Algunas propuestas tecnológicas parecen, por su simplicidad, la solución que daría un niño al problema del cambio climático. Pero la realidad supera la imaginación infantil. ¿Podríamos capturar en el aire las emisiones de CO2, que han agravado el calentamiento?, ¿se pueden crear grandes ventiladores encargados de succionar esos gases que calientan la atmósfera? ¿Pensarlo es jugar a ser un Julio Verne o es solo una nueva optimista demostración de la tecnolatría del ser humano?
La realidad es que ya funcionan máquinas que succionan dióxido de carbono (CO2) directamente del aire como fórmula para mitigar la crisis climática. Un número cada vez mayor de empresas están poniendo en marcha estos primeros dispositivos.
Hasta ahora algunas plantas industriales habían desarrollado prototipos para capturar el CO2generado en las térmicas (para no arrojarlo a la atmósfera) y enterrarlo bajo tierra en el mismo emplazamiento. Pero ahora se da un paso adelante con equipos destinados a la captación directa del CO2del aire en el lugar elegido.
Las opciones y modalidades son muy diversas. Existen desde máquinas que captan directamente el CO2y lo entierran bajo el subsuelo, hasta equipamientos preparados por la industria del petróleo para volver a dejar el CO2en antiguos yacimientos abandonados. Algunas de los emprendedores ya han vendido sus servicios de eliminación de CO2a compradores como Bill Gates, Swiss Re, Shopify y Audi.
Climeworks instala en Islandia una planta de captura directa de CO2 que luego se entierra en el subsuelo
Una de las empresas líderes en el sector es la suiza Climewoks, que ha instalado la planta comercial de captura y almacenamiento de CO2más grandes en Islandia (Orca).
Dotada de ocho colectores con filtros, es capaz de tratar 4.000 toneladas de CO2al año. En el proyecto, una empresa asociada, Carbfix, recoge el CO2 y lo inyecta bajo tierra con agua, donde se mineraliza a los dos años.
“Climeworks ofrece una tecnología que puede ayudar a detener el cambio climático. Capturamos dióxido de carbono directamente del aire. Nuestras máquinas consisten en colectores de CO₂ modulares que se pueden apilar para construir máquinas de cualquier tamaño”, nos dice la portavoz de la empresa, que recalca: “Ya no es un proyecto experimental”.
Climeworks eligió Islandia por dos razones. El lugar garantiza una energía renovable (en la cercana planta de energía geotérmica Hellisheidi).
Y, además, “las condiciones geológicas ideales hacen de Islandia el sitio perfecto para combinar la captura directa del aire con la mineralización de CO2” bajo el suelo.
La iniciativa tiene como clientes a empresas que quieren compensar emisiones y a particulares
Los clientes de Climeworks son “empresas que utilizan estos servicios con el fin de hacer frente a sus emisiones inevitables y para cumplir sus objetivos de sostenibilidad empresarial, que incluyen la reducción de la huella de carbono”, nos dice la portavoz.
Por su parte, los particulares “suelen actuar movidos por una cuestión de conciencia, pues les gustaría contribuir a revertir el cambio climático”, añade.
Un ejemplo informativo de su web: con aportaciones fijas mensuales de 50 euros se logra eliminar 600 kilos de CO2al año, las emisiones del consumo de un en 2.350 kilómetros.
¿Responden estos proyectos a un enfoque realista? Sus promotores admiten que la tarea central para afrontar la emergencia climática es reducir la quema de combustibles fósiles y disminuir las emisiones en los diversos ámbitos (energía o el transporte...).
Sectores necesitados, muy intensivos en energía
Pero reivindican el papel que puede desempeñar este atajo frente a la crisis climática. Los informes del Grupo de Expertos de Cambio Climático (IPCC) de la ONU muestran que las tecnologías actuales no podrán reducir las emisiones en un nivel que detenga el calentamiento por debajo de 1,5°C. Por eso, creen que las puertas están abierta para estas modalidades de la geoingeniería.
La captación directa de CO2 aparecería com una ventana futura para compensar las emisiones en sectores que tienen muy difícil la reducción de CO2, como la agricultura o la aviación, o industrias muy intensivas en energía (cemento o acero), que seguirán dependiendo de los combustibles fósiles las próximas décadas.
En ebullición
El sector vive cierta ebullición. La canadiense Carbon Engineering aplica un enfoque similar para la captura de CO2, pero busca enterrar el CO2en depósitos de petróleo y gas agotados en EE.UU. y en el mar del Norte, frente a Escocia.
Y ha anunciado que pretende enterrar frente a la costa de Escocia un millón de toneladas de CO2 al año (cantidad equivalente a la capacidad de fijar CO2de 40 millones de carboles).
Esta empresa dispone de una planta piloto en Squamish, Columbia Británica, donde ha estado sacando de la atmósfera, desde el 2015, alrededor de una tonelada de CO2por día. Si todo va bien, la instalación estaría operativa en el 2026.
La estadounidense CarbonCapture Inc ha dado un paso más y está utilizando en sus diseños un mineral llamado zeolitas para capturar el CO2, lo que podría abaratar los procesos de filtrado. Y en los Países Bajos, Carbyon –fundada en el 2019– también aspira a convertir la captura directa de CO2en el aire en una tecnología asequible y escalable.
Precios a la baja
Los altos costes de la captura directa del CO2 son ahora un lastre, pero sus promotores esperan que llegará un momento que sean plenamente competitiva. Las grandes empresas intensivas en energía, sujetas al mercado de derechos de emisión, están pagando ya 88,29 euros la tonelada de CO2 no emitido en el mercado europeo de compra venta de estos cupos.
“Estamos convencidos de que el precio del carbono se situará en un rango de entre 100 y 200 dólares la tonelada de CO2 cuando se comprenda completamente la urgencia y la necesidad de la eliminación de carbono, y se hayan creado e implantado los instrumentos de política correctos para ello”, señalan los portavoces de Climeworks
Ventajas competitivas
Los promotores de la captación directa del CO2 resaltan las ventajas de esta fórmula respecto a otras opciones para “secuestrar” el carbono de la atmósfera. Por ejemplo, plantar cultivos (para absorber el CO2 de la atmósfera) y quemarlos luego para producir energía y enterrar posteriormente las emisiones también eliminaría el CO2, pero los científicos señalan el impacto que esto supone en cuanto a hipoteca de tierra y de consumo de agua.
Plantar árboles (sumideros naturales) también es una opción para fijar el CO2en la atmósfera, pero no siempre eso es posible, se requiere tiempo para que crezcan y luego los bosques deben protegerse durante décadas para que el tiro no salga por la culata, pues si se queman el balance de emisiones sale negativo.
Muchas compañías aplican cada vez más políticas para compensar sus emisiones y ser neutras en carbono adquiriendo certificados que acreditan reducciones de CO2en bosques u otros sectores. Son iniciativas a veces consideradas como greenwashing (lavado de imagen) por las dudas que generan los supuestos logros. En cambio, los promotores de la captura directa señalan que enterrar el CO2 en el subsuelo ofrece garantías inmediatas, permanentes y medible. Bajo tierra no se escapa.