COP 29: el multilateralismo climático contra las cuerdas
Opinión
Como cada año, desde 1995, excepto en 2020, se ha celebrado la vigésimo novena Conferencia de las Partes (COP 29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Este año, tuvo lugar en Bakú, capital de Azerbaiyán, un país productor de petróleo cuyo nivel de producción está por debajo de países productores como Emiratos Árabes Unidos (EAU), Reino Unido, donde se han celebrado recientemente otras COPs, o Brasil, donde se celebrará la COP30. Las negociaciones se han tenido que extender ante la dificultad de alcanzar acuerdos, lo que muestra que el consenso que rige en la toma de decisiones en las COPs siempre pone el multilateralismo climático en una difícil situación.
La COP 29 ha servido como sexta Reunión de las Partes del Acuerdo de París, con agendas diferentes, aunque con algunos temas comunes, entre los que destacan: la financiación, la mitigación, la adaptación y la cooperación voluntaria del Acuerdo de París, conocido como mercados de carbono.
La definición del nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación climática para sustituir al objetivo vigente -100.000 millones de USD anuales-, ha sido el mayor obstáculo de las negociaciones. El 22 de noviembre, la presidencia de la COP 29 presentó in extremis, un borrador de decisión que proponía un objetivo de 250.000 millones de USD.
Esta propuesta fue considerada insuficiente por los países en desarrollo, lo que generó fricciones entre este grupo dado que los pequeños estados insulares y los países menos adelantados demandaban una cantidad mínima garantizada para ellos. Finalmente, a última hora, se acordó un nuevo objetivo de al menos 300.000 millones de USD al año para 2035, triplicando así el objetivo actual.
Con los países desarrollados a la cabeza para proporcionar y movilizar hacia los países en desarrollo la financiación climática, se anima a estos últimos a contribuir a ese objetivo de forma voluntaria, «incluso a través de la cooperación Sur-Sur». Esto es un llamamiento a economías emergentes, como China y países del Golfo Pérsico, que dejaron claro en la mesa de negociación que son países en desarrollo. Sin embargo, estos expresaron su profundo descontento con el resultado, y algunos rechazaron el objetivo tras su adopción.
La definición del nuevo objetivo colectivo cuantificado de financiación climática ha sido el mayor obstáculo de las negociaciones.
Un segundo objetivo insta a los países a aumentar todas las fuentes de financiación pública y privada hasta alcanzar al menos 1,3 billones de dólares al año para 2035. El acuerdo también pone en marcha la Hoja de Ruta de Bakú a Belém, sede de la COP 30 en 2025, hacia los 1.3 billones de dólares, un proceso destinado a aumentar la financiación climática para los países en desarrollo mediante subvenciones e instrumentos que no generen deuda.
La cantidad acordada se destinará fundamentalmente para que los países en desarrollo puedan aplicar sus contribuciones nacionalmente determinadas (CND), o planes climáticos, para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y adaptarse al cambio climático para la elaboración de planes nacionales de adaptación.
La cuestión de la mitigación se ha tratado bajo los puntos relativos al avance en el balance mundial adoptado en Dubái, que acordó “transicionar” más allá de los combustibles fósiles y el programa de trabajo sobre mitigación. Una decisión clara sobre ese balance mundial era muy importante, ya que serviría de base para la presentación de las nuevas CND que tienen que presentarse antes de finales de febrero de 2025.
Sin embargo, no se logró adoptar una decisión sobre la aplicación de los resultados del balance, ya que muchos países insistieron en que el texto propuesto era poco ambicioso. Las Partes volverán a examinar esta cuestión en junio de 2025.
A pesar de ello, Brasil, EAU y Reino Unido han presentado sus nuevas contribuciones en el marco de la COP29. El primero se compromete a reducir las emisiones netas de gases invernadero entre un 59% y un 67% de aquí a 2035 con respecto a los niveles de 2005; por su parte, EAU las reducirá en un 47% para 2035, comparadas con las de 2019; y el Reino Unido las reducirá en un 81% para 2035, con respecto a los niveles de 1990. La Unión Europea está trabajando para establecer un objetivo de reducción de GEI de un 90% para el año 2040.
Se ha logrado adoptar una decisión sobre el programa de trabajo de mitigación, aunque carece de referencias firmes a los resultados del balance mundial de la COP 28, en particular, a triplicar el despliegue de renovables y duplicar la eficiencia energética para 2030 y la transición energética, al cese del uso del carbón o a terminar con los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles, entre otros.
Arabia Saudita, como todos los años, se ha opuesto a mencionar los combustibles fósiles en este proceso. A pesar de ello, la Declaración de Río de la cumbre del G20, celebrada mientras tenía lugar la COP, reafirmó el compromiso del G20 con los resultados del primer balance mundial, especialmente en cuanto a triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética. El texto reitera los compromisos previos del G20 de eliminar progresivamente las subvenciones ineficientes a los combustibles fósiles.
Arabia Saudita, como todos los años, se ha opuesto a mencionar los combustibles fósiles en este proces
En cuanto al objetivo global de adaptación (GGA), se acordó seguir trabajando para desarrollar indicadores con el fin de hacer un seguimiento de los avances hacia una acción global de adaptación.
Otro de los logros importantes han sido las decisiones que ultiman las directrices para la plena aplicación de los mercados de carbono. En lo relativo a los enfoques cooperativos para la mitigación, se ha acordado un sistema de registro internacional de doble capa que aportarán mayor transparencia que servirá para asegurar la integridad ambiental.
En cuanto al Mecanismo de Acreditación del Acuerdo de París, se ha acordado permitir la transferencia de créditos emitidos por actividades de forestación y reforestación bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kioto al Mecanismo de París con ciertas condiciones.
Estos mecanismos de cooperación voluntaria permiten a los países aumentar sus esfuerzos de mitigación para cumplir con sus CND de la forma más rentable, realizándose con todas las garantías
Alrededor de la COP29 han tenido lugar muchas otras actividades y se han producido importantes anuncios junto con los relativos a las nuevas CND. Así, por ejemplo, el Fondo de Respuesta a Pérdidas y Daños (FRLD) está oficialmente listo para aceptar contribuciones después de que Filipinas firmara el acuerdo de país anfitrión para la Junta del FRLD y el Banco Mundial firmara el acuerdo de sede para el FRLD. Australia y Nueva Zelanda anunciaron nuevas contribuciones, con lo que el total de los compromisos alcanzados hasta ahora se sitúa justo por debajo de los 800 millones de USD.
Como viene siendo habitual, los resultados de esta COP no satisfacen a todas las partes. Los acuerdos adoptados se han denominado Pacto de Unidad Climática de Bakú,
Esperemos pues que se logre esa unidad en su aplicación y se cumpla el objetivo de financiación alcanzado, tan necesario para una acción climática ambiciosa. Este tema estará de nuevo presente en la próxima cuarta conferencia internacional de financiación para el desarrollo, que se celebrará en Sevilla en el verano de 2025 y que pretende movilizar recursos financieros para la aplicación de la Agenda 2030 y los ODS, entre los que se encuentran objetivos esenciales para la lucha contra el cambio climático.