El coche familiar que Dalí convirtió en una pieza de museo

Curiosidades del automóvil

En el jardín del Castillo de Púbol -la que fue residencia del pintor y su esposa Gala- descansa desde hace décadas un anodino Datsun 180 Wagon que tiene una curiosa historia relacionada con el genio ampurdanés

Dalí hizo una ilustración publicitaria del Datsun 610 Wagon recreando una alegoría de sus famosos “relojes blandos” con las manecillas marcando las 6 y 10 y el automóvil atravesando el cuadro

Dalí hizo una ilustración publicitaria del Datsun 610 Wagon recreando una alegoría de sus famosos “relojes blandos” con las manecillas marcando las 6 y 10 y el automóvil atravesando el cuadro

En 1972 Salvador Dalí estaba en el momento cumbre de su popularidad mediática. La calidad de su obra pictórica y ¿por qué no decirlo también? sus excentricidades e histrionismo lo habían convertido probablemente en el pintor vivo más popular del mundo. Al genial ampurdanés le llovían encargos de todo tipo, desde escenografías teatrales a diseños de joyería y por supuesto campañas publicitarias. 

Las colaboraciones de Dalí con este último ámbito -que, dicho sea de paso, cobraba a precio de oro- no eran nuevas en absoluto e iban desde los prestigiosos bombones franceses Lanvin al logotipo de los no menos archipopulares Chupachups, por poner dos ejemplos bastante heterodoxos. Pues bien, en este contexto Dalí recibe el encargo de Datsun -marca predecesora de la actual Nissan- de participar junto con otros artistas gráficos en una campaña de marketing con la que dar a conocer su nuevo modelo 610 Wagon en los Estados Unidos.

A tal efecto el pintor catalán recrea una alegoría de sus famosos “relojes blandos” con las manecillas marcando las 6 y 10 y el automóvil atravesando el cuadro. Encantados con el resultado final -no en vano La persistencia de la memoria es probablemente uno de los cuadros más importantes de la historia del arte- además de sus emolumentos Datsun le regala al artista del Ampurdán un 180B Wagon de llamativo color naranja -el equivalente europeo al americano- que es puesto inmediatamente en manos de su chófer, ya que Dalí no tenía carnet de conducir.

El daliniano amor por los coches

Pese a que, como hemos dicho, Salvador Dalí no sabía conducir siempre sintió fascinación por los automóviles; no tanto por sus prestaciones o su mecánica sino por lo que tenían de artístico y simbólico. En Bañista (1924), Monumento imperial a la mujer-niña (1929), Soledad paranoico-crítica (1935), Automóviles vestidos (1941) o, posteriormente, Doble victoria de Gaudí (1982) ya había reflejado en sus cuadros, siempre su perspectiva surrealista, coches. Y más allá de lo pictórico, es conocida su adoración por los Cadillac, uno de los cuales -el que fue propiedad de Gala- se ha convertido en una de las atracciones del Teatro-Museo de Figueras y el otro aún descansa en el garaje de la Casa-Museo Gala-Dalí.

El Datsun 180 B rindió buen servicio durante años aunque la dificultad de encontrar recambios y de llevar a cabo el mantenimiento adecuado -hay que recordar que la marca nipona no tenía presencia en España- acabó relegándolo a un viejo garaje de donde fue rescatado años después por la Fundación Gala-Salvador Dalí que lo compró y restauró para su exposición en el Castillo de Púbol, donde puede verse en la actualidad.

Por otra parte, el Datsun 610 original que protagonizaba el cartel publicitario fue también cedido años más tarde por Nissan a la misma fundación y puede contemplarse en el Salvador Dalí Museum de Petersburg, en Florida.

Datsun de Salvador Dalí

Datsun de Salvador Dalí

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