Volcados con el medio ambiente: los catalanes llenaron el contenedor amarillo un 10% más en 2019
Reciclaje
En los últimos cinco años el uso de los contenedores amarillo y azul se ha incrementado en un 36%
En momentos como los que vivimos, es fácil encontrar caminos que nos quedan por recorrer como sociedad. Pero si miramos a nuestro alrededor, con los datos en la mano y con cierta perspectiva temporal solo podremos concluir que los tiempos cambian, casi siempre para mejor. El ser humano acostumbra a cometer demasiados errores pero igual de admirable su capacidad para recular, aprender y evolucionar. Y un claro ejemplo es el medio ambiente.
Mientras hace tan solo diez o quince años pocos ciudadanos tenían impreso en su ADN el a-b-c de la economía circular, hoy todos los estudios sociológicos demuestran que para las nuevas generaciones, los llamados millennials y centennials, el medio ambiente ya se ha convertido en la primera de sus preocupaciones. Lo que sin duda traerá y ya está trayendo consigo cambios en las políticas públicas, las privadas y, cómo no, en los comportamientos individuales y cotidianos. Pero, afortunadamente, no solo los jóvenes son conscientes de la importancia del cuidado del entorno: cada vez más, toda la sociedad, va adoptando actitudes que ayuden en la suma de esa misión conjunta que es conservar nuestro planeta. aquí, acciones como el reciclaje van ganando cada vez más peso. Tanto es así que, según el 92,5% de los ciudadanos, este hábito contribuye al cuidado del medio ambiente.
Cada ciudadano separó 20,4 kg de envases de plástico, latas y briks.
Y la cifras de reciclaje de 2019 publicadas por Ecoembes, la organización medioambiental sin ánimo de lucro que coordina el reciclaje de envases en España, hablan por sí solas: solo en 2019, los catalanes depositaron en los contenedores amarillos un 10% más de envases con respecto al año anterior (por encima de la media estatal, que creció un 9,1%). Cada ciudadano separó, por tanto, 20,4 kg de envases de plástico, latas y briks. Una cifra que, en el caso del contenedor azul, fue del 7,4%, separando cada catalán 26,8 kg de envases de papel y cartón.
En total, 270.716 toneladas de envases de plástico, latas, briks, y de papel y cartón recicladas, contribuyendo de forma significativa a las 1.505.661 toneladas recicladas a nivel nacional y, con ello, a evitar la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y el ahorro de 20,74 millones de m3 de agua, 6,36 millones de MWh de energía y 1,5 millones de toneladas de materias primas. Es decir que, con los datos en la mano y si tenemos en cuenta la evolución del último lustro, los catalanes usan hasta un 36% más los contenedores amarillo y azul.
“Los datos de reciclaje de envases alcanzados en 2019 son fruto del trabajo realizado por toda la sociedad catalana. Ciudadanos, ayuntamientos y empresas han contribuido, cada uno desde su ámbito de responsabilidad, a que el reciclaje, lejos de estancarse, crezca año tras año en Catalunya y sea una herramienta esencial para proteger y cuidar el medioambiente.”, ha indicado Óscar Martín, consejero delegado de Ecoembes.
Voluntad, sí; pero también facilidades
Pero no caigamos en la tentación de depositar solo en los ciudadanos toda la responsabilidad de la cadena de reciclaje. Para que los catalanes hayan podido elevar su esfuerzo también ha sido clave la labor de administraciones, empresas y organizaciones. Algo tan sencillo como tener cerca contenedores para separar cada tipo de residuo, en cada manzana y cada barrio, es definitivo. En concreto, los catalanes tuvieron a su disposición en 2019 un total de 74.658 contenedores (715 contenedores amarillos más que en 2018 y 1.405 más azules que en 2018).
Además, desde esta organización y las distintas administraciones locales catalanas también se ha puesto el foco en proveer de puntos de reciclaje en lugares como festivales de música, aeropuertos u oficinas, con papeleras y contenedores de reciclaje que también permitan separar a los ciudadanos fuera del entorno del hogar. Por ejemplo, a lo largo de 2019 se instalaron: 1.400 nuevos contenedores en hoteles, bares y restaurantes; 1.200 papeleras amarillas y azules en centros de trabajo y más de 1.800 nuevos puntos de reciclaje en diferentes edificios públicos como ayuntamientos o consells.
Un esfuerzo circular de todos los actores sociales
De nada serviría el cada vez mayor esfuerzo de todos los ciudadanos si no se sumaran al proceso el resto de actores del ciclo del reciclaje. Uno de ellos son las administraciones locales de Catalunya, con las que Ecoembes trabaja para que los envases que los ciudadanos depositan en los contenedores sean recogidos, seleccionados y tratados adecuadamente, financiando este proceso además de ofreciéndoles asesoramiento técnico. Esta colaboración también se da en materia didáctica, gracias a un trabajo conjunto que tiene como fin acercar la concienciación a los catalanes a través de distintas campañas de sensibilización.
El tercer agente indispensable dentro del ciclo del reciclaje son las 12.500 empresas (2.527 de ellas en Catalunya) que forman parte de Ecoembes. Estas, con el pago del Punto Verde presente en los envases, financian el coste de la recogida selectiva municipal. Además, aplican medidas de ecodiseño para hacer sus envases más sostenibles, reduciendo el uso de materias primas empleadas o mejorando la reciclabilidad de los mismo, entre otras.
Tecnología al servicio del medio ambiente
Dentro de los nuevos esfuerzos que toda la sociedad está haciendo en materia de reciclaje, cabe destacar proyectos concretos que, mediante innovaciones tecnológicas, nos allanan aún más el terreno. Ejemplo de ello es RECICLOS, proyecto pionero que evoluciona la forma de reciclar latas y botellas de bebidas y que pretende involucrar mucho más al individuo, haciéndole más partícipe de todo el proceso.
RECICLOS, que ya está implantado en Catalunya gracias a la colaboración entre la Generalitat y Ecoembes, utiliza tecnologías como el blockchain y la inteligencia artificial, además de una app movil, para movilizar al ciudadano a reciclar más y mejor. De esta forma, se recompensa al ciudadano con los llamados RECICLOS, una suerte de moneda digital (token) que podrá canjear después por un incentivo sostenible para el medioambiente y la sociedad.