Hasta 18 teorías probadas científicamente explican las posibles funciones de las rayas de las cebras, un patrón que las hace únicas. Entre las distintas hipótesis, la más aceptada es la que defiende que las rayas confunden visualmente a los depredadores, es decir, actúan como un traje de camuflaje que les permite pasar inadvertidas.
No obstante, los últimos trabajos publicados afirman que dicho estampado refresca al animal al calentarse más las rayas negras –absorben más el calor- que las blancas y generarse así una especie de remolinos de aire, una ventilación que es mayor cuantas más rayas tenga la cebra. Esta hipótesis pudo comprobarse al advertir los expertos que las cebras de las zonas más cálidas presentaban más rallas que sus homólogos de zonas más frías.
Asimismo, otros textos defienden la idea de que los équidos africanos usan sus rayas para ahuyentar a insectos como las voraces moscas del caballo (Tabanus sulcifrons), que intentan alimentarse de su sangre y transmiten enfermedades. En referencia a ello, la literatura científica asegura que estas moscas localizan a sus víctimas guiándose por la luz polarizada, es decir, aquella que reflejan los colores oscuros, lo que probaría que los patrones rayados y, en especial, el de las cebras, las atraen menos porque contienen gran cantidad de blanco.
No obstante, un nuevo estudio publicado el pasado mes de julio en la revista especializada Scientific Reports, elaborado, entre otros expertos, por el Premio Nobel de Física 2016, revela que la más nueva de las teorías, la que defiende que las rayas refrescan a los équidos, no es real, ya que no reduce la temperatura corporal de estos animales.
Para la elaboración del trabajo, los autores recubrieron barriles de metal llenos de agua con pieles de caballo y cebra de diferentes patrones: negros, blancos, grises y rayados. Luego, midieron la temperatura del agua del interior de los barriles y la compararon con la de las cebras vivas.
El experimento les permitió advertir que no había diferencias importantes entre la temperatura del agua de los barriles grises y la de los de patrón rayado. Sin embargo, el agua que recubrían las pieles negras sí que estaba más caliente que la de los barriles blancos, tal y como era de esperar.
Con todo, los resultados del estudio descartan que las rayas de las cebras tengan un papel termorregulador, lo que deja sin resolver, una vez más, el eterno enigma que lleva siglos intrigando a los científicos. De hecho, el patrón rayado ha sido objeto de debate desde que Alfred Russel Wallace y Charles Darwin se fijaran en esta incógnita hace más de un siglo, cuando la hipótesis del camuflaje se erigía como la más probable.
“Todos estos hallazgos experimentales proporcionan evidencia contra la hipótesis del efecto de enfriamiento de las rayas de cebra, pues las capas rayadas no mantienen la temperatura central del cuerpo más fría que las capas grises homogéneas con un promedio similar de blancura”, expone Susanne Akesson, una de las autoras del trabajo.
Las rayas de las cebras son el sello distintivo de estos équidos y cada espécimen posee un patrón único, al igual que sucede con las huellas dactilares, si bien cada una de las tres especies existentes tiene su propio patrón general.
Artículo científico de referencia:
Horváth, G. et al. Experimental evidence that stripes do not cool zebras, Scientific Reports, 2018. https://doi.org/10.1038/s41598-018-27637-1