquina de la plaza con la Quinta Avenida, además, podrás observar muy cerca el Empire State, ominipresente en cada una de las fotos del skyline de la ciudad.
Pero Nueva York esconde mucho más que un edificio, y por eso, caminando en perpendicular en dirección sur (gracias a Broadway), Madison Square te lleva hasta Union Square a lo largo de un trayecto salpicado de cafeterías y pequeños negocios. La plaza, sin embargo, te guarda una sorpresa muy natural: el Greenmarket, con productos agrícolas (frescos) del estado en pleno centro de Manhattan. En los alrededores, asimismo, te recomendamos seguir el camino de Broadway hacia el sur hasta la librería Strand, con varios pisos de obras antiguas y nuevas; un lujo para los amantes de la lectura.
10:30 – Zona cero y Wall Street
Desde ahí, coger el metro y plantarse en la zona cero es cuestión de minutos. La mayoría de las líneas paran en la zona, auténtico kilómetro cero de Nueva York. Allí podrás alzar la vista y admirar los rascacielos construidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, en el lugar en el que estaban las Torres Gemelas, dos grandes agujeros por los que discurre de forma continua el agua en homenaje a las víctimas, alrededor de 3.000.
A muy pocos metros, pero en dirección al este de la isla (y tras pasar por Zuccotti Park, sede de los indignados de Occupy Wall Street en 2011), se ubica la Bolsa de Nueva York, Wall Street, entre imponentes edificios neoclásicos y la sede de multitud de empresas y bancos. Y aún más al sur, pero cerca de allí siguiendo Broadway y tras pasar por la escultura de un toro como símbolo de fuerza y poder, optimismo y prosperidad económica, la punta de Manhattan desde la que poder coger el ferry hacia Staten Island, que es gratis.
Staten Island es el distrito menos neoyorquino de todos: sin rascacielos, verde, poco poblado y, al revés que en la parte más vertiginosa de la ciudad, mayoritariamente de voto republicano. El ferry, sin embargo, pasa al lado pero sin parar de la estatua de la Libertad, símbolo perenne de Nueva York. Tener unas fotos espectaculares de uno de los principales iconos de la ciudad de forma gratuita es posible. No es imprescindible visitarla por dentro. La mayoría de visitantes cogen el ferry de vuelta nada más salir del de ida.
13:00 – Las mejores vistas de la ciudad
De vuelta de un paseo en ferry al sur de Manhattan, toca utilizar de nuevo la Metrocard para un viaje más o menos breve. No hay tiempo de ir a Coney Island. Tampoco para perderse por Fort Greene o Williamsburg, ambos en Brooklyn y cada vez más de moda. Mucho menos para descansar en Prospect Park, también en Brooklyn, quizá el mejor parque de la ciudad, lleno de prados inmensos y de neoyorquinos que durante el fin de semana se acercan para caminar, hacer un picnic o lo que se antoje.
Lo mejor es coger el metro y apuntar hacia la parada de High Street (línea azul A, C), en la orilla de Brooklyn Heights. Has cambiado de barrio y, lo mejor, también de perspectiva: merece la pena caminar hasta la ribera del East River y disfrutar del skyline de Manhattan como decorado. Las vistas son impagables, y desde allí puedes pasear poco a poco en dirección norte sin despegarte del río hasta llegar a DUMBO, a los pies del Manhattan Bridge y pegado al icónico Brooklyn Bridge, una de las grandes infraestructuras de Nueva York.
14:30 – Dando saltos por el East River
Si tienes hambre, en la zona de DUMBO, en la que se siempre hay turistas, encontrarás varios locales en los que saciar el apetito. Pero si puedes esperar y quieres ahorrar tiempo y esfuerzo además de pasar un rato divertido, lo mejor es evitar cruzar el Brooklyn Bridge a pie hacia Manhattan como el resto de turistas y utilizar el East River Ferry . Cuidado: no se trata de un barco turístico sino de uno que une la ciudad entre sus diferentes márgenes, al igual que pasa en Venecia, Estocolmo u otras ciudades entre canales.
Es un transporte público, pero la Metrocard aquí no te será de gran utilidad. Sin embargo, merece la pena pagar un billete sencillo y serpentear el East River a toda velocidad y con algún que otro bote sobre las aguas. Va de DUMBO hasta Queens entre vistas de Manhattan a la izquierda y las ruinas de colosos industriales de Brooklyn a la derecha. Pasado, presente y futuro de Nueva York. Te recomendamos bajarte en Manhattan, cerca del edificio que hace de sede de las Naciones Unidas.
16:00 –El teleférico de Roosevelt Island
Desde el edificio de la ONU, puedes caminar hacia el norte hasta el cruce de la Segunda Avenida con la calle 60 o bien utilizar de nuevo la Metrocard y subir en autobús. Allí te espera quizá una de las despedidas más sorprendentes de Nueva York: el teleférico que conecta Manhattan con Roosevelt Island.
La isla pertenece administrativamente a Manhattan, pero está a medio camino entre la isla y Queens y por su cercanía al edificio de la ONU aloja a muchos de sus funcionarios. El billete se incluye en tu Metrocard, ya que cuando cierra la única parada de metro en la isla es la única forma de comunicación con el resto de la ciudad sin necesidad de tener que coger el coche o taxi.
Si utilizar un teleférico en medio de Nueva York no es en sí una experiencia única, las vistas desde las alturas son impagables, con el edificio Chrysler, el Empire State y el resto de iconos al fondo, el vuelo entre calles y avenidas una vez se acerca a la isla de Manhattan como contexto, y el puente de Queensboro como vecino. La ida y vuelta merece la pena.
18:00 – ‘See you soon!’
Llega el momento de despedirse. Volver al aeropuerto o salir de la ciudad lleva su tiempo. Y a eso seguramente debas agregar el cansancio de haber estado 36 horas sin apenas un descanso. Pero Nueva York te seguirá esperando. A la Gran Manzana siempre se vuelve.
Ningún establecimiento ni lugar o experiencia mencionada en este artículo ha hecho aportación económica alguna para aparecer en la ruta, por lo que nuestras sugerencias proceden única y exclusivamente de la buena voluntad y experiencia en carne propia del redactor para que los lectores disfruten al máximo de su viaje.