Groenlandia: el nuevo El Dorado

Medio ambiente

Trump aspira a poseer la isla, que acoge el tesoro de las codiciadas tierras raras, mientras la UE y China toman posiciones

Un inuit sobre un resto de iceberg en una playa

Un inuit sobre un resto de iceberg en una playa

Rosa M. Tristán

El territorio con un deshielo más acelerado del planeta se ha convertido, y en gran medida por este mismo fenómeno, en el nuevo El Dorado para las grandes potencias. Se trata de Groenlandia, cuya población no sale de su asombro (según recoge la prensa local) a raíz de las últimas declaraciones del futuro presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las que señalaba como “una necesidad absoluta” la propiedad americana de la isla ártica. Su riqueza en minerales necesarios para la transición energética y su situación estratégica para el comercio marítimo y para operaciones de defensa están detrás de los intentos por atraer a una población escasa, que vive en condiciones extremas y busca desde hace tiempo su independencia total de Dinamarca.

Cuando en 2019 Trump dijo que quería comprar la isla, los groenlandeses se lo tomaron a broma, pero ahora no saben qué pensar. En el norte, en Thule, Estados Unidos ya tiene una base militar; son aliados. “Ahora, también Dinamarca ha anunciado que aumenta su presupuesto de Defensa incluso pondrán más patrullas Sirius, que usan trineos de perros para recorrer la costa este más inaccesible y evitar que alguien llegue y se instale. Está claro que hay un interés en sus recursos naturales, además del control de la ruta transpolar, que en 10 años puede ser una realidad por falta de hielo marino”, explica el explorador polar español Ramón Larramendi, que reside parte del año al sur de Groenlandia, en Narsaq. Su domicilio a escasa distancia de uno de los grandes y más polémicos proyectos mineros del país, hoy paralizado.

Todo indica que una de las zonas más frágiles de la Tierra se está convirtiendo en foco de tensiones e intereses tras unas décadas de relativa tranquilidad. Cubierta en un 84% por una capa de hielo que llega hasta los tres kilómetros de espesor, el retroceso glaciar ha sido constatado por la ciencia: se sabe que allí el calentamiento es allí cuatro veces más rápido que la media mundial.

Un trabajo reciente del CSIC y de la Universidad de Barcelona, menciona que la pérdida de hielo groenlandés alcanza las 300 gigatoneladas al año, y otro estudio británico estima que se han perdido unos 29.000 kilómetros de cobertura blanca en tres décadas. “En el futuro, este proceso se va a acelerar más y las posibilidades de que emerjan nuevas zonas para explotaciones mineras aumentarán, con un impacto muy negativo en un entorno bastante prístino hasta ahora”, señala el investigador polar José Ignacio López Moreno, del IPE-CSIC.

Por su configuración geomorfológica, Groenlandia oculta lo más preciado entre los minerales que precisa la tecnología del siglo XXI y que, hasta ahora, están en manos de China (país que procesa el 90% de todas los que hay en el mundo). Hay oro, níquel, cromo, platino, zinc, plomo, diamantes, paladio, cobalto, plata… Además, posee las deseadas tierras raras, de las que algunas fuentes indican que podría tener sin explotar hasta el 10% de todas las reservas mundiales.

Los intereses de China se extienden al ámbito comercial y al control de la navegación creciente

El yacimiento más grande localizado, en Narsaq, que también tiene uranio, ya provocó importantes tensiones a comienzos de esta década. Una minera australiana logró la concesión para su explotación, si bien luego su accionariado acabó en manos chinas. La oposición de la población groenlandesa a que se explotara, por el impacto que tendría en la pesca de la que vive la mayoría, acabó tumbando al gobierno autónomo de la isla, y ganó la opción más ambientalista, que paró el proyecto. Hay dos bandos claros: los partidarios de explotar esa importante riqueza mineral y los opositores a esa idea.

En el sur, son más los primeros; y de hecho el presidente actual es de allí. Pero el riesgo existe. “Ahora, la empresa concesionaria les ha demandado por las supuestas pérdidas que supone parar el proyecto minero y exige 11.000 millones de dólares, cuatro veces más que el PIB anual de Groenlandia”, indica Larramendi.

Con este panorama, los expertos se preguntan: ¿Hasta cuándo este país de poco más de 50.000 habitantes, dependiente de Dinamarca y que tiene la que sería la segunda mina más grande del mundo de tierras raras, además fuera de China, la mantendrá parada? ¿Y qué papel jugará UE dependiente de este curso.

Un grupo de ancianos inuit ve pasar un iceberg

Un grupo de ancianos inuit ve pasar un iceberg 

Rosa M. Tristán

Groenlandia fue el primer país en salirse de la entonces Comisión Económica Europea en 1985. “La UE está también tomando posiciones. Desde la prohibición de la caza de focas, la relaciones no han sido buenas, pero Bruselas ya abrió en 2024 una oficina diplomática en la capital, Nuuk. Europa apuesta por la descarbonización de la economía y eso requiere de materiales estratégicos que están ahí. Lo malo es que esos minerales raros no están en filones, sino que requieren minas a cielo abierto y movimientos de tierras tremendos. Es una minería muy impactante a nivel ambiental en una zona única”, dice Antonio Quesada, un científico y secretario técnico del Comité Polar Español, que sigue muy de cerca todos los movimientos geopolíticos.

Todo ello no parece preocupar a Trump , pero tampoco a su predecesor en el cargo, Joe Biden que, sin tanta publicidad, a finales del pasado mes de noviembre, envió al subsecretario del área económica de su Gobierno a Groenlandia para afianzar la presencia de las empresas mineras americanas. La visita culminó con una conferencia telefónica de ocho horas desde Nuuk entre este alto cargo, funcionarios de Groenlandia y más de 70 compañías mineras japonesas, europeas y de EE.UU. Además, la Administración Biden ha ido ofreciendo sus servicios y asesoramiento a los groenlandeses para la creación de una ley minera, al parecer con estándares ambientales más altos que los de la competencia asiática.

Los deshielos hacen crecer las posibilidades de que emerjan nuevas zonas para las explotaciones mineras

En todo caso, el interés de China no se limita a los yacimientos. Intentado posicionarse bien y ofrece invertir en grandes obras, como en aeropuertos, fundamentales para la otra baza económica de la isla: el turismo. De momento, tampoco con éxito porque al final intervino el gobierno danés, que ha asumido la inversión. A la capital, hace un mes llegó el primer Airbus de su historia gracias a las nuevas instalaciones.

“Pero China no ceja en su interés; su comercio global pasará cada vez más por el mar Ártico a medida que haya menos hielo marino. Sus mercancías se ahorrarán muchos días en su viaje a Europa al transitar cerca del Polo Norte, así que tener puertos en Groenlandia le vendría muy bien. De hecho, el comercio de gas y petróleo entre China y Rusia es ahora muy importante por esa región y ya es una realidad, pese al riesgo ambiental que supondría un accidente”, concluye Larramendi.

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