La flota de vehículos del Vaticano acaba de incorporar el primer modelo alimentado con hidrógeno. Se trata de un Toyota Mirai convertido en papamóvil. En realidad, la firma nipona fabricó dos unidades iguales, que fueron donadas a la Conferencia Católica de Obispos de Japón (CBCJ, en sus siglas en inglés) para facilitar los desplazamientos del Pontífice durante el viaje apostólico que realizó en noviembre de 2019 por el país asiático.
El Mirai está movido por un bloque eléctrico de 155 CV alimentado por una pila de combustible. Este sistema genera la electricidad que propulsa el motor a partir de una reacción química entre el hidrógeno, almacenado en dos depósitos de alta presión, y el oxígeno, procedente del aire. Así el coche no contamina el medio ambiente, ya que sólo expulsa vapor de agua por el tubo de escape. Según la marca, la autonomía con un tanque alcanza el medio millar de kilómetros.
La transformación del vehículo se ha centrado sobre todo en la estructura de la carrocería para adaptarse a las necesidades del Papa en sus recorridos entre grandes masas de gente. Con el objetivo de que los feligreses puedan verlo sin problemas, se ha cambiado toda la parte posterior del coche, cuya longitud ha crecido hasta los 510 centímetros (21 más que el ejemplar de serie).
Con el objetivo de que el Pontífice pueda saludar de pie a los fieles, se ha montado una estructura con techo trasparente que eleva la altura del vehículo hasta los 2,7 metros. Para facilitar el acceso a esta parte posterior del habitáculo, hay una pequeña escalera plegable enmoquetada de color rojo. Como no podía ser de otro modo, blanco es el color de la carrocería, que también incorpora las banderas y el escudo del Vaticano.
La donación del Mirai se ha llevado a cabo en un acto cerca de la residencia de su Santidad en el que ha participado un representante de la CBCJ, el embajador de Japón en la Santa Sede y una delegación de Toyota formada por seis personas, entre las que se encontraba el Vicepresidente de la marca en Europa, Miguel Fonseca, y el CEO de Toyota Italia, Mauro Caruccio.
No es la primera ocasión en la que el Papa Francisco es obsequiado con un automóvil. Sin ir más lejos, hace apenas un año, Renault le regaló un Dacia Duster convertido a papamóvil. El SUV fue transformado por el departamento de prototipos y el equipo de necesidades especiales de Dacia en Rumanía, en colaboración con el carrocero Romturingia.
Asimismo, en 2017, Opel le regaló un ejemplar del eléctrico Ampera-e para contribuir a convertir la Ciudad del Vaticano en el primer país del mundo libre de emisiones de dióxido de carbono. Unos meses después, el Papa Francisco recibió un superdeportivo de Lamborghini. Sin duda, el coche más espectacular de la flota de automóviles del Vaticano.
Cabe señalar, no obstante, que este ejemplar personalizado del Huracán Coupé (580 CV) fue bendecido y rubricado por el propio Pontífice con el objetivo de ser subastado. Sotheby’s llevó a cabo la venta en 2018 y el montante conseguido se destinó a varias asociaciones y proyectos solidarios.