Con la industrialización se empezó a considerar que la agricultura necesitaba producir cantidad y muchas personas dejaron la vida en el campo para trasladarse a las ciudades a trabajar en fábricas. Así empezó la destrucción del campesinado. La agricultura, que hasta entonces era una forma de vivir y de relacionarse con la naturaleza, se transformó en un sector económico que tenía que dar salida a los productos de la industria y ser materia prima para el sector industrial.
Silvia Pérez-Vitoria, economista, socióloga y documentalista francesa, resume en su libro, ‘El retorno de los campesinos’, el estado actual del campo y la evolución que el campesinado ha sufrido desde sus primeros tiempos al paso de su industrialización, con la consecuente pérdida de valores del campo y el campesinado en su relación con la naturaleza y calidad de sus productos.
Después de realizar numerosos documentales sobre campesinos en Estados Unidos, Francia, España, México, Eritrea, Bolivia y Nicaragua, Pérez-Vitoria ha plasmado en su libro como estos movimientos campesinos en la actualidad se promueven como fuerza social y económica y son una alternativa a las nuevas generaciones y a la supervivencia del planeta.
Se están creando movimientos campesinos muy fuertes que por primera vez están trabajando a nivel internacional en la historia del campesinado”
“En la actualidad y desde hace más o menos dos décadas se están creando movimientos campesinos muy fuertes que por primera vez están trabajando a nivel internacional en la historia del campesinado, en los que sus miembros luchan por querer seguir siendo campesinos y que sus hijos también los sean” explica Pérez-Vitoria.
En 150 años se han destrozado los suelos por el uso de productos químicos, maquinaria, así como por los monocultivos”
Campesinos para recuperar el equilibrio natural
Según Pérez-Vitoria el campesinado es uno de los ejercicios más antiguos del mundo y tiene un trabajo esencial para conseguir un equilibrio con la naturaleza. Ella diferencia entre el conocimiento del agricultor tradicional y del agricultor industrial, porque “el primero trata de mantener los medios naturales. Ha sido el campesino el que ha mantenido históricamente la riqueza de la tierra que tenemos, pero en 150 años se han destrozado los suelos por el uso de productos químicos, maquinaria, así como por los monocultivos, etc”.
En el terreno de la biodiversidad, la utilización de productos naturales para fertilizar y luchar contra las enfermedades, ayuda a que se mantenga un suelo rico, que es, como explica Pérez-Vitoria, muy importante en Europa, donde el suelo está destrozado por la agricultura industrial.
Hay una voluntad por parte de la gente de reclamar la tierra para trabajarla, pero como campesinos, no con agricultura industrial”
La socióloga considera que en la actualidad “hay una voluntad por parte de la gente de reclamar la tierra para trabajarla, pero como campesinos, no con agricultura industrial. Aunque – se lamenta-, lo que pasa es que no hay ningún estado del mundo que valore al campesinado”.
Para Pérez-Vitoria el futuro es el campo está en renovar sus propios recursos constantemente y es un futuro real para los jóvenes, para los que quieran ir a encontrar trabajo en el campo y buscar una plenitud que muchas veces no van a encontrar en las ciudades.
“Una de las características del capitalismo es que la producción está dirigida únicamente para el mercado. Sin embargo, las dos terceras partes de la población vive en el campo, lo que quiere decir que si la gente trabajara para su autoconsumo se resolvería parte del hambre en el mundo”, argumenta Pérez-Vitoria.
Además añade que para alimentar también a las ciudades sólo hace falta disponer de suficientes campesinos que el campo requiere para dar de comer a todo el mundo, porque, según ella, un billón de personas pasa hambre y otro billón de personas come mal.