Los desacuerdos complican el pacto sobre el clima en París
Cumbre en Nueva York
Arias Cañete podría capitanear la negociación en nombre de la UE si supera el examen en el Europarlamento
China e India mantienen las espadas en alto y Obama sigue rehén del Congreso
La cumbre del clima de Nueva York, auspiciada por la ONU, ha dejado algunos síntomas positivos, pero el más importante de todos ellos ha sido la expresión del malestar ciudadano expresado en sus calles el pasado domingo. Ha sido una protesta por los conflictos vinculados al cambio climático, las falsas soluciones adoptadas o la inacción con que los gobiernos lo están encarando. Pero la distancia entre lo que se planteó la ONU y la cosecha obtenida en la conferencia alimenta cierta desesperanza. Las espadas siguen en alto de cara a la crucial cita de París en el 2015 para alcanzar el nuevo acuerdo mundial contra el calentamiento.
La protesta ciudadana norteamericana ha realimentado al menos la convicción de que los gobiernos no encaran las soluciones reclamadas por los expertos, y que incluso se enfocan iniciativas muy cuestionables, como los proyectos de geoingeniería (sembrar el cielo de aerosoles de azufre para intensificar la menor radiación solar o la fertilización de los océanos con hierro para neutralizar más CO2), cuando existen soluciones al alcance, como muestra el desarrollo de las fuente de energía renovable.
Todo esto ocurre mientras asistimos a la pérdida de ambición de la UE, que ha visto frenado sus objetivos contra el calentamiento mientras la nueva Comisión (su ejecutivo) se reestructura y relega la protección del medio ambiente. Las nuevas metas de la UE son reducir sus emisiones de gases invernadero un 40% para el 2030 con relación a 1990, lo que es juzgado insuficiente a tenor del nivel de exigencia reclamada por lo expertos. La UE además sólo se plantea ahora como objetivo global lograr que en el 2020 el 27% de la energía sea de origen renovable, pero sin exigir una meta concreta a cada país, con lo que se diluye ese compromiso.
Y además, en Europa, se asiste al debilitamiento de las normativas ambientales comunitarias: la directiva europea sobre fracking se quedó en simple recomendación para los estados y ha quedado archivado el plan sobre una nueva directiva de calidad de los combustibles. Algunos expertos interpretan que esto es fruto de la secreta negociación entre UE y EE.UU sobre libre comercio, que podría suponer la llegada de masivas importaciones de las arenas bituminosas de Canadá, petróleo más barato y de peor calidad (un 23% más contaminante). En España, mientras tanto, las palabras de la ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, tropiezan con la realidad de un Gobierno que ha combatido el sector de las energías renovables, como muestra la paralización completa de los nuevos proyectos. Haber convertido la lucha contra las renovables en casi una cruzada y presentarse en Nueva York como adalides de esta tecnología sólo es posible por el contorsionismo de la política entendida como simple retórica.
Discursos y miedo al fracaso
La sucesión de parlamentos de líderes mundiales registrada el martes en la sede de Naciones Unidas esconde además el síndrome de Copenhague, que el diccionario podría definir como el miedo al fracaso en una negociación climática. Pero no está claro que hayan desaparecido esos fantasmas.
El encuentro auspiciado por Ban Ki Mun perseguía allanar el camino para alcanzar un nuevo acuerdo mundial para combatir el calentamiento, que debe firmarse en el 2015 en París. Pero el fiasco de la cumbre de Copenhague (en el 2009) y los lentos avances de la negociación actual han obligado a la ONU a lanzar este llamamiento para reclamar a los países que concreten qué van a hacer para mitigar el cambio climático (en una negociación que persigue limitar a dos grados el aumento de temperatura respecto a la de la era preindustrial). La ONU siente miedo, si no pavor, a que en la capital francesa se repita la decepción de hace cinco años.
La reserva de crédito de la ONU se cimenta en el protocolo de Kioto (1997), el primer pacto mundial para reducir las emisiones de gases invernadero (aunque asumido sólo por 35 países industrializados y sin la ratificación de EE.UU). Pero su credibilidad quedó minada con el modestísimo pacto que actualizó las metas de Kioto hasta el 2020 (además de este tren se bajaron Rusia, Canadá y Japón). El problema ahora es que los países comprometidos realmente con la reducción de gases sólo suman un 15% de las emisiones totales que calientan el clima. No basta. Por eso, es clave ampliar el acuerdo mundial, sobre todo porque en estos 15 años grandes potencias emergentes como China o India se han encaramado en el ranking de los principales emisores de CO2.
Los signos positivos de la cumbre han sido, además de la gran manifestación popular del domingo, la implicación del presidente francés, François Hollande en la financiación del Fondo Verde para ayuda a los menos adelantados a adaptarse al cambio climático. Pero arroja sombras. China e India (que han enviado a su viceprimer ministro y a la ministra de Medio Ambiente) se resisten a reducir sus emisiones con metas vinculantes y fiscalizables con una acuerdo mundial. Alegan que no quieren ralentizar su crecimiento. Repiten el discurso de que los países desarrollados deben pagar la parte más importante de la factura. Mientras, la Administración Obama va camino de recortar sus emisiones; pero el Congreso no le permite firmar un tratado sobre cambio climático, lo que puede conducir a que en París se logre sólo un “acuerdo vinculante”, y no un tratado de derecho internacional al uso. ¿Sería suficiente para evitar que el síndrome que acogota la ONU se convierta en una enfermedad, como la que sufre el planeta?
La ministra Isabel García Tejerina ha resaltado, mientras tanto, la importancia de los pequeños gestos. Sí. En pequeño gesto se ha quedado la contribución del posible comisario de Acción por el Clima y la Energía, Miguel Arias Cañete, que se ha desprendido de sus participaciones en las dos petroleras en las que participaba, para intentar superar las incompatibilidades de su nuevo cargo como comisario europeo (aunque por lo visto esas participaciones han quedado en manos de su familia).
Arias Cañete, si es confirmado en el examen al que le someterá el Europarlamento en unos días, puede ser el hombre que lidere la negociación del nuevo acuerdo en nombre de la UE, con vistas a la cumbre de París. Más rotundos han sido los gestos del fondo Rockefeller, que ha prometido desprenderse de sus activos en carbón y las contaminantes arenas bituminosas. Esto sí está en línea de quienes creen que la energía fósil debe seguir bajo tierra para frenar la fiebre del planeta y sus sacudidas sobre los países más vulnerables.
La ONU ofrece un resumen de los temas tratados y las decisiones adoptadas en la Cumbre de Nueva York a través de la página web de la Convención Marco sobre Cambio Climático.